“Nuestros hijos no son animales”

El Gobierno canario consiente un colegio para niños con discapacidad en un 'barracón' de San Miguel
CENTRO ESPECIAL ADEJE
CENTRO ESPECIAL ADEJE
El módulo prefabricado se instaló en 2015 para terapias y ya se ha convertido en un aula más; el colegio acoge a 30 niños y niñas de toda la comarca. SERGIO MÉNDEZ

Amadeo Barba rompe a llorar cuando recuerda que dos chicos han muerto en los últimos dos años en el colegio. “No los puedo olvidar, ni a ellos ni a sus familias”. Las lágrimas del presidente de la Asociación de Madres y Padres (Ampa) del Centro de Educación Especial Adeje que, a pesar de lo que indica su nombre, está ubicado en la localidad de Guargacho (San Miguel), no son más que el reflejo de un estado emocional que está al límite. Su hija, María, de 14 años, “la princesita de la clase”, padece una discapacidad psíquica del 96% y es una de las 30 chicas y chicos que acuden cada día a un colegio que dista mucho de reunir las condiciones elementales, y que, además, es el único habilitado en el Sur para niños y jóvenes con discapacidad severa o considerados grandes dependientes.

Los padres y madres no aguantan más y han decidido movilizarse para denunciar el “lamentable estado” en el que está el centro en el que sus hijos, que precisan, por razones obvias, una atención especial, pasan al menos cinco horas cada día. Se han cansado de promesas incumplidas y el vaso de la paciencia ha terminado por desbordarse. “No es de recibo que los niños estén en esta situación. El colegio no está adaptado para que se pueda desarrollar una enseñanza normalizada. Hay un grave problema de espacio, porque de los 20 niños que tenía el centro cuando empezó hemos pasado a 30 y el grado de discapacidad es cada vez mayor, por encima del 85%”, relata Amadeo Barba, que invita a la consejera de Educación a conocer el colegio y a “mirar a los ojos a los chicos”. “Es muy distinto recibir la información en un despacho que estar aquí viendo las carencias y cómo se comportan ellos. Probablemente, cambiaría de opinión y actuaría ya”. La directora general de Infraestructura Educativa, Ana Dorta, en cambio, sí pisó las instalaciones el pasado mes de noviembre.

Madres y padres denuncian el incumplimiento de los requisitos mínimos que debe cumplir una instalación de estas características. A su juicio, se está vulnerando la Ley de Derechos de las Personas con Discapacidad y su Inclusión Social, la Ley de Accesibilidad y Supresión de Barreras Físicas y el Código Técnico de la Edificación. Otra de las quejas se refiere al comedor. “La comida está considerada como una asignatura curricular, porque enseñan a los niños a deglutir, y la Consejería nos pasa la cuenta”, lamentan. “Yo pago 80 euros al mes y el niño ni come”, cuenta Carolina, una de las madres coraje que lleva todos los días a Angelo, un niño autista de 16 años. Explica que “hay padres que no pueden pagar esa cantidad”, y, además, se queja de las condiciones del comedor: “Es un pasillito; la mitad come en las propias aulas”. “Nuestros hijos son personas, no son animales”, proclama. La lista de reivindicaciones incluye la petición de más estimulación sensorial, como la musicoterapia, cuyos efectos beneficiosos sobre los niños con discapacidad están demostrados.

Un módulo prefabricado, que se instaló en 2015 para dar respuesta al creciente número de alumnos, ha acrecentado el malestar. “Lo que en principio se habilitó como un lugar para que los niños recibieran terapia por un tiempo de 40 minutos, se ha convertido en un aula en el que seis niños permanecen diariamente entre las 9 de la mañana y las 2 de la tarde. Es un criadero de pollos”, denuncian. Los niños respiran en el barracón a golpe de aire acondicionado; las ventanas no se abren porque se ve la calle y se distraen. El colegio cuenta con cuatro aulas más: dos ubicadas en el centro cultural (instalación municipal de San Miguel) y otras dos en la antigua escuela unitaria, además de un patio que se ha quedado pequeño.

