
Nerea tiene 8 años, una intolerancia severa a la proteína de la leche de vaca, que ya le ha dado varios sustos, y quiere ayudar a los demás de la misma manera que sus compañeros y amigos la ayudan a ella. Pensando en los niños que no pueden comprar muletas, sillas de ruedas o medicamentos, “que también salen caros”, dibujó un pequeño corazón y un día le pidió a su papá, el prestigioso herrero icodense Moisés Afonso, que fabricara uno igual para poner las tapas de plástico.
Así nació hace un año Conciencia T, un proyecto solidario que ya ha recalado en cuatro municipios de la provincia de Santa Cruz de Tenerife y que el artesano y fundador de la primera Escuela de Herreros de Canarias intenta mover a la Península.
El primero que fabricó fue donado por la familia a su municipio natal, Icod de los Vinos. Moisés nació en el barrio de San Antonio, donde su padre, Jorge Afonso, trabajaba en una pequeña herrería de su propiedad. De él aprendió el amor por el metal que cultiva cada día.
El resto fueron encargos de los ayuntamientos. Dos de ellos fueron a parar a Breña Baja, en La Palma, y el último, a Santa Úrsula, donde se colocó el mes pasado. Esta semana comienza uno en La Guancha, que será un corazón “algo diferente”, adelanta, y le seguirá otro en Garachico. En la mochila tiene un proyecto itinerante que hará realidad en breve encomendado por el Cabildo de Tenerife y, en concreto, por el consejero de Empleo y Desarrollo Económico, Efraín Medina, para llevar un gran corazón a todos los municipios de la Isla, donde estará hasta que se colme.
Moisés fabrica sus esculturas con acero corten, un material que, con las primeras lluvias. no presenta su mejor aspecto, pero, según pasa el tiempo, se vuelve homogéneo y tiende a oxidarse y a verse más bonito. En cada unidad emplea cinco días y no hay una igual que otra, como cualquier pieza de artesanía, porque están hechos a mano, “todo es cortar y empezar a doblar”, explica.
ELECCIÓN DEL LUGAR
El último que instaló, en Santa Úrsula, mide 2,30 por 1,60 metros y pesa 310 kilos. Los traslada con grúas y él mismo los ancla al suelo con tacos de hierro. Además, participa en la elección del lugar, un aspecto que considera fundamental para animar a la gente a participar y ayudar. Por eso todos están ubicados en sitios estratégicos de cada localidad, cerca de los ayuntamientos y plazas principales, para que sean visibles.
En cada uno de ellos caben unos 200 kilos de plástico y además de su nombre se puede leer: “El corazón es símbolo de bondad y solidaridad. Cuando eres artista tienes dos manos, una para ayudarte a ti y otra para ayudar a los demás”. Ese es su lema de vida.
El coste es el mismo para todos, 1.690 euros, la cantidad que le cuesta el material y lo que corresponde a la mano de obra, ya que no pretende tener beneficios ni ganar dinero, sino colaborar con los demás, que es lo que se propuso Nerea.
FORMA ASIMÉTRICA
La pequeña también participa a su manera en el proceso de fabricación. Fue ella quien le sirvió de modelo para determinar la altura idónea de las aberturas que están a ambos costados a efectos de permitir que un niño pueda introducir las tapas. Estas bocas hacen que sea asimétrico y que a medida que se llena de plástico siempre se vea un corazón dentro.
La herrería es vital para Moisés Afonso y cada vez que puede traslada su trabajo a las ferias que acude para que el público vea en vivo y en directo el oficio. Por eso se molesta cuando el trabajo artesano no se valora. “Porque son muchas horas las que le dedicas y el apoyo de la familia es fundamental, ya que tengo que moverme mucho, en Canarias, en la Península y en otros países, porque el gremio en España está un poco dejado de lado”, remarca.
Con Conciencia T, Moisés Afonso ha conseguido aunar dos aspectos fundamentales de su vida, su trabajo, al que adora y con el que disfruta sobremanera, y ayudar a los demás, por eso se siente orgulloso cada vez que le encargan un nuevo corazón. Sin embargo, confiesa que “lo bonito” del proyecto es verlo plasmado, “ver cuando la gente deposita los tapones, comprobar cómo se vacía cada semana para que los tapones puedan ser destinados a diferentes proyectos solidarios”. Todo eso es una gran satisfacción”, apostilla.
Además de colaborar con una causa solidaria, el artista icodense quiere enseñar que la escultura también puede ser educativa, que no cuesta nada llevar los tapones para que puedan ser aprovechados; un gesto que puede ayudar a muchas personas y que demuestra que hasta del acero más duro y del ser más pequeñito puede salir un gran corazón.
EL DIBUJO DEL CORAZÓN
Aunque no sabe explicar por qué lo dibujó así, es indudable que el hierro está en la sangre de la hija de Moisés Afonso. Confeccionar la redecilla de acero requiere de un trabajo intenso, milimétrico, e imprescindible para que los tapones no se “escapen”.