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Ten piedad de Venezuela

La última medida de Maduro, quitarle cinco ceros a la moneda nacional, se produce en medio de una crisis social y política, el éxodo a países vecinos, y el intento de un supuesto atentado contra su persona
Los venezolanos temen que el nuevo plan económico puesto en marcha por el gobierno de Maduro agrave todavía más las consecuencias de la fuerte crisis que sufre el país, y que ha obligado a muchos ciudadanos a marcharse para poder sobrevivir. El Español
Los venezolanos temen que el nuevo plan económico puesto en marcha por el gobierno de Maduro agrave todavía más las consecuencias de la fuerte crisis que sufre el país, y que ha obligado a muchos ciudadanos a marcharse para poder sobrevivir. El Español
Los venezolanos temen que el nuevo plan económico puesto en marcha por el gobierno de Maduro agrave todavía más las consecuencias de la fuerte crisis que sufre el país, y que ha obligado a muchos ciudadanos a marcharse para poder sobrevivir. El Español

Nicolás Maduro ha implementado su última gran decisión económica para reforzar una economía que desde hace décadas va en caída libre: quitarle cinco ceros al bolívar, la moneda nacional de Venezuela que a partir de ahora tendrá apellido: soberano.

El bolívar soberano, cuya circulación el gobierno oficializó el lunes, nace con el propósito de reducir la hiperinflación y la subida descontrolada de los precios que ahoga día a día a los venezolanos.
La reconversión monetaria se incluye en el denominado ‘Programa de Recuperación Económica, Crecimiento y Prosperidad’ con el que Maduro pretende derrocar a la “guerra económica” de la derecha venezolana. Pero no está acompañada de otras medidas que, según los expertos económicos, son un requisito fundamental para alcanzar el objetivo deseado.

La más importante: el fortalecimiento del mercado interno. Por el contrario, trae aparejada una subida de impuestos que afectará al IVA de algunos artículos y a las transacciones financieras, que harán aún la vida más difícil en medio de la grave crisis que atraviesa el país.

Como ejemplo, sirva que la canasta básica actual de Venezuela días antes de la reconversión, costaba 295.821.795 bolívares, según el Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores (Cenda), cuando el sueldo mínimo es tan solo de 5.196.000 bolívares, el equivalente a 1,30 dólares. Con el nuevo sistema, Maduro propone aumentarlo a 1.800 bolívares soberanos, unos 30 dólares. Sin embargo, para que las empresas privadas puedan pagar estos salarios tendrían que aumentar los precios entre 6 y 10 veces más que la cifra actual y eso podrían generar otro ciclo de hiperinflación peor a la que se vive actualmente, explicó en su informe del lunes CCN Español.

El presidente venezolano se ha lanzado a la piscina y lo ha hecho sin tener en cuenta las terribles consecuencias que su última madurada puede tener. Apenas lanzó el “paquetazo rojo”, como lo llaman algunos sectores de la población, los precios comenzaron a dispararse con graves consecuencias para los empresarios ante la orden gubernamental de no subirlos.

La misma cadena de televisión informó el jueves que ya habían arrestado a dos comerciantes de una cadena de supermercados por haber ajustado los costos, tras las inspecciones realizadas a más de 2.600 empresas que emprende el Gobierno junto con grupos de élite de la policía nacional y más de 60 fiscales del Ministerio Público. Otro efecto de la medida sobre la población ha sido el aumento de la gasolina, que rápidamente dejó de ser la más barata del mundo. El primer incremento que se produce en dos décadas por miedo a un nuevo caracazo. El mandatario dijo que este producto, fuertemente subvencionado en el país andino, debe venderse a precios internacionales, y anunció un nuevo sistema de subsidio directo a través del llamado ‘carnet de la patria’, un controvertido censo que la oposición ha denunciado al considerar que se trata de un medio para controlar a la población y del que muchos venezolanos no disponen. Mayoritariamente, miembros de la oposición, quienes deberán pagarla al precio de los mercados internacionales, muy por encima del que rige en Venezuela.

Es la segunda reconversión monetaria en diez años. La primera fue implementada por Hugo Chávez y no dio los resultados esperados. Tampoco lo hizo en aquellos países latinoamericanos que la aplicaron tras los procesos inflacionarios e hiperinflacionarios que sufrieron en las décadas de los 70 y 80, heredados en la mayoría de los casos por gobiernos militares, y que además tuvieron un alto costo político.

