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El nombre olvidado del Camino Largo en La Laguna

El emblemático paseo de La Laguna cumple 110 años en 2018 desde que se aprobara su nombre oficial, Avenida de la Universidad
La mayoría de las palmeras que bordean el Camino Largo son centenarias y caracterizan a este paseo. Sergio Méndez
La mayoría de las palmeras que bordean el Camino Largo son centenarias y caracterizan a este paseo. Sergio Méndez
La mayoría de las palmeras que bordean el Camino Largo son centenarias y caracterizan a este paseo. Sergio Méndez

El Camino Largo es uno de los espacios más emblemáticos de La Laguna. Lugar de encuentro, de paseo y de refugio natural de la urbe, que en este recién estrenado 2018 cumple 110 años desde que el pleno del Ayuntamiento de La Laguna aprobara por unanimidad denominar a este camino Paseo de la Universidad, su nombre oficial y vigente en la actualidad, con el único cambio de paseo a avenida, y que muchos desconocen.

Probablemente, la foto más antigua del camino, del Centro de Fotografía Isla de Tenerife. Foto Cedida
Probablemente, la foto más antigua del camino, del Centro de Fotografía Isla de Tenerife. Foto Cedida

El Camino Largo es uno de los antiguos senderos que conectaban la ciudad con los terrenos agrícolas de La Vega. Posiblemente, fue abierto entre 1814 y 1831 para organizar el acceso a las distintas parcelas de dicha vega y su trazado discurre por lo que fue el margen sureste del antiguo lago que le da nombre, según recoge el cuaderno de divulgación número 17 de la Fundación Cicop sobre aspectos de la historia, gestión y conservación del Camino Largo, elaborado por Francesco Salomone Suárez y Antonio García Gallo, y presentado el pasado noviembre en el marco de la conmemoración del 18 aniversario del título de Patrimonio de la Humanidad.

Antigua fuente en el paseo, hoy desaparecida, de Filmoteca Canaria. Foto Cedida
Antigua fuente en el paseo, hoy desaparecida, de Filmoteca Canaria. Foto Cedida

“Aunque en esta época el uso habitual del camino fuera el trasiego entre la vega agrícola y la ciudad, o viceversa, cabe pensar que desde mediados del siglo XIX ya fuera utilizado por la población para pasear”, incluso antes de que fuese ajardinado, según recoge el documento. Una situación que se consolidó a principios del siglo XX, cuando el camino comienza a ser lugar residencial y de recreo para la población. La primera vez que se cita el topónimo tradicional del camino en un documento oficial es en las actas de los plenos del Ayuntamiento de La Laguna del 12 y 19 de agosto de 1903.

El jardín, la alameda, tal y como se conoce hoy en día, se realiza ya entre finales del siglo XIX e inicios del XX. En este sentido, la fiesta del árbol de 1907, impulsada por un maestro de escuela, “marca un hito, la del trazado y distribución de las plantaciones, inicialmente de árboles, probablemente falsas acacias, aunque, como se ha comprobado, también se plantan las palmeras que actualmente dominan el camino”.

Casi 10 años después, en 1918, se realizan los primeros trabajos de urbanización, según un proyecto del ingeniero Pedro Pinto de la Rosa y planteado desde la perspectiva higienista de la época. “Son estas dos intervenciones las que básicamente configuran el camino que, con pequeñas variaciones sobre este concepto inicial, llega hasta nuestros días”, afirman los autores.

En lugar de la fuente, en la actualidad hay una pequeña glorieta con una farola. S. M.
En lugar de la fuente, en la actualidad hay una pequeña glorieta con una farola. S. M.

Por esta época, el camino cambia de nombre oficial, al aceptar por unanimidad el Pleno de La Laguna, el 3 de abril de 1908, “la propuesta hecha por carta del intelectual y hombre ilustrado lagunero Manuel de Ossuna y Van den Heede para que se denomine Paseo de la Universidad, y así poner de relieve las universidades radicadas en la ciudad, la de San Agustín, primero, y la de San Fernando, después, siendo, además, el camino lugar frecuentado por el estudiantado universitario”. Efemérides que celebra este año su 110 aniversario.

