la laguna

La Punta homenajea a las víctimas del Berge Istra

El Ayuntamiento inaugura una placa en memoria de los fallecidos en 1975 en el accidente del buque, en el que sobrevivieron los tinerfeños Imeldo Barreto y Epifanio Perdomo
Imeldo Barreto y Epifanio Perdomo, ayer con familiares, vecinos y el alcalde. / SERGIO MÉNDEZ

El 18 de enero de 1976, un pesquero japonés rescató a los tinerfeños Imeldo Barreto y Epifanio Perdomo de la balsa en la que llevaban 20 días a la deriva, tras el naufragio del buque Berge Istra el 30 de diciembre de 1975. En el accidente murieron 30 tripulantes, diez de ellos canarios, y solo sobrevivieron Imeldo, vecino de Punta del Hidalgo y con 41 años en aquel entonces, y Epifanio, que tenía  38 años y es vecino de Taganana. Una tragedia, a la vez que un milagro que salvó a estos dos tinerfeños, que el Ayuntamiento de La Laguna ha querido recordar, con el apoyo unánime del Pleno, con una placa (en la plazoleta de Punta del Hidalgo ubicada entre el hotel Altagay y el restaurante La Caseta) a título honorífico en memoria de las personas que sufrieron este accidente.

La placa fue descubierta ayer, en un emotivo acto en el que estuvieron el alcalde, José Alberto Díaz, junto con el concejal Agustín Hernández, el portavoz de Unid@s se puede, Rubens Ascanio, y la edil del grupo Idaira Afonso; y protagonizado por los dos supervivientes de la tragedia, quienes estuvieron acompañados por familiares y vecinos.

“Fue duro, lo pasamos mal, hambre, frío, no teníamos ni ropa ni nada que ponernos, y por la noche hacía frío y por el día mucho calor y sol. Eso lo recuerdo mucho. Pero gracias a Dios estamos aquí”, afirmó ayer Imeldo Barreto.

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El buque, uno de los mayores cargueros del mundo, se hundió en el océano Pacífico, al sur de Filipinas, el 30 de diciembre de 1975 cuando se dirigía desde Brasil al puerto japonés de Kimitsu. “El contramaestre me llevó a proa y cuando estaba allí de buenas a primeras oí un fuerte golpe y luego un compañero y yo soltamos la balsa e intentamos cogerla para tirarla al agua pero no pudimos porque el barco quedó completamente escorado. Entonces subimos a proa y recuerdo que iba nadando, me di un golpe en la cabeza y ya no supe más nada”, rememoró ayer Epifanio. “El barco se escoró mucho y se iba al fondo -añadió Imeldo-, y entonces me agarré del pasamanos porque ya no se podía caminar. Ya cuando el agua me llegó a los brazos, me solté y empecé a nadar, no es fácil salir de los remolinos que forman esos barcos, pero yo, no sé cómo, subí a flote. Y lo primero que vi fue la balsa y pude cogerla y empecé a gritar a ver si había náufragos y cerca de la balsa salió un hombre y vi que era Epifanio y lo embarqué y empecé a reanimarlo, y aquí lo tengo al lado”.

“Fui recobrando el conocimiento, y me vi la sangre por la cara y escupía sangre y yo le decía: Imeldo, estoy reventado, y me voy a morir. Y él me decía que no, que era de la cabeza, donde me había dado un golpe. No quiero recordar nada de eso. Pasé mucha hambre, muchas fatigas, y así cogí los nervios que tengo, porque soy una persona muy nerviosa desde el accidente”, indicó Epifanio.

Tras una semana, el 7 de enero de 1976, se declaró la desaparición del barco, pero la operación de búsqueda no permitió localizar ningún rastro de la nave, suspendiéndose el 16 de enero de ese año. Treinta personas perdieron la vida, de los que diez eran canarios. Dos días después, el 18 de enero, Imeldo Barreto y Epifanio Perdomo fueron rescatados por un pesquero japonés tras haber sobrevivido durante 20 días en una balsa, sin más provisiones que cuatro litros de agua, unas galletas, unos cuantos caramelos y el pescado que lograban pescar, según relató DIARIO DE AVISOS en un reportaje con motivo del 40 aniversario de este accidente. Duros momentos de desesperación, hasta que fueron rescatados al noreste de Australia, a casi 500 millas del lugar del accidente.

Volver al mar

Una traumática experiencia que, sin embargo, no impidió que Imeldo volviera al mar. “Había que trabajar y que comer y me dediqué a la pesca. Hice un barco y volví al mar”, relató, con tan mala suerte que, en torno al año 1995, “por fuera de Santa Cruz un barco me embistió, yo me tiré al agua antes y no podía volver al barco, que había dejado en marcha, y tuve que ir nadando hasta el muelle. Tardé más de tres horas hasta que llegué a tierra, y toda la gente estaba de fiesta porque era martes de Carnal, y yo fui corriendo hasta que llegué al bar El Capricho y me bebí una copa de coñac y un café y llamé a mi hermano”. Otro milagro que sumar.

“Ha sido un milagro tras otro”, destacó el alcalde en este sentido, quien aseveró que, con este acto y este reconocimiento, “aportamos nuestro granito de arena para que la población y la historia no olviden este suceso ni a sus protagonistas”.

Imeldo Barreto y Epifanio Perdomo también recibieron ayer la medalla del municipio de La Laguna, una distinción con la que se quiere reconocer la valentía de estos dos tinerfeños, cuya historia se recoge en el documental titulado Los náufragos del Berge Istra, dirigido por Víctor Calero y rodado en 2015 frente a las costas de La Punta, y que volvió a subir a los supervivientes a la misma balsa.

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