Bastan tres ejemplos. En Argentina supuso la estrepitosa caída de Raúl Alfonsín (1983-1989), que tuvo que convocar elecciones anticipadas y lo mismo ocurrió en Bolivia con Hernán Siles Zuazo (1982-1985), quien no pudo finalizar su mandato de cuatro años ahogado por el trauma de la hiperinflación, el mismo que asfixió a José Sarney y lo hizo perder las elecciones frente a Fernando Color de Mello. Durante los cinco años al frente de la presidencia de Brasil, (1985-1990) circularon en el país tres monedas diferentes: el cruceiro, el cruzado y el nuevo cruzado.

Venezuela sufre una grave crisis económica que golpea duramente a la ciudadanía pese a que su potencial de riqueza todavía es inmenso, igual que la falta de límites de quien la gobierna, impasible ante el grito de ‘Ten piedad’ del pueblo.

Críticas de chavistas

El contexto que Maduro ha elegido para poner en marcha su polémico plan económico coincide con las duras críticas que está recibiendo por parte de los suyos. El exministro de Finanzas en el gobierno de Hugo Chávez, Rodrigo Cabezas, ha desacreditado la estrafalaria gestión de Maduro, según un artículo de El País publicado el 27 de julio.

Cliver Alcalá, un militar que acompañó a Chávez desde que este fundó un movimiento político clandestino dentro del Ejército, dijo en una entrevista al periódico El Comercio, de Perú, que el presidente “es un tirano” que “cada día tiene más dificultades para conservar el poder”, “que está cercado por sus propios colaboradores” y que “teme que su propia gente lo mate”. Casualidad o no, el líder populista sufrió el 4 de agosto un atentado cuando dos drones de uso industrial fueron cargados con explosivos y puestos a volar durante un acto militar en el que participaba.
Todavía hay quienes dudan de que este ataque haya sido real. Lo que sí es cierto es que ha sido aprovechado por el Gobierno para actuar contra militares que considera desleales y aquellos que quiere eliminar políticamente, como los diputados opositores Juan Requesens y Julio Borges. El primero lleva preso desde comienzos de mes, mientras que el segundo está exiliado en Bogotá y sobre el cual pesa una orden de captura. Por eso no resultan descabelladas las hipótesis que apuntan a que el atentado ha sido montado por el propio Ejecutivo para convertirse en víctima, arremeter contra la oposición y amenazarla. Sobre todo, si se tiene en cuenta la rapidez con la que mostró las pruebas y realizó las detenciones. Ya van más de 43 implicados en apenas 20 días de magnicidio frustrado, confirmó el miércoles al periódico El Universal el Fiscal General de Venezuela, Tarek William Saab.

La escasez de alimentos básicos y medicamentos, hospitales que son a diario objeto de impactantes imágenes, con niños durmiendo en cajas de cartón en los pasillos, y en el que la violencia crece a diario como consecuencia de todo lo anterior, ha obligado a muchos venezolanos a huir de la compleja coyuntura que azota a su país y emigrar a otros vecinos para poder sobrevivir. La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ha advertido de que este éxodo podría alcanzar niveles similares a la sufrida en el mar Mediterráneo.

Colombia, Ecuador, Brasil, Chile y Perú son los destinos más elegidos, pero en los últimos días han decidido restringir sus fronteras con fuertes controles de pasaportes. Como contrapartida, el ministro de Información, Jorge Rodríguez, invita a que regresen porque son “necesarios para la recuperación”.

Una recuperación que la mayor parte de la población ansía pero “sin un chófer que nos lleve al borde del precipicio”, como definió a Maduro Miguel Henrique Otero, el presidente editor del periódico El Nacional, exiliado en Madrid.

En una carta publicada en El Español, Otero reclamó “una respuesta inmediata de la sociedad organizada”, para poder luchar contra el régimen y volver a recuperar la esperanza.
Para ello, es indispensable terminar con una oposición dividida, que no ha sabido convencer a la población de la necesidad de un cambio, y con una sociedad que entiende mal el populismo, no cuestiona al gobierno, se resigna a vivir con inestabilidad política y económica, y permanece indiferente ante el desafío diario a la Constitución y al orden internacional.
Si Venezuela no lo consigue, habrá Nicolás Maduro para rato.

1,6 millones de personas se han ido del país en los últimos tres años

Naciones Unidas calcula que más de 1,6 millones de venezolanos han salido de la república caribeña en los últimos tres años para escapar de la crisis económica y política. El 90% se encuentra en los países de la región, sobre todo en Colombia.

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