“Hemos salido adelante a trancas y barrancas y todavía no hemos terminado”

Es natural de Puerto de la Cruz pero defiende a Pinolere, donde vive desde hace más de 43 años, igual o mejor que cualquier otro vecino. Integró el primer grupo que organizaba las fiestas del barrio y que dio origen a la Feria de Artesanía aunque no con las dimensiones y la proyección con las que actualmente se conoce. Es uno de los pocos socios fundadores del grupo original. Y aunque siempre fue un poco reacio a dar entrevistas, su trabajo, que todos elogian, es su mejor carta de presentación.

– ¿Cómo surgió la idea de separar las fiestas de Pinolere de la Feria de Artesanía?
“Dada la afluencia de público que tenía, era necesario separarla, porque era imposible sacar la procesión y organizar actos festivos con actos culturales. De hecho, la primera vez que hicimos la feria, nos preguntábamos si hasta aquí arriba iba a venir mucha gente. Y no nos equivocamos”.

– ¿Qué recuerda de los primeros años?
“Fueron muy buenos, había mucha ilusión y poco dinero. El barrio al completo se volcaba en sembrar los pinos para hacer los stands. Hemos salido adelante a trancas y barrancas, y todavía no hemos terminado”.

[su_pullquote]Lo mejor de todos estos años han sido los amigos que hice, dentro y fuera de la asociación [/su_pullquote]
– ¿Por qué la feria de Pinolere tiene tanto éxito?

“Cada año trabajamos más que el anterior porque siempre nos hemos querido superar. Por eso nunca decimos ‘que bien ha salido este año’ sino que miramos las cosas que hay que rectificar. Gracias a esta filosofía hemos avanzado y mejorado. Prueba de ello es que el Parque Etnográfico era huerta y nosotros la transformamos”.

-¿Cuál es la diferencia entre esta muestra y las que se celebran en otros municipios o incluso en otras islas?
“El entorno influye y mucho. En la que se organiza en el Recinto Ferial de Santa Cruz, por ejemplo, hay muy buenos artesanos, pero aquí tenemos un espacio libre, muy bonito, y aunque las personas sean las mismas parece que su trabajo luce más”.

– Usted y Lourdes, su esposa, cuidan el museo de manera altruista desde hace once años, cuando se abrió al público. ¿Qué los mueve a hacerlo?
“Mi señora y Benedicta, otra compañera de la Asociación, se encargan del Museo, de recibir a la gente, guiarla y explicarle el contenido, porque nadie sabe mejor qué es un pajar que las personas que han vivido en uno. Tenemos una cultura pobre y humilde, pero es nuestra y hay que darla a conocer. En mi caso soy el tesorero pero no manejo dinero. Siempre tengo trabajo porque organizamos la Feria del Queso o el Encuentro Escolar con los Oficios, los Juegos y la Música Tradicional Canaria, al que acuden cientos de escolares. En el caso de esta feria, me encargo del montaje y de la ubicación de los stands. Llevo dos meses con mi casa medio abandonada para que la organización de este evento sea perfecta. Todo lo hacemos de manera altruista porque la asociación es sin ánimo de lucro y por lo tanto, nosotros no podemos cobrar. Sí hemos contratado a muchas personas a través de varios talleres de empleo dentro de la sección cultural. Pero vino la crisis y hemos tenido que despedirlas. Aún así, han seguido viniendo a trabajar porque Pinolere engancha. A mí me enganchó desde la primera vez y estoy muy orgulloso de vivir aquí”.

[su_pullquote align=”right”]”Fue muy bonito recibir en 2007 el premio Cho Feriante de honor por parte de mis compañeros”[/su_pullquote]
-¿Cuesta mucho mantener el recinto?
“Cuesta. Pero aparte de dinero, hay mucho trabajo que hacer, cuidar las plantas, la arboleda, limpiar, y el espacio es muy grande”.

– La asociación pasó momentos muy difíciles. ¿En algún momento pensó que era el fin?
“Pasamos momentos muy complicados en los que pensábamos cómo podíamos sacar la feria adelante teniendo deudas, como ocurrió en el año 2008. Ahora lo que hacemos es reciclar, aprovechar los materiales y alquilar en lugar de comprar, por ejemplo. Desde entonces, estamos remando y casi siempre vamos a contracorriente”.