Posteriormente se siguen acometiendo obras de acondicionamiento, como la eliminación de eucaliptos, la creación de zanjas de evacuación de las aguas pluviales o la reposición de ejemplares, entre otras actuaciones, al mismo tiempo que se desarrollan una serie de actividades culturales y festivas.

En cuanto a la plantación de las palmeras que caracterizan este paseo y centenarias hoy en día en su mayoría, no hay ningún documento que establezca una fecha exacta, pero se cree que “pudieron ser importadas de viveros peninsulares y plantadas, con mucha probabilidad, a comienzos de la segunda década del siglo XX”. Poco a poco, el camino se va dotando de diferentes elementos de mobiliario urbano, como bolardos o bancos sencillos.

Imagen del chalé en forma de castillo que ha sobrevivido hasta hoy en día. S. M.
Imagen del chalé en forma de castillo que ha sobrevivido hasta hoy en día. S. M.

A lo largo del siglo XX, “el camino fue escogido como lugar de residencia por familias de clase acomodada, que fueron edificando importantes viviendas”, como el original chalé en forma de castillo que aún se puede contemplar. En las décadas de los años 20 y 30 la ciudad, y el camino, sufre un auge de visitas, actividades sociales, lúdicas y culturales, como el estreno de la película El ladrón de los guantes blancos en 1926, la primera rodada en Canarias y que incluyó al Camino Largo entre sus localizaciones.

Desde que el Camino Largo adquiere relevancia social, y hasta la actualidad, ha sido objeto de varias obras de mejora, destacando la de 1918, que fue la que le dio al camino el trazado básico que ha llegado hasta hoy. Como curiosidad, en 1932 se instaló una fuente en las intersección de las hoy calle Quintín Benito y avenida Tabares, aunque “parece que no duró mucho tiempo, pues periódicos de 1934 y 1935 reseñan su estado de abandono y falta de mantenimiento”, según se recoge en el texto. “Es de suponer que este hecho, y posiblemente para facilitar el acceso al tráfico rodado en ese cruce, hicieron que se eliminara y fuera posteriormente sustituida por una pequeña glorieta circular con una farola en centro, que se mantiene hasta la actualidad”, añaden los autores.

A partir de la guerra civil española, el camino “pierde protagonismo en las prioridades municipales, si bien se recupera, y con vigor, en el periodo democrático”, con la construcción, en 1982, del parque de la Constitución. El camino está incluido en el catálogo de protección del PGO de La Laguna, así como en el catálogo de árboles y arboledas monumentales del Cabildo de Tenerife. Sin embargo, los autores del documento alertan de la presencia de la fusariosis, una enfermedad presente en algunas de las palmeras del camino, así como la necesidad de estar vigilantes con la plaga denominada picudín o diocalandra, que, afortunadamente, no ha sido aún detectada en el lugar.

Valor significativo

Para el presidente del Cicop, Miguel Ángel Matrán, lo importante del “valor significativo del Camino Largo para los laguneros no se limita a tenerlo como bien cultural o a su significado en el contexto histórico-artístico. Para los ciudadanos, los valores significativos incluyen también los ambientales, estéticos y urbanos, y en lo que se refiere a valores inmateriales, los sentimentales”.
“El Camino Largo, relacionado con la formación de la ciudad histórica, es un espacio de un alto valor significativo, no solo por su aportación objetiva a la historia de La Laguna, sino por el aspecto subjetivo de cómo lo han percibido generaciones y generaciones, siendo al final este valor el más sostenible, ya que, a pesar de los cambios, el valor significativo que atribuye la población a los diferentes elementos de este camino son de un claro carácter simbólico”, añade.

El ‘castillo’ residencia del intelectual Domingo Cabrera Cruz

Una de las construcciones más llamativas que ha sobrevivido hasta hoy es el chalé en forma de castillo que fue residencia del intelectual tinerfeño Domingo Cabrera Cruz, un regalo a su esposa, Laura de la Puerta Guillén. Se desconoce la fecha exacta de su construcción, pero la solicitud se presentó en el Ayuntamiento en noviembre de 1912. Doña Laura, profesora y directora de la Escuela Normal Superior, falleció en 1949 y en 1950 se colocó, como homenaje, un anillo de bronce con su nombre y su efigie en el tronco de la primera palmera del tramo donde se encuentra la casa, y que sigue estando ahí.

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