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Segunda oportunidad para el Balneario

Santa Cruz se dirige al Gobierno de Canarias para que, antes de acometer el arreglo con 1,1 millones, se definan los usos del edificio
El estado de abandono de la estructura es evidente y el objetivo de los 1,1 millones de inversión es solucionar problemas estructurales en el inmueble, que data de principios del siglo XX. FRAN PALLERO

Para miles de chicharreros el antiguo Balneario de Santa Cruz está asociado a los mejores recuerdos de su infancia. Veranos al sol, con los amigos, la familia, chapoteando en las piscinas o en la playa de callaos.

Un lugar que se convirtió en lo que algunos identificaron como el lugar de veraneo de las clases populares. Sin embargo, el paso del tiempo, el descuido de su estructura, casi lo ha llevado a ser una ruina, y no lo es del todo porque, afortunadamente, el movimiento ciudadano ha salido en su rescate. Esta misma semana se conocía el apoyo del Ayuntamiento de Santa Cruz, a través del Distrito de Anaga, a que este espacio sea recuperado no solo como centro de salud (deseo inicial del Consistorio desde que se habla de recuperarlo), sino que también sea un Centro de Día de Mayores.

Antes, el Gobierno de Canarias, titular de la propiedad, debe cumplir con su palabra, la de reforzar su estructura. La intervención debía haber empezado a finales de este año, tal y como anunció la Dirección General de Patrimonio del Gobierno de Canarias el pasado mes de abril. Entonces, la titular de Hacienda, Rosa Dávila, comprometió un millón de euros para la ejecución de la obra, anunciando que en los próximos meses saldría a licitación y detallando que la recuperación completa supondría más de tres millones de euros. De momento, lo único cierto es que el proyecto de presupuestos de la Comunidad Autónoma para el próximo año recoge 1,1 millones para el refuerzo de la estructura del antiguo Balneario. Una intervención que el Gobierno se comprometió a realizar, después de que tres jóvenes se colaran en el inmueble en 2015, resultando uno de herido de gravedad al caerse un muro interior.

Desde el Ayuntamiento de Santa Cruz, el concejal responsable del Distrito Anaga, José Alberto Díaz Estébanez, explicó a DIARIO DE AVISOS que el motivo de apoyar, ahora, la petición, impulsada por los colectivos de Anaga para que el Balneario también sea Centro de Día de Mayores, obedece a una cuestión práctica: “Creemos que, antes de que el Gobierno de Canarias proceda a ejecutar el aseguramiento de la estructura, sería conveniente que tuviera en cuenta cuál podría ser su futuro destino, ya que siempre es más fácil intervenir sabiendo a qué se va a dedicar porque después es más complicado”. Díaz Estébanez señaló que, una vez que existe la garantía por parte del Gobierno de Canarias de mantener el edificio, “lo razonable es que también se le dé una finalidad”. La propuesta fue apoyada por el distrito después de que el colectivo Hablemos, juntos por San Andrés, la impulsara.

El edil nacionalista cree que la pretensión de algunos de que el balneario vuelva a tener la función para la que fue creado, en su opinión, “es inviable”. “Ya no está al lado del mar, los terrenos han sido ganados por el puerto y en la ciudad existen otras zonas de baño actuales y futuras que suplen la funcionalidad del que fuera el Balneario de Santa Cruz”. En lo que sí coinciden todos, vecinos, concejal y Ayuntamiento en su conjunto, es en que al inmueble se le debe dar un uso social. “Creemos que es el espacio ideal para trasladar a él la Casa del Mar, un centro de salud que se encuentra en condiciones lamentables”, detalla el también edil de Infraestructuras. “A esto se suma la propuesta de los colectivos de Anaga que hemos apoyado y que no es otra que un Centro de Día de Mayores, ya que hay espacio suficientes para ofrecer los dos servicios”, explicó Díaz Estébanez. “Teniendo en cuenta que es el Gobierno de Canarias el titular del centro de salud y que el Cabildo es el responsable de las políticas de mayores en la Isla, lo lógico sería que ambas administraciones se pongan de acuerdo para convertir el Balneario en una auténtico centro de servicios sociales en su sentido más amplio”, añadió. Esta propuesta ya ha sido trasladada al Gobierno de Canarias y al Cabildo de Tenerife.

Recuperación

El Balneario fue construido a principios del siglo XX y hasta su cierre definitivo, en la década de los 80, se convirtió en lugar de veraneo de miles de chicharreros. Hoy es un edificio en ruinas, invadido por la maleza. En él, las familias de Santa Cruz pasaban el verano, tanto en su piscina, testigo de las primeras brazadas de muchos niños, como en la playa de callaos que estaba a su lado y que era la zona de baño de Santa Cruz. Anexa al edificio, se encuentra la residencia José Miguel Delgado Rizo, distribuida en cuatro plantas y que en 1954 la Obra Sindical de Educación y Descanso la inauguraba como punta de lanza del fomento del turismo social, donde la clase proletaria sería la principal beneficiaria.

Al igual que Díaz Estébanez, el alcalde, José Manuel Bermúdez, es de la opinión de que el Balneario ya no es el Balneario, que es imposible recuperar lo que fue. Una idea que se contrapone con la de la plataforma

creada para salvar al Balneario. Desde este colectivo, que recogió firmas y presionó hasta que el Gobierno de Canarias se comprometió con su recuperación, se defiende que el Balneario sí que puede volver a ser lo que fue. “Están las piscinas y se pueden añadir actividades deportivas, como un gimnasio”, detallan. “Además, se puede completar con servicios necesarios para la zona como un centro de día para mayores, una guardería. Hay espacio de sobra”.

Un primer reclamo turístico en los primeros años del siglo XX

Tal y como se recoge en el libro El Balneario de Santa Cruz y sus aledaños, cuya autora es Dolores Hernández Díaz, transcurría el año 1928 cuando en el seno del Ayuntamiento de Santa Cruz, hasta hacía un año capital del Archipiélago, se gestó como proyecto urbano-turístico la construcción de un balneario. Por aquella época, relata la autora, la ciudad se consolidaba como un destino turístico con una importante infraestructura hotelera: había nuevos hoteles de cierta relevancia (Quisisana, Pino de Oro, Olsens Alexandra, Orotava, Colón, Niza, Camacho y París-House), otros de menor categoría y numerosas pensiones y fondas.

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