mis queridos amigos y enemigos

Los extraordinarios años 70

Fueron unos años mágicos, aunque no tanto como la década anterior. Yo simultaneaba mi trabajo en el periódico ‘La Tarde’ con Televisión Española, donde hacía los deportes
Hogar Canario de Caracas, 1971. En el centro de la foto, Santiago Puig junto a su entonces novia, Noelia, y la hermana de ésta. El tercero, de izquierda a derecha, es Quico Gutiérrez. DA
Hogar Canario de Caracas,                 1971. En el centro de la foto, Santiago Puig junto a su entonces novia, Noelia, y la hermana de ésta. El tercero, de izquierda a derecha, es Quico Gutiérrez. DA
Hogar Canario de Caracas, 1971. En el centro de la foto, Santiago Puig junto a su entonces novia, Noelia, y la hermana de ésta. El tercero, de izquierda a derecha, es Quico Gutiérrez. DA

Los setenta fueron años mágicos, aunque quizá no tan mágicos como la década anterior. Yo simultaneaba en esos años mi trabajo en el periódico La Tarde con Televisión Española, donde hacía los deportes en los telediarios. Sustituí a Paco Álvarez en la pequeña pantalla, mientras que en Las Palmas se ocupaba de la actividad el incombustible Pascual Calabuig. Televisión en blanco y negro, naturalmente, aunque luego pasamos al color. Un color apagado, unas cámaras enormes, una realización precaria y un gasto de teléfono estremecedor.

Lo explico: no había control sobre los teléfonos y todo el mundo iba a llamar a la redacción de TVE. Las conferencias con Venezuela eran de las de larga duración. Y todo lo pagaba la tele. Había un jefe de compras, un tal Santana, que compraba de todo y las cosas más absurdas. Nos venía a pagar un tío de Las Palmas y a todos se nos iluminaban los ojos cuando lo veíamos aparecer. Era un vacilón el día que llegaba el hombre con una maleta llena dinero. Se nos alegraba la vida, la verdad.

En esto que una joven tinerfeña del barrio de El Toscal, Noelia Afonso, se proclama Miss España, me parece que en Valencia, y luego gana el certamen de Miss Europa en Grecia. Noelia, que es amiga mía, era un pivón, que fue contratada por el promotor catalán Rafael Puig para promocionar la entonces incipiente Playa de las Américas, la urbanización entonces más importante de Canarias.

La nueva miss fue jaleada por las instituciones tinerfeñas, invitada a todas partes y homenajeada constantemente. En Las Palmas se palpaba la envidia, era patente. Fue todo un triunfo de la mujer tinerfeña. Noelia paseó el nombre de Tenerife por todos lados y en todos ellos dejaba constancia de su simpatía y saber estar. Este título condicionó su vida, porque conoció al que luego iba a ser su marido. “Desde que me conoció, Santiago no me dejó de acompañar jamás”. Santiago Puig era entonces un joven economista, hijo único de Rafael Puig, ya citado, y de su esposa, Sofía, que felizmente vive.

Y llegó el viaje a Venezuela. La compañía Trasatlántica, que era la que mantenía las líneas regulares entre el puerto de Tenerife y el de La Guaira invitó a Noelia Afonso a visitar Venezuela, como una especie de homenaje a la colonia canaria.

La familia decidió que la acompañara su hermana Elba, como carabina, para que no fuera sola y más si iba a viajar su novio. Noelia me contaba hace tiempo: “Santiago no estaba decidido a dejarme sola, así que compró un billete y se fue con nosotros en el barco y nos acompañó, a mi hermana y a mí, durante todo el viaje a Venezuela”.

Quico Gutiérrez, mi compañero, periodista radiofónico, tantos años residente en Caracas, me ha conseguido una foto de ese viaje, tomada en el Hogar Canario de la capital venezolana. “Fue un viaje muy divertido”, me dice Noelia, “porque el cariño que recibimos allí fue muy grande, lleno de emociones”. Poco tiempo después, Noelia AfonsoCabrera y Santiago Puig Serratusellse casaban, tras un corto noviazgo.

Los setenta fueron, además, importantes en el terreno informativo. En mayo de 1976, el DIARIO DE AVISOS se trasladaba desde La Palma a Tenerife. Un grupo de agricultores ligados a la Caja Rural de Tenerife se lo compró a otro agricultor de La Palma, Antonio Carrillo Kábana. Fue una aventura apasionante, que tardó en consolidarse porque los permisos de Madrid (entonces necesarios) no llegaban. A Pedro Modesto Campos, Pepe Capón y Pepe Fumero, que llevaron a cabo las gestiones fundacionales, los echó prácticamente del despacho un tal Alejandro Fernández Sordo, que era director general de Prensa. Un fiel de Manuel Fraga Iribarne. Por fin, gracias a las influencias de gente de la época, llegó el permiso, a poco de morirse Franco. Pedro Modesto Campos había sido procurador en Cortes durante varias legislaturas y Fumero ocupaba cargos en las asociaciones exportadoras de plátanos. Finalmente consiguieron el ansiado permiso.

