El anterior mandato concluyó con un concurso en marcha para redactar el proyecto de rehabilitación del Templo Masónico, inmueble único en España y Europa, declarado Bien de Interés Cultural (BIC) y testigo de la historia de Santa Cruz a lo largo de los siglos XX y XXI. Desde centro de la masonería a símbolo de la represión franquista, convirtiéndose en un almacén de armas y farmacia, para, en pleno 2018, alzarse casi en una ruina, con graves desperfectos en su fachada y en su interior, visibles a simple vista. Una situación que llevó, ya en el actual mandato, a su cierre, después de que durante un breve periodo de tiempo se pudiera visitar.
Pasados casi cuatro años de aquel primer intento por sacar adelante una rehabilitación, la Gerencia Municipal de Urbanismo no termina de resolver un concurso que anuló alegando un desencuentro entre la mesa de contratación y la de expertos, que se había incluido para apoyar la decisión que se tomara, dada la importancia del inmueble y su particular arquitectura. Dos recursos de alzada se han presentado en contra de esa decisión de anular el concurso, que mantienen paralizado el expediente.
A raíz de una pregunta formulada por el concejal del PSOE Florentino Guzmán Plasencia para saber en qué punto se encuentra este asunto, suspendido desde septiembre del año pasado, se ha conocido que la intención, porque parece que aún no ha sido ejecutada formalmente, es rechazar ambos recursos para que, una vez comunicada la decisión, sea el área de Patrimonio la que proceda a la redacción de unos nuevos pliegos que permitan adjudicar la redacción, que no las obras, de ese proyecto.
Si todo transcurriera en tiempo y forma, este año solo podría adjudicarse ese concurso, para luego licitar las obras. De ser así, como lamenta Plasencia, “estamos hablando de que el Templo Masónico tendrá que esperar al próximo mandato para su rehabilitación”. Y eso siempre que las dos empresas que han decidido presentar los citados recursos de alzada no decidan acudir al juzgado y prolongar aún más esta situación.
Sin embargo, este “esperpento” de licitación, de “locura autoinfligida”, como lo han denominado algunos de sus protagonistas, demuestra que la voluntad política es tan importante o casi más que la propia Ley de Contratos del Sector Público para sacar adelante una rehabilitación tan importante y cara, todo hay que decirlo, como la del Templo Masónico. Porque, de la lectura del citado expediente, al que ha tenido acceso DIARIO DE AVISOS, se llega a la conclusión de que esa voluntad en un momento determinado dejó de existir.
Siguiendo el eje temporal de este concurso, se observa que los problemas empiezan nada más abrirse el sobre número dos, el que contenía los proyectos. Se habían presentado siete ofertas, que debían pasar a ser examinadas por el comité de expertos. Sin embargo, se decide que este órgano asesor de la mesa de contratación, formado por seis personas, no es el adecuado, puesto que no cuenta con arquitectos capaces de valorar de forma apropiada las ofertas, algo que, por otra parte, nadie recurrió inicialmente, a pesar, incluso, de que el citado comité admitió carecer de conocimientos técnicos. Se modifica sobre la marcha, y tampoco nadie recurrió.
Lo que si alegaron cuatro de las empresas es que había otras que no cumplían con los requisitos de la convocatoria. Exactamente, que se habían pasado en el número de páginas que resumen sus currículos y/o experiencia, una de las cláusulas que viene recogida en el pliego, por lo que pidieron su exclusión de la licitación. La mesa de contratación, una vez que verifica que, efectivamente, cuatro de las ofertas tienen más páginas, decide remitirlas a la nueva comisión técnica, ya con dos arquitectos, pero se les indica que las empresas que se han pasado justificando su currículo y experiencia no recibirán puntuación por ese apartado y sí por el resto.
El 27 de julio del año pasado, el comité de expertos finalmente decide no emitir valoración alguna sobre las ofertas, por “no compartir” el criterio de exclusión apuntado por la mesa de contratación. “Se falla de forma contraria al criterio de proporcionalidad y de forma, dicho respetuosamente, lesiva a los intereses de esta institución”, reza el acta de ese día, proponiendo el desistimiento y la redacción de nuevos pliegos.
Las alegaciones presentadas por alguna de las empresas a este anuncio, que se contienen en el citado expediente, muestran que todos sabían en qué condiciones se presentaban y lo hacían confiando en la “profesionalidad” para elegir la mejor oferta. El posicionamiento de la mesa de expertos dio argumentos, aún queda por ver si suficientes, a la Gerencia de Urbanismo para salir del lío en el que se había metido.
Mientras, el Templo Masónico, como muestran las imágenes que acompañan a este reportaje, es el mejor ejemplo de que la falta de voluntad política se paga.
“Tres años después, el concurso sigue parado”
Florentino Guzmán Plasencia (PSOE) lamenta el “poco interés” demostrado por el Ayuntamiento para impulsar definitivamente la rehabilitación del Templo Masónico. “Dejamos el concurso encaminado y, más de tres años después, sigue paralizado”.