No hay dinero. Esa es la respuesta que han encontrado en los últimos años de consejeros, viceconsejeros y directores generales. La contestación del actual equipo que dirige Soledad Monzón no ha sido diferente. “Pero es que ni siquiera pedimos que se construya un colegio nuevo, nos conformamos con que se adapte una escuela unitaria destinando algo de inversión”, sostiene el presidente de la Ampa. “En la web de la Consejería se puede comprobar que se han licitado en el último año proyectos por valor de 1,5 millones de euros para obras de infraestructuras”, apunta. “Es un tema de voluntad política”.

Ante esta situación, los afectados aseguran que se han cansado de esperar y ya estudian poner el tema en manos de la Fiscalía, “si es que esta no actúa de oficio”. Antes de dar ese paso trasladarán sus demandas al Diputado del Común. “Si no hay un compromiso antes de fin de curso, llevaremos a los chicos a la puerta de la Consejería”, explica, emocionado, Amadeo Barba.

La solidaridad de algunas entidades y ONG les ha permitido paliar carencias de primera necesidad. En ellas han encontrado lo que no han hallado en el Gobierno de Canarias, ni en este ni en los anteriores. Es decir, una respuesta solidaria e inmediata. “La Obra Social de La Caixa nos ha dado dinero para adquirir elementos de estimulación sensorial y gracias a la organización Helping Hands hemos instalado un toldo motorizado para que los chicos no se achicharren en el patio y utensilios digitales como tablets. A la Consejería se le debería caer la cara de vergüenza”, afirma el presidente de la Ampa.

La última demanda es la colocación de dos columpios adaptados. Esta vez, ya cansados, ni siquiera se han dirigido a la Consejería: “¿Para qué? No nos ponen ni un comedor ni una sala de estimulación, que son necesidades básicas, ¿nos van a poner unos columpios?”. Padres y madres han optado por realizar una jornada, precisamente hoy, en el conocido chiringuito Las Salinas, en la avenida marítima de Playa de Las Américas, a la altura de Parque Santiago 4 para recaudar fondos. Quienes asistan podrán colaborar a través de donaciones en las huchas que se instalarán o comprando pulseras solidarias.

AMADEO BARBA
Amadeo Barba, presidente de Madres y Padres de Alumnos. / SERGIO MÉNDEZ

ENTRE 4 Y 21 AÑOS DE EDAD

El colegio abrió sus puertas en el curso 2007-2008 en Adeje. Al año siguiente, el Ayuntamiento no renovó el convenio con el Gobierno de Canarias y se habilitó el actual centro en Guargacho (San Miguel) para una cantidad de alumnos que no llegaba a la veintena. Hubo que adaptar las instalaciones a toda prisa, con rampas y baños accesibles que, según aseguran los padres, no cumplen los requisitos legales. Actualmente hay 30 chicos, con edades de entre 4 y 21 años, agrupados en tres etapas: Infantil, Primaria y Tránsito a la Vida Adulta. Se encargan de ellos un profesor y un auxiliar por aula, además de un maestro de taller, un fisioterapeuta y uno o dos profesores de audición y lenguaje. Eso sí, madres y padres no tienen queja alguna de los profesionales: “Están implicados, tratan a los niños con mucho cariño”.

NO HABRÁ NUEVO COLEGIO

Según explicó Amadeo Barba, presidente de Madres y Padres de Alumnos, el nuevo centro de Educación Especial estaba previsto que se construyera en el solar de Parque La Reina en el que a finales de año se empezará a edificar el nuevo Instituto de Guaza. “Se llegó a presentar el proyecto en 2011 y nos enteramos del cambio por los medios de comunicación. Nadie nos dijo nada”, lamenta.

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