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“No nos vamos a rendir, queremos luchar para derribar las barreras”

Gabriela Casimiro y Sara Díaz, dos estudiantes de la Universidad con discapacidad auditiva, detallan cómo ha sido su periplo de dos meses hasta contar con intérpretes de lengua de signos en sus clases
Sara y Gabriela estudian el Grado de Magisterio en la ULL. SERGIO MÉNDEZ

La ilusión que conlleva iniciar una nueva etapa, como es la formación universitaria, se ha visto truncada en el caso de Sara Díaz y Gabriela Casimiro, dos jóvenes de 18 años procedentes de Icod de los Vinos que tienen una discapacidad auditiva. A pesar de haber avisado al centro de su situación, el pasado julio, la Universidad de La Laguna (ULL) no les ha facilitado un intérprete de lengua de signos hasta este mismo lunes, dos meses después de que iniciaran las clases.

Todo este tiempo no ha sido nada fácil para ellas, como así reconocen en una entrevista concedida a DIARIO DE AVISOS, ya que sienten que han recibido muy poco apoyo, no solo del propio centro, sino de sus compañeros y profesores. “De una clase de más de cien personas me han apoyado solo tres o cuatro”, explica Sara, mientras Gabriela afirma que le ha sucedido prácticamente lo mismo. “Incluso en un trabajo en grupo que tenía que hacer le mandaba mensajes a mis compañeros y no me contestaban, por lo que tuve que pedir al profesor un cambio de grupo”, puntualiza Sara. “Lo peor ha sido sentirme discriminada en este tiempo”, añaden las jóvenes.

Como así detallan, estos dos meses la formación no ha sido la correcta, puesto que aunque podrían asistir a clases no podían seguir las explicaciones de los profesores ni las de sus compañeros. “Se hacen muchos debates y se ponen nota y yo no he podido participar, por lo que tampoco se me ha evaluado”, matiza Sara. Asimismo, Gabriela explica que el lunes tuvo un examen, que contaba para nota, y para el que casi no se pudo preparar.

Ambas, que son amigas desde que tienen tres años, insisten en que antes a este problema nunca les había pasado una situación similar a consecuencia de su discapacidad auditiva, tanto en el colegio o en el instituto como en el entorno con amigos y familiares.

Otro de los aspectos que más le ha afectado es la “falta de interés” del centro académico. “La Universidad no se ha puesto en contacto con nosotras en este tiempo, es lo que más me ha dolido, ni siquiera se han preocupado”, confiesa Gabriela.

Pese a todo, lo tienen claro, ya que aunque, a diario, han pensado en dejar la carrera, van a seguir adelante con sus estudios. En esta decisión han sido apoyadas en todo momento por sus padres, quienes han sido un pilar importante en estos dos meses. “Queremos seguir luchando, romper barreras y que esto no les pase a otros estudiantes”, afirman las estudiantes, quienes recuerdan que no es la primera vez que esto sucede. “No nos vamos a rendir, porque es lo que la Universidad quiere; seguiremos luchando”.
Aunque ya se ha incorporado un intérprete para cada una de las alumnas, Sara y Gabriela consideran que es insuficiente y que sería necesario más personal, ya que son muchas horas de clase seguidas. Además, proponen que también se pueda contar con este servicio en las charlas que se imparten o a la hora de realizar trabajos en grupo. Asimismo, sugieren a la ULL que lleve a cabo un programa más adecuado para la atención de personas con discapacidad.

Sara cursa estudios de Magisterio Infantil. “Me encantan los niños y me matriculé porque quería ser profesora y ayudar a otros niños sordos”, cuenta. Gabriela ha empezado Magisterio de Educación Primaria, también motivada por su interés en dar clases y en el trato con los más pequeños. A pesar de lo ocurrido, creen que no tendrán ningún problema una vez que culminen sus estudios y comiencen a ejercer.

Aunque este comienzo no ha sido fácil para estas dos jóvenes, teniendo que hacer frente a algunos obstáculos, ambas son un ejemplo de superación y constancia para lograr su sueño.

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