No voy a hacer un relato de todo lo que pasó en los setenta. Ustedes pueden buscarlo en la Internet. En 1976 entré yo en este periódico. Se cabrearon mucho en el vespertino La Tarde cuando los abandoné, pero es que aquí me pagaban el doble y yo ya me había casado. Necesitaba el dinero para vivir. Recuerdo la bronca de Alfonso García-Ramos, que era mi amigo y había sido testigo de mi boda, cuando le dije que me iba al nuevo periódico.

Yo creo que nunca me lo perdonó, aunque muchas veces coincidimos y siempre me trató muy bien. Incluso, viajamos juntos por Inglaterra, en un periplo de promoción turística, ya él enfermo de la dolencia que le llevó a la tumba. Hay unas fotos de un encuentro entre hombres y mujeres que celebramos en un polideportivo de Bradford, donde aparece Alfonso, que jugó de portero con gorra, zapatos y calcetines de calle y creo que con un puro en la boca. Aquello fue una juerga y el partido contó con la asistencia de un montón de agentes de viaje británicos. Jugaron también Lorenzo Dorta, Juanjo Iglesias, Salvador González, Paco Ortega, Guillermo Acosta. Algunos, lamentablemente, como Alfonso, Salvador y Guillermo, han muerto.

Para mí, aquellos años eran mucho más divertidos, quizá por los años que uno tenía. No recuerdo en qué año exactamente se celebró aquel famoso encuentro -famoso para nosotros-, pero fue en el mismo viaje, yo creo, en que nuestro avión, un VikkerViscount cuatrimotor, casi se cae al mar, en medio de una impresionante tormenta, en un vuelo entre Belfast y Edimburgo.

Inolvidable partido en Bradford. Alfonso García-Ramos, con gorra, abraza a una rival. En la fila de abajo puede
Inolvidable partido en Bradford. Alfonso García-Ramos, con gorra, abraza a una rival. En la fila de abajo puede verse, entre otros, a Juanjo Iglesias y Lorenzo Dorta. Yo soy el último de la derecha. DA

Las azafatas lloraban, los paquetes, bandejas de comida y bolsos de mano volaban por toda la cabina. El otro día lo recordaba,en un almuerzo en Garachico, con dos supervivientes, Juanjo Iglesias y Lorenzo Dorta. Cuando llegamos a Belfast, nuestro hotel, el Europa, estaba lleno de sacos de arena en su fachada porque días antes había estallado una bomba del IRA en el lugar, que había acabado con varias vidas. Aquello parecía un cuartel inglés en la II Guerra Mundial. Era terrible, nos sentíamos prisioneros en nuestras habitaciones y en el hall. Éramos conscientes de que nos habíamos escapado de un accidente aéreo, pero que podíamos morir por causa de una bomba del Ejército Republicano Irlandés.

Pero aun así se celebró la promoción de Tenerife en Belfast y fue todo un éxito. Cuando posteriormente llegamos a Edimburgo comenzamos a comprar como locos, toallas, banderas, vasos y pins con los colores de Escocia, que son los mismos que los de Tenerife. Aquella promoción se realizó cuando flojeaba el turismo británico a la isla de Tenerife y fue todo un éxito, pero casi nos cuesta la vida, por partida doble, tanto en el avión como en la ciudad de Belfast.

Son, como digo, recuerdos de los setenta. Cada época tiene sus vivencias. Yo los colecciono en la mente, porque en esa época hacía pocas fotos, aunque alguna sí que tengo, las suficientes para trasladar a ustedes estas memorias. Y cuando me fallan, acudo a los amigos. Estas fotos me sirven para refrescar los recuerdos, que siempre, o casi siempre, son gratificantes.

Ahora ya no nos invitan a los periodistas a esas promociones, porque los políticos de hoy no quieren que demos fe de lo que hacen cuando viajan a costa del erario público. Yo he hecho viajes en donde se veía claramente cómo trabajaban los políticos que no cobraban sueldos y cómo luchaban por Canarias y por Tenerife éstos y los agentes de viaje, directores de hotel y tanta gente del sector. Lamentablemente, algunos ya nos han dejado.
Otro día les contaré nuestra visita a una de las ciudades más bellas que conozco, la danesa Billund, sede de la fábrica de juguetes Lego. Ahí tuve ocasión de conocer al patrón de Tjaerborg, el pastor Krogager, que fundó una de las organizaciones de viajes más importantes de Europa y una compañía aérea, partiendo de excursiones con gente de su parroquia. Fue un hombre que hizo mucho por Canarias, una persona interesantísima, a la que tuve el honor de conocer, en su propio y modesto despacho del edificio desde el que dirigía su gran organización.

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