Unos papás muy especiales

Familias canarias con perfiles sanitarios, sociales o educativos acogen a menores en desamparo que presentan necesidades muy específicas
Francisco, Rosa y sus dos hijas ven a Daniel como uno más de la familia./ Fran Pallero
Francisco, Rosa y sus dos hijas ven a Daniel como uno más de la familia./ Fran Pallero

Francisco y Rosa no imaginaban que un día, muchos años después de haber criado a sus dos hijas, volverían a ser padres. Sin embargo, cuando él, enfermero de la Unidad de Vigilancia Intensiva (UVI) del Hospital de la Candelaria, conoció la historia de Daniel, pensó que tenía que hacer algo por aquel niño que llevaba ya más de ocho meses en una cuna del área de Pediatría, donde fue abandonado por sus progenitores poco después de nacer. Su caso es un poco atípico, porque fueron ellos los que pidieron al Gobierno de Canarias que los incluyera en el banco de familias acogentes, con el objetivo de poder llevarse a casa a Daniel a través de un acogimiento profesionalizado. Este tipo de acogimiento, según exponen desde la Consejería de Políticas Sociales, es aquel que “se desarrolla en una familia en la que alguno de sus miembros dispone de cualificación, experiencia y formación específica para desempeñar esta función respecto de menores con necesidades o circunstancias especiales con plena disponibilidad, y percibiendo por ello la correspondiente compensación económica (en este caso, 50 euros al día), sin suponer en ningún caso una relación laboral”. “El acogimiento especializado podrá ser profesionalizado cuando, reuniendo los requisitos anteriormente citados de cualificación, experiencia y formación específica, exista una relación laboral del acogedor o los acogedores con la entidad pública”, recalcan las mismas fuentes.
[su_pullquote]el contrato es por un año renovable hasta dos, aunque al final del primer ejercicio el menor podría ser reinsertado en su familia biológica
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Bajo esas premisas, y teniendo en cuenta la formación y capacitación profesional como sanitario de Francisco, los técnicos responsables del programa de acogimiento de la Dirección General de Protección del Menor y la Familia dieron su visto bueno para que se iniciara el proceso de acogida, que duró aproximadamente dos meses. “Cuando nació, Daniel tuvo problemas cardiacos y fue operado de corazón; luego también tuvo complicaciones digestivas y le tuvieron que quitar un trozo de intestino. Además, al estar conectado a una máquina de respiración artificial durante mucho tiempo, y al tener un pulmón muy inmaduro -porque se trata de un niño prematuro (nació con unos 6 meses, cuya madre no llevó ningún control durante el embarazo)-, desarrolló severos problemas respiratorios”, relata Francisco, que confiesa que fue el pediatra quien le animó a acoger al bebé, porque además de cuidados médicos necesitaba “una familia y un entorno estable” después de tantos meses en el hospital.

Tras consultarlo con Rosa y sus hijas, de 12 y 10 años de edad, decidieron iniciar el proceso de acogida, que incluía numerosos trámites y una exhaustiva valoración familiar. “Nos hicieron test de personalidad, de pareja,…, para hacer la preidoneidad. Una vez que pasamos esas primeras pruebas, vinieron a casa técnicos del Gobierno de Canarias, que volvieron a repetir todo el procedimiento, antes de emitir los informes positivos que nos permitieron obtener la acogida”, subraya Francisco, quien asegura que “nos podían haber dado cualquier otro niño con similares características, pero a nosotros quien realmente nos había movido a acoger era Daniel, y al final tuvimos la suerte de que pudo venir aquí”. Cinco meses después de llegar a su nuevo hogar, el pequeño ya forma parte de las vidas de Francisco, Rosa y sus dos hijas, que lo han acogido como a un hermano. El calor familiar y el cariño de los cuatro hacia Daniel también ha conseguido mejorar su estado de salud, hasta el punto de que no ha vuelto a pisar el hospital en todo este tiempo. Continúa, eso sí, con medicación y rehabilitación, aunque los propios especialistas de La Candelaria que lo tratan están sorprendidos por la evolución del niño, que está a punto de cumplir 15 meses.

“Nuestra intención nunca había sido acoger ni adoptar, y si hace seis meses nos lo hubieran dicho, no lo habríamos imaginado”, señala Rosa, que trabaja como periodista en el Sindicato de Enfermería (Satse) en Santa Cruz de Tenerife. Como establecen las condiciones de este tipo de acogimiento, su marido y ella han suscrito un contrato de un año con el Gobierno canario, renovable hasta dos. Al final del primer ejercicio, no obstante, podrían quitarle a Daniel si se realiza la inserción del menor en su familia biológica o si hay una familia adoptiva que haya demandado un niño con necesidades especiales. Si eso no ocurre, también podría seguir con ellos de forma indefinida. “Si pensamos en la responsabilidad que conlleva, igual no lo habríamos acogido. Pero queríamos brindarle una oportunidad”, denota Francisco, que ahora sí tiene claro que si la ley se lo permitiese adoptarían a Daniel, algo que actualmente no se contempla. De momento, en cualquier caso, prefieren no mirar más allá del día a día, que ya de por sí es complicado debido al historial clínico del bebé. No en vano, mensualmente deben enviar una serie de informes a la Dirección General del Menor, dando cuenta del estado de Daniel y su evolución. Además, semanalmente están obligados a acudir a un punto de encuentro para que el niño esté con sus padres biológicos, algo que hasta la fecha no ha ocurrido porque estos nunca se han interesado por el pequeño y no han querido tener contacto con él.

[su_note note_color=”#d0d3d5″ radius=”2″]Un programa pionero que supone una alternativa para muchos niños
Se considera como situación de desamparo “la que se produce de hecho a causa del incumplimiento, o del imposible o inadecuado ejercicio de los deberes de protección establecidos por la ley para la guarda de los menores, cuando estos queden privados de la necesaria asistencia moral o material. Igualmente, cuando los padres o tutores, por circunstancias graves, no puedan cuidar al menor, podrán solicitar de la entidad pública competente que esta asuma su guarda el tiempo necesario”. En Canarias, unos 2.300 menores están en estos momentos en situación de desamparo, tutelados por la Comunidad Autónoma. La mayor parte de ellos, especialmente aquellos de entre 0 y 3 años, residen ya en familias institucionalizadas, en virtud de un pionero plan puesto en marcha por la Consejería de Políticas Sociales desde 2011. Con el banco de familias acogentes funcionando con notables resultados, hace ahora un año el Ejecutivo dio un paso más y desarrolló el acogimiento profesionalizado. La iniciativa está orientada a perfiles sanitarios, psicólogos, educadores, docentes, trabajadores sociales, funcionarios o profesionales que acrediten que han trabajado con menores. Previa selección y cualificación, los escogidos son incluidos en una bolsa de cuidadores encargados de acoger niños ‚ tamiento, víctimas de maltrato, con alguna discapacidad o enfermedad grave.[/su_note]

[su_note note_color=”#d0d3d5″ radius=”2″]Una modalidad que ya estaba prevista en la Ley del Menor desde 1997
El acogimiento profesionalizado es una modalidad que ya estaba prevista en la Ley de Atención Integral a los Menores de 1997, pero hasta ahora no se había desarrollado por motivos legales y económicos. No en vano, esta ambiciosa apuesta está refrendada por una importante partida presupuestaria, que ha crecido en los últimos dos ejercicios, hasta llegar a los 8,2 millones de euros[/su_note]

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