mis queridos amigos y enemigos

“Fue muy difícil meterme en la piel de una mujer para escribir ‘Ajena”

Su obra ha sido y será muy estudiada. No hace falta que yo abunde. Y esta tampoco es la biografía de Antonio López Ortega, uno de los grandes de la actual narrativa latinoamericana.
Antonio López Ortega, uno de los grandes narradores latinoamericanos. Sergio Méndez
Antonio López Ortega, uno de los grandes narradores latinoamericanos. Sergio Méndez
Antonio López Ortega, uno de los grandes narradores latinoamericanos. Sergio Méndez

Su obra ha sido y será muy estudiada. No hace falta que yo abunde. Y esta tampoco es la biografía de Antonio López Ortega, uno de los grandes de la actual narrativa latinoamericana. Por eso me voy a centrar en su presente -ya está viviendo en Tenerife- y en su futuro: crear una escuela de escritores, un taller, al estilo del que tiene en Italia Alessandro Baricco, cuya literatura pondera Antonio. Hablamos, sobre todo, de Seda, para mí una obra maestra. López Ortega estudió en La Sorbona, inauguró nuestra Biblioteca Atlántica y, en ayunas y en horas de la mañana, reflexiona cada día, a lo mejor en el espacio literario y vital que dejaron libre Gide y Kafka. Se queda en Tenerife, pero, esporádicamente, visitará Venezuela. En Margarita, una isla que yo adoro, dejó su casa y sus 8.000 volúmenes primorosos. ¿Qué puedo contar yo, periodista provinciano, de alguien de quien Bryce Echenique dijo: “Hay textos de López Ortega en los cuales, estoy seguro, Borges hubiera escrito su nombre con sumo placer”? Sentados en el hotel Mencey, seis de la tarde. Dos coca-colas y un sándwich mixto. Y Venezuela en el corazón de los dos.

-Usted iba para físico.

“Lo dejé a la mitad. Porque desde pequeño me tiraba la literatura y no era cuestión de renunciar a ella. Éramos sólo 11 alumnos en la Universidad Simón Bolívar”.

-¿Se han vuelto acomodaticios los intelectuales con los regímenes políticos?

“Me temo que sí. Precisamente en Diario de sombra reflexiono sobre los abusos del fascismo, del estalinismo. Qué mal lo pasaron a principios del siglo XX los intelectuales, que fueron torturados, asesinados, encarcelados. Yo estoy más cerca de Camus que de Sartre, claro, porque el primero fue un hombre de pensamiento libre hasta que murió y el segundo se vio repartiendo panfletos en las calles de París en favor de su causa perdida”.

-García Márquez, con el que coincidí en una tienda de moda de Caracas, precisamente con su hermana Raquel, alabó a Chávez y a Fidel.

“Bueno, en su famoso reportaje en el avión presidencial con Chávez, desde La Habana a Caracas, él terminó diciendo que no sabía si estaba ante un soñador o ante un loco. Con eso dejó en la nebulosa la crítica y el elogio al personaje”.

-¿Se arrepintió Gabo, acaso, de frecuentar esa izquierda loca?

“No lo sé. Susan Sontag le preguntó por eso mismo en Cartagena de Indias y él se calló. Luego comentaba que esas amistades le sirvieron para liberar a amigos inocentes internados en algunas cárceles”.

-Quedarse en Tenerife, que es una isla en la que no hay nada, ni pasa nada, es una apuesta arriesgada para un hombre como usted. Uno de los grandes de la literatura hispanoamericana.

“Aquí se trabaja bien. Tengo algunas ofertas, claro que sí, y ya veré lo que hago; de momento, estoy contento. ¿Y sabe lo que me gustaría?”.

-Dígamelo.

“Organizar una gran feria del libro, con unos actos paralelos de gran categoría, que elevarían culturalmente a estas islas con la presencia anual de lo mejor de lo mejor de la literatura mundial, incluidos premios Nobel”.

-Apunta usted alto.

“Pero Tenerife tiene todo el potencial para hacerlo”.

-Usted escribió una sola novela. Me recuerda, en cierta forma, al gran Jep Gambardella, el personaje principal de La Gran Belleza. Esa novela se llama Ajena, editada en 2001. Y se atreve a meterse en la piel de una mujer de clase media/alta venezolana. Se hace mujer, en definitiva.

