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Un museo para quedarse de piedra

Un sendero de dos kilómetros, que recorre la desembocadura del barranco de Tajao, en Arico, invita a sumergirse en la historia de las antiguas canteras de las que se extraía la losa chasnera que se exportaba en los siglos XVIII y XIX a América y a Europa
El Arco de Bijagua, una singular estructura natural volcánica, es el principal elemento icónico del Ecomuseo de la Piedra de Arico. DA

¿Qué secreto esconde la piedra de Arico, que viajó por medio mundo en los siglos XVIII y XIX? “Cada ignimbrita es diferente, tiene sus propios rasgos, una coloración específica y unas formas de estructura interna que la hacen exclusiva”, explica Cayetano Guillén Martín, geógrafo e investigador que ha colaborado en la creación del Ecomuseo de la Piedra de Arico. A su juicio son muchas las ventajas que ha ofrecido a lo largo de la historia la también llamada losa chasnera. “Es espectacular a la vista, con colores que van del ocre al verde azulado, con deformaciones a modo de llamas que le da un plus estético muy valorado”, destaca este experto que, además, subraya su resistencia: “Es lo suficientemente fuerte como para soportar el peso de grandes estructuras, pero al mismo tiempo es relativamente fácil de labrar sin que se parta, por eso se utilizaba mucho en la construcción de elementos arquitectónicos ornamentales”.

Se sabe con certeza que los mayores volúmenes de piedra labrada terminaron en Cuba, sobre todo en La Habana, Puerto Rico y República Dominicana (La Española). Eran los destinos principales hacia donde viajaba toda la mercancía de las Islas hacia Las Indias. Una vez allí algunas piedras tomaban otro rumbo hacia lugares como Cartagena de Indias (actual Colombia).

En Europa, las investigaciones sitúan el punto de envío en Flandes, como parte de los lastres de las embarcaciones de vela, pero a partir de ahí se le pierde la pista. Falta documentación para asociar la losa chasnera a construcciones concretas europeas.

Con el fin de realzar el valor histórico de la roca sureña, ha abierto sus puertas el Ecomuseo de la Piedra de Arico, un proyecto que, si bien no ha sido inaugurado formalmente, ya se puede visitar gratuitamente. Se trata de un sendero al aire libre de dos kilómetros de extensión que recorre la desembocadura del barranco de Tajao, lugar que alberga una antigua cantera donde se extraía antiguamente la sustancia mineral de la roca madre y se transformaba en losa. La proximidad del litoral facilitaba el embarque con destino a Europa y América del Sur. Las piezas labradas se cargaban en barcazas, y a remos se acercaban hasta los barcos de vela, capaces de transportar hasta 150 toneladas de piedra en cada viaje.

paneles informativos

Durante el paseo, que discurre por el lecho del barranco y por lo alto del lomo, el visitante puede leer toda la información necesaria en ocho paneles colocados sobre tótems de dos metros, construidos en unos casos con piedra maciza del lugar y en otros con pumita, la tosca más conocida en el sur de la Isla. En tres idiomas (español, inglés y alemán) se explica con detalle el valor natural e histórico del entorno y los tipos distintos de material, con datos documentados científicamente. Los textos han contado con el asesoramiento y supervisión del catedrático de Arqueología de la Universidad de La Laguna Antonio Tejera Gaspar.

“Se puede encontrar la información sobre el origen del barranco, sus características, qué podemos hallar, dónde están los depósitos de ignimbrita, de dónde surgen y cómo se han ido utilizando desde tiempos antiguos por el hombre a través del desarrollo de las canteras tradicionales”, detalla Beatriz Hernández Bolaños, geógrafa y técnico de la Agencia municipal de Empleo, Desarrollo Local y Turismo, un departamento que puso en marcha el año pasado la primera Ruta de la Piedra, que sirvió de estreno de este recinto natural y que periódicamente organiza recorridos, el próximo a finales de este mes.

“La idea del Ecomuseo surgió desde la intención del Ayuntamiento de dar importancia a ese trabajo tradicional artesanal relacionado durante tantos años en Arico con el mundo de la cantería”, apostilla.
Tanto Guillén como Hernández coinciden al señalar que los dos elementos más valorados en este espacio son el Arco de Bijagua (una singular estructura natural generada por materiales volcánicos emitidos durante erupciones de carácter muy explosivo) y el Pozo de Tajao, que tiene la particularidad de contar con escaleras interiores por las que antiguamente se descendía. Allí, las arenas permeables del cauce permitían la infiltración de las aguas de lluvia o de escorrentía, que bajaban en profundidad hasta encontrarse con los sectores más impermeables de la ignimbrita.

Pero con el paso de los días también empiezan a aparecer algunos problemas que preocupan, como las inscripciones talladas en roca que dejan algunos de los senderistas, la práctica, cada vez más extendida en las Islas, de los montoncitos de piedras y el paso de excursionistas por encima del Arco de Bijagua.
Mirando al futuro, la prioridad pasa por mejorar los accesos, la señalización y establecer una zona de aparcamientos. La alcaldesa de Arico, Elena Fumero, que ha mantenido recientemente una reunión con el consejero de Turismo del Cabildo, Alberto Bernabé, manifestó que la intención es seguir invirtiendo en el arreglo del sendero y en su entorno, y para ello el Ayuntamiento está a la espera de una subvención del Gobierno de Canarias.

Una losa presente en grandes edificios

El valor constructivo y estético de las losas de Arico ha permitido que se siga utilizando en la construcción o rehabilitación de edificios o espacios emblemáticos, como el Palacio de Capitanía General de Canarias; el Auditorio Adán Martín; la Catedral de La Laguna; las iglesias de Santa Bárbara, en Icod, y Los Remedios, en Buenavista del Norte y el Palacio de Ossuna.

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