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“La única discapacidad peligrosa es no tener corazón”

Alrededor de 1.200 personas, procedentes de 14 colegios o asociaciones, recorren el centro de Santa Cruz para exigir la igualdad para todos los niños y jóvenes con discapacidad
Más de un millar de personas apoyó la marcha convocada por los colectivos de la discapacidad. David Núnez
Más de un millar de personas apoyó la marcha convocada por los colectivos de la discapacidad. David Núnez
Más de un millar de personas apoyó la marcha convocada por los colectivos de la discapacidad. David Núnez

“La única discapacidad peligrosa es no tener corazón”. Esta es una de las frases escritas en las pancartas que portaron ayer las cerca de 1.200 personas procedentes de unos 14 centros escolares y asociaciones de toda la Isla que reclamaron en el centro de Santa Cruz la accesibilidad universal para niños y jóvenes con alguna discapacidad. La I Caminata por la Igualdad, organizada por los colectivos de discapacidad de Canarias, contó con la colaboración y el apoyo de numerosos colegios y entidades, que quisieron también vestirse de naranja (el color que identifica este movimiento) y salir a la calle para exigir que todos los pequeños tengan las mismas oportunidades.

La marcha, que partió sobre las 10.30 horas desde la plaza de Weyler de la capital tinerfeña, recorrió la calle del Castillo para concluir en la plaza de España, a las puertas del Cabildo, en donde se leyó un manifiesto. En el texto reclamaron, en nombre de todos los menores con discapacidad, “ser niños y jóvenes como los demás, participando de las actividades que se programan”, a la par que “el derecho a estudiar como el resto”. Otra de las peticiones del colectivo es poder participar en propuestas de ocio, culturales y deportivas, al igual que el resto de niños, debido a que denuncian la escasez de programación adecuada y que facilite la inclusión para personas con alguna discapacidad, física o intelectual.

Los colegios Echeyde, Escuelas Pías, Hispano Inglés y Montessori, y asociaciones como Apanate, Hermano Pedro o Aspronte, fueron algunos de los centros que no quisieron perderse la marcha para visibilizar la falta de accesibilidad. Los pequeños, con las caras pintadas de naranja y con pancartas elaboradas por ellos mismos, eran conscientes del objetivo de formar parte del recorrido. “Queremos pedir que todos los niños sean iguales”, decían algunos de los escolares. “Venimos por todas las personas que no pueden caminar”, comentaba otra de las pequeñas caminantes.

Bajo los gritos de “todos los niños somos iguales” o “igualdad”, los más de 1.000 participantes fueron inundando la calle del Castillo y despertando el interés de los transeúntes. Sus pancartas, con frases como “la discapacidad es la capacidad de ser extremadamente capaz” o “la única discapacidad peligrosa es no tener corazón”, no necesitaban más explicaciones.

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