“Me hago mujer de 6 a 12”, como dijo Milagros Socorro en una entrevista sobre esta obra y refiriéndose a las horas en que más cómodamente escribo. Sí, fue difícil. Ajena es también una crónica de amor y desamor, escrita en una prosa muy poética, que a veces se hace dura, por el dolor. Fue finalista del premio Rómulo Gallegos y, es curioso, se estudia en muchas universidades que enseñan el discurso femenino”.

-El discurso femenino, escrito por un hombre. Es curioso también que reincida usted en el género epistolar.

“Cartas de relación fue mi primer libro; eran cinco cartas fechadas. Pero Ajena es una novela de cartas, con un personaje femenino que soy yo, transformado; y no crea que fue fácil ponerme en el papel de una mujer”.

-Vamos a hablar de Venezuela, que es uno de mis temas favoritos. ¿Tiene remedio el país, a estas alturas?

“Claro que lo tiene, aunque sea muy difícil. Ha sido expoliado. Mire, el historiador Manuel Caballero ha dicho que Venezuela, en el siglo XIX, sólo tuvo diez años de paz. Y él es muy meticuloso con la historia. Cuando llegó el XX, después del dictador Gómez, López Contreras y Medina Angarita fueron dando aperturas graduales. Yo no diría que fueran generales liberales, pero gobernaron con algunos altibajos de bonanza y dieron apertura a la vida civil. A partir del final de Pérez Jiménez, tuvimos cuarenta años de democracia y hemos sufrido un regreso al pasado que casi ha acabado con el país”.

(Antonio López Ortega nació en Punta Cardón en el 57. Está casado con la artista plástica Nela Ochoa, una autoridad en su país, y tienen tres hijos. Su vida ha estado ligada al petróleo. Su padre trabajó en la compañía estatal venezolana y es un auténtico experto en la materia. Su madre es canaria. Su abuelo canario emigró primero a Cuba. Le pregunto cómo no se le ha ocurrido hacer la gran novela del petróleo. Una especie de western venezolano, o algo así. Yo conozco el campo petrolero de Lagunillas, en Zulia, donde Antonio vivió. Su hermana me enseñó la casa donde vivieron).

-¿Y no le persigue aquel olor?

“Pues claro que me persigue. Le debía a mi padre una novela y la estoy escribiendo. Saldo así mis cuentas con mi memoria petrolera y se llama Horizonte con torres”.

Antonio López Ortega, uno de los grandes narradores latinoamericanos. Sergio Méndez
Antonio López Ortega, uno de los grandes narradores latinoamericanos. Sergio Méndez

-Qué maravilla, Antonio, aquellos balancines funcionando y el oro negro fluyendo. Charcos de crudo en el suelo. Y ese olor, dentro y fuera del gran lago…

“Esa novela, lo escrito, remueve mis recuerdos infantiles y juveniles. Venezuela, económica y socialmente, le debe mucho al petróleo. Es y será fundamental la gran memoria de mi padre para escribir esta novela. Aún se reúne ese grupo de petroleros, con ochenta muy largos, a comer y a preparar estudios para reconducir la industria cuando el país vuelva a la normalidad. ¿No me diga que no es emocionante?”.

-Sí que lo es; porque, además, esos años marcan, ¿no?

“Claro que marcan. Mi universo era un campo petrolero. Allí crecí, allí teníamos la iglesia, el campo de fútbol, la escuela. Era como un mundo autosuficiente, donde había de todo y disfrutábamos de todo. Pero el nivel de destrucción ha sido grande en Venezuela: en la industria, en la sanidad -en la pública, que no existe-. Se debate el 70% del país entre la pobreza y la extrema pobreza. Nuestros mejores talentos están ahora trabajando en países de acogida: España, Estados Unidos, Panamá, Australia…”.

-Y volviendo al libro, qué caro resulta editar en Venezuela. Desde hace mucho tiempo.

“A mí me interesan mucho los sistemas paraliterarios: edición, talleres, seminarios, revistas. Y existe en mi país una gran dificultad para llevarlos a cabo. Pero aunque no editen, porque resulta carísimo ya que todo hay que importarlo, nuestra gente no ha dejado de escribir y existe mucha producción literaria”.

-Los estudiosos de su obra dicen que su ídolo es Cortázar; que es quien más le ha influido.

“Es verdad que influyó mucho en mi juventud literaria y también Rulfo, García Márquez, Faulkner…”.

-Que vienen a ser lo mismo estos dos, Antonio.

(Se ríe. “Sí”, me dice. “Faulkner influyó mucho en muchos”).

