Antona se afilió en los tiempos duros de ETA

El destino ha querido que fuera elegido presidente del PP de Canarias, ahora en un congreso, el mismo día en que la banda terrorista anunciaba su “desarme unilateral e incondicional”
ASIER ANTONA
Asier Antona en un momento de la rueda de prensa | FOTO: FRAN PALLERO
Asier Antona en un momento de la rueda de prensa | FOTO: FRAN PALLERO

Por A.M.S. / Santa Cruz de Tenerife

La vocación política de este diputado palmero que admira a Gorbachov y Suárez fue temprana, desde que iba al instituto cargado de periódicos. Muy pronto también, bajo la amenaza de las armas, Asier Antona, que nació en plena transición democrática, conoció el verdadero significado de la palabra libertad que los jóvenes españoles de su generación no acertaban a comprender con exactitud. Y es que en el País Vasco, a mediados de los años 90, cuando Antona estudiaba en la Universidad de Lejona (Vizcaya) Ciencias Políticas y de la Administración, ETA mataba. Eran los años de plomo, los más sanguinarios de la banda terrorista. ¿Qué hacía este palmero de 20 años, lejos de su idílica isla, poniendo la cara aquel viernes, 13 de febrero de 1998, en la foto del hotel Ercilla de Bilbao, donde se presentó el Foro de Ermua? La foto apareció en las portadas de El País y El Mundo, de toda la prensa, y entre la nube de profesores universitarios e intelectuales figuraba un joven que era él. “Aquella foto no tardó en ser panfleteada en toda la Universidad con el rótulo ‘A por ellos’; era evidente que había una situación de riesgo”, y debió cumplir algunas medidas preceptivas de seguridad. Pero afirma que los años de carrera en que militaba en el PP en la boca del lobo no sintió pánico. “Esa inconsciencia cuando uno es joven”. Con 18 años eligió aquella universidad, y no Granada o Madrid, que eran las otras opciones, por el vínculo de la madre, Rosa María Gómez, natural de Bilbao, que iba a sufrir la exposición política del hijo a la atmósfera de fanatismo. El padre, Antonio Antona, salmantino, era guardia civil de Tráfico y conocedor del terreno que pisaba Asier. “Mi padre, al que aprecian mucho en la Isla, me enseñó siempre que lo importante es ser una persona dada. Si en algún sitio de La Palma alguien no me conoce y me pregunta quién soy, y le digo: ‘El hijo de Antona’, se me abren todas las puertas”. Asier recuerda la cara del padre de Miguel Ángel Blanco, en julio de 1997, llegando a su casa de Ermua, embarrado, con ropa de faena, y preguntando a los periodistas que se agolpaban en la puerta: “¿Qué pasó?”. Años después se fijó en el rostro de Txapote, el etarra que descerrajó dos tiros en la cabeza del concejal y lo dejó agonizando en un descampado tras dos días de secuestro: “Una cara chulesca, vomitiva, repugnante, asquerosa y fría”.

El hoy presidente del PP de Canarias se implicó en la vigilia de manos blancas durante el cautiverio. Había coincidido con la víctima porque ambos ingresaron en Nuevas Generaciones en Vizcaya casi simultáneamente. En 1995, con 18 años, Antona dio el paso a causa de otro atentado. “A Gregorio Ordóñez lo asesinaron un sábado y yo me presenté el lunes a afiliarme en el partido”.¿Qué es la felicidad?, se le pregunta, y parece hallarla en la política y la familia. Y en la niñez, cuando el padre lo llevaba al campo de Bajamar. Por eso es del Tenisca. “Soy genéticamente feliz. Pero ya sé que a medida que se suben escalones en la política se bajan en la felicidad”. En los campamentos de refugiados de Tinduf observó que, a pesar de vivir en la dureza del desierto, sin medios, los niños saharauis sonreían cada mañana, en la aridez, al enfrentar el nuevo día. Cuando Asier era judoca -y fue subcampeón de Canarias y profesor de este deporte en varios colegios, con un hermano triatleta que da clases de Educación Física en Tenerife- se había curtido en la plaza de Santo Domingo. En ese espacio de la infancia están el Masculino -el instituto Alonso Pérez Díaz- y el colegio público Sector Sur, donde estudió e hizo los amigos de toda la vida. Cuando deje la política, es posible que retome la semilla de esa plaza: la enseñanza. En La Palma le esperó la vocación política hasta que volvió con el título universitario, a finales de los 90, tras un rodaje a uña de caballo en el avispero vasco, y se dedicó de lleno a ella en las corporaciones locales hasta sentarse en el Parlamento. “Vivo la política las 24 horas los 365 días del año”. Casado con la abogada Aurora del Rosario, también política y correligionaria, de Teror, y padre de tres niños, en un hogar trilingüe (español, inglés y francés), vive a caballo de La Palma, Tenerife y Gran Canaria. De vacaciones suelen escaparse a alguna casa perdida para desconectar.

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