Un grupo de científicos en el experimento ANITA, desarrollado por la NASA y montado sobre un globo que sobrevuela la Antártida, ha detectado señales de radio que están desconcertando a la comunidad científica. Estas señales, captadas desde abajo del hielo y emergiendo hacia la atmósfera, parecen desafiar las leyes conocidas de la física de partículas. En teoría, partículas como los neutrinos son las únicas capaces de atravesar la Tierra, pero incluso ellos pierden energía y son absorbidos cuando atraviesan grandes masas de roca o hielo.
Sin embargo, las señales registradas por ANITA no parecen coincidir con el patrón característico de un neutrino y fueron detectadas en ángulos de hasta 30 grados por debajo del horizonte según los datos de los científicos.
Esta anomalía ha generado un intenso debate entre físicos de todo el mundo. Algunos sostienen que podría tratarse de errores en la medición o de algún fenómeno natural aún no identificado. Pero otros, cada vez más convencidos por la consistencia de los datos, consideran que estas señales podrían ser la primera evidencia de un fenómeno físico que no encaja dentro del actual Modelo Estándar, que rige el comportamiento conocido de las partículas subatómicas.
El experimento de los científicos fue diseñado originalmente para captar neutrinos de ultra alta energía provenientes del espacio. Estos neutrinos, cuando interactúan con el hielo, generan una señal de radio denominada efecto Askaryan. Pero las señales que se han detectado no se ajustan a este perfil. En cambio, parecen surgir desde el interior de la Tierra, como si hubieran atravesado todo el planeta desde el hemisferio opuesto.
Para intentar confirmar estas observaciones, los científicos cruzaron los datos de ANITA con los registros de otros detectores de partículas, como el famoso observatorio IceCube, también situado en la Antártida, y el Observatorio Pierre Auger en Argentina. Sin embargo, ninguno de estos instrumentos ha detectado eventos que coincidan en espacio y tiempo con las señales observadas por ANITA. Esta ausencia de confirmación externa añade misterio al hallazgo, pero también subraya su singularidad.
Las señales surgieron de debajo del hielo, no de arriba según los científicos
Una de las teorías más comentadas entre los expertos plantea la posibilidad de que estas señales correspondan a partículas exóticas, aún no descubiertas, que podrían estar relacionadas con la materia oscura o con fenómenos del universo primitivo. En concreto, se ha especulado sobre la existencia de partículas que interactúan débilmente con la materia, pero que podrían tener propiedades diferentes a los neutrinos conocidos, permitiéndoles atravesar el planeta sin ser absorbidas y luego convertirse en partículas detectables al salir.

Otra línea de investigación explora la posibilidad de que estemos ante un error de interpretación del fenómeno, causado por reflexiones atmosféricas, problemas en la calibración del detector o efectos locales desconocidos en este descubrimiento bajo tierra. No obstante, los científicos del equipo de ANITA aseguran que las señales han sido medidas con rigor y que no se han encontrado inconsistencias que justifiquen su descarte.
Ante la relevancia potencial del hallazgo afirman los científicos e investigadores, se ha anunciado ya el desarrollo de un nuevo detector llamado PUEO (Payload for Ultrahigh Energy Observations), una versión más avanzada de ANITA que incorporará mejoras tecnológicas y una mayor sensibilidad. Este nuevo instrumento, también transportado por globos a gran altitud, será capaz de registrar con mayor precisión cualquier anomalía similar en el futuro.
La comunidad científica, mientras tanto, se muestra dividida entre la prudencia y la fascinación. Por un lado, es necesario confirmar que se trata de un fenómeno real y no de un error o una interpretación precipitada. Por otro, si las señales se verifican y se descartan todas las explicaciones convencionales, estaríamos ante una revolución en el campo de la física de partículas.
De momento, las señales detectadas en la Antártida siguen siendo catalogadas como inexplicables para los científicos. Y aunque no hay consenso, muchos científicos coinciden en que podrían ser la puerta de entrada hacia una nueva era en el estudio del universo: una que trascienda los límites del conocimiento actual.