-Y habla usted muy bien de Álvaro Mutis, por lo que leo.

“Un gran poeta que fue derivando a un enorme narrador”.

-Usted no hace poesía, puede que por respeto. Pero lee mucha poesía. Lo he visto en alguna parte.

“Ni escribo ni pienso escribir poesía. Yo como mucho hago prosa poética. Siento auténtico respeto por los poetas. Ser un gran poeta es dificilísimo y yo no lo voy a intentar”.

-Vamos a dar otro salto en el tiempo. Y después de 40 años de democracia y libertad llegó Chávez.

“Fue la teoría de la antipolítica ver a Chávez y a Irene Sáenz enfrentados por la presidencia de la república. Un militar contra una miss, que lo hizo muy bien en Chacao y muy mal en Nueva Esparta. Aquello no tenía razón de ser y se rompieron todos los esquemas de la lógica. Eran dos auténticos fenómenos de la antipolítica”.

-Yo los conocí a ambos personalmente. La verdad, aquello fue un poco esperpéntico. Y eso que yo, al principio, sentía simpatía por Chávez. Hasta me inspiré en él para mi novela Los gallos de Achímpano, que él ponderó en un Aló, presidente.

“Es que te atraía como persona. No hay duda de que había cierto magnetismo inicial en él”.

-¿Tiene dificultades en Venezuela el intelectual para ejercer su oficio, o existe represión?

“Bueno, lo saben hacer. No te permiten publicar en sellos públicos, no existen ayudas a empresas editoras, no puedes contar con prácticamente nada. Los escritores críticos con el régimen no reciben un desprecio frontal del poder, pero el poder lo ejerce sutilmente”.

-¿Ha perdido el contacto con su país?

“No, ni mucho menos. Entre otras cosas, dirijo una colección cultural promovida por la entidad Banesco, un banco con intereses en España, que me obliga a estar en Venezuela en ocasiones”.

-Usted, que es un gran amigo de Isla Margarita, organizó una feria del libro. Y allá fue todo dios.

“Sí, durante tres años consecutivos desde 2015. La última metió 23.000 asistentes. Un empresario dijo entonces que, hasta aquellas fechas, la cultura de la isla estaba entre la caña y la playa”.

-Insisto: ¿no se aburre aquí, en esta isla llena de tópicos?

“Mire, aquí tengo a parte de mi familia; mis editores son españoles; escribo en diarios y revistas españoles -es columnista asiduo de El País y colaborador de Cuadernos Hispanoamericanos- y tengo motivos sobrados para sentirme bien en Tenerife”.

-¿Usted cree que el chavismo se desintegrará desde dentro, como lo harán los partidos independentistas catalanes?

“Bueno, ya lo hemos visto; hay chavistas de primera generación, como la fiscal Luisa Ortega, que no comulgan con los maduristas. Y lo peor de lo que ocurre en mi país es el saqueo, que supera en mucho la vieja corrupción de siempre. Es terrible, no han dejado nada”.

(Le he preguntado por personajes significativos de la narrativa de su generación, de la anterior y de la posterior, y me habla de Victoria de Stefano, del andino Ednodio Quintero, de Ana Teresa Torres, Eduardo Liendo, José Balza, Elisa Lerner, Federico Vegas, Oscar Marcano, Alberto Barrera Tyszka, muy editado en España; Rodrigo Blanco Calderón, Juan Carlos Méndez Guedes, etcétera).

Hemos de acabar. Le advierto a Antonio López Ortega que estas entrevistas son diálogos entre amigos. Y entre enemigos. Hace muchos años que conocí y traté a su familia. Gente encantadora. Cuando me condecoraron en Isla Margarita, más por amistad con el gobernador, Morel Rodríguez, que por méritos, su hermana Raquel estaba allí, elegante, emocionada, sorprendiendo a todos por su inteligencia, su belleza y su simpatía. Ahora imparte historia de Venezuela. Estamos ante uno de los muy grandes de la literatura latinoamericana. Ante un relator, un pensador, un analista, al que su país le está doliendo más de la cuenta. Y ya lo dijo Bryce Echenique, que es una buena referencia: “A sus escritos se les puede poner la firma de Borges”. Oiga, es un buen elogio. Borges dijo: “El español habla alto, como quien nunca ha albergado la duda”. Eso no va con los canarios, como Antonio López Ortega, que es mesurado, educado, correcto y afectivo. Además de una figura en la narrativa de nuestra amada Latinoamérica y en España.

TE PUEDE INTERESAR