Las había de madera de tea, como las de antes, con dibujos hechos a mano por los más pequeños, de metacrilato, con luces y colores para los adolescentes más atrevidos y hasta con goma espuma en la parte de abajo para amortiguar el golpe. También grandes tablones para compartir entre varias personas aunque eso supusiera darse un buen estampido contra los neumáticos en desuso apilados al final de la calzada.
Lo cierto es que ayer, la víspera de San Andrés, las tablas invadieron las calles del casco y los distintos barrios de Icod de los Vinos. “Allí donde hay una pendiente hay una tabla”, se escuchó decir a una vecina que comentaba atónita cada llegada a la calle El Plano, la preferida de casi todos los icodenses para el arrastre, fundamentalmente adolescentes, por ser la de mayor pendiente y tener un salto a mitad de trayecto que hace volar al piloto y temblar al público espectador.
Desde la mañana temprano niños y jóvenes comenzaron a tirarse por las empinadas vías de la ciudad. Tras un leve parón al mediodía, la actividad retomó cerca de las cinco de la tarde, momento elegido por las familias para que los más pequeños de la casa también pudieran disfrutar. A partir de las siete, la zona del Calvario comenzó a abarrotarse de gente. Unos con guantes y portando la tabla para arrastrarse, otros con cucuruchos de castañas, perritos calientes y vaso en mano para disfrutar del espectáculo que ofrece una tradición que permanece inalterable en el tiempo.
La velocidad, la osadía y la afluencia de gente se incrementaron a medida que llegaba la noche. El ruido de los silbatos, anunciando cada tabla que llegaba era incesante, igual que las chispas y el olor que soltaban éstas a su paso.
Grupos de amigos lucían camisetas que se habían preparado especialmente para la ocasión de colores e inscripciones variopintas, e intentaban arrastrarse juntos. Muchas veces sin éxito, dada la cantidad de participantes y el cansancio acumulado tras decenas de tiradas y subidas por una vía de gran pendiente. Otros, como ‘Los tea negra’, reivindicaban con su vestimenta roja este tipo de madera para el arrastre, como antaño, dijo a este periódico Julio Rodríguez, uno de sus integrantes.
Los bares y establecimientos de restauración también se llenaron de gente a partir de las 20.00 horas. La cafetería Calvario cerró el martes pasadas las tres de la mañana y ayer se preveía superar ese horario, según la esposa del dueño, Eulemia León García, quien a pesar de ser de Barranco Grande, El Rosario, vive San Andrés como una icodense más.
Un maridaje perfecto
El acto simbólico del descorche de la primera botella de la cosecha del año se celebró en el patio de la Casa de los Cáceres y el mantenedor en esta ocasión fue el viticultor Víctor Rolo. Una vez finalizado, la gente se agolpó en la plaza de la Pila para maridar el arrastre con vino y castañas.
Por primera vez el Ayuntamiento editó una serie de folletos informativos en español, inglés y alemán sobre la festividad de San Andrés y las tablas. En la publicación, de pequeño formato, se anuncian los actos más importantes y se brinda información acerca de una tradición muy arraigada.
Los actos y el arrastre se prolongan hasta hoy, una jornada en la que los icodenses y los visitantes también podrán disfrutar de la Gran Fiesta de los Vinos de Tenerife que se organiza en la calle San Agustín.
Cacharros
Las calles del Puerto de la Cruz, San Juan de la Rambla, y Tacoronte se llenaron ayer de ruido con el arrastre de los cacharros, latas y botes de todos los tamaños atados a un cordel y arrastrados por grandes y pequeños. En los tres municipios se organizaron talleres para que los niños aprendan a construirlos
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