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Rubén Castro, 5.398 días después

“Ya no me importa marcar o no al Tenerife”, dice el delantero grancanario, que en la temporada 2003/2004 afirmó querer “hundir un poco más” a los blanquiazules antes del derbi en el Heliodoro

Rubén Castro tenía solo 22 años cuando su equipo, la UD Las Palmas, visitó en el Rodríguez López a un necesitado CD Tenerife. Quizás por esa juventud, Castro se lanzó, reconociendo querer “hundir un poco más” a los blanquiazules, algo que contrasta con lo que desvelaba ayer: a sus 37 años, al atacante no le importa marcar o no a los de José Luis Oltra.

Pese a que ha sido uno de los protagonistas de esta semana, Rubén prefiere no meterse en charcos, ídolo de la afición amarilla, es consciente de que los suyos necesitan, como el Tenerife, un triunfo que cambie su dinámica, aunque, en esta ocasión, sin hacer demasiado hincapié en el rival: “Esta semana es la idónea para conseguir una victoria. En un partido de estos tenemos que correr más que ellos”.

Habiendo anotado ocho goles en 17 partidos, Castro sabe que tiene que dar más para los suyos aunque, a diferencia que en aquella campaña, en esta ocasión no le resulta tan importante poder anotar. “Ya no le doy tanta importancia el marcar o no al Tenerife, como antes. En mi cabeza sólo está conseguir la victoria con el equipo, que es lo más importante. Daría igual quien marque los goles”, indicó al portal www.tintaamarilla.es, marcando una clara distancia con lo que sucedió aquel 7 de marzo de 2004 en el Heliodoro.

“Nos hizo un favor”

El Tenerife llegaba a aquella cita instalado en la décimo novena posición, mientras que Las Palmas era décimo quinta. Era un duelo de necesitados y los blanquiazules, con Martín Marrero en el banquillo, necesitaban una chispa, que llegó en forma de declaración de Rubén Castro en Onda Real, emisora grancanaria. La transcripción de esas palabras fueron colgadas del vestuario del Tenerife, cuyos jugadores, como ellos mismos reconocerían posteriormente, se vieron heridos en su orgullo.

“Al final, Rubén nos ha hecho un favor”, dijo Vitolo una vez acabado el partido, mientras que César La Paglia se limitó a apuntar que “los clásicos” deben “ser disputados así” en referencia a la motivación de su equipo: “Yo solo me fijo en mis compañeros, en la pasión de nuestra grada y en lo que hagamos nosotros”.
Lo cierto es que aquello cambió la dinámica del Tenerife y empeoró la amarilla. A partir de ese triunfo, los blanquiazules comenzaron a escalar posiciones, concluyendo la temporada en la octava plaza, mientras que los amarillos bajaron a Segunda B en aquel curso.Castro fue pichichi de la categoría, con 22 tantos, lo que le valió firmar por el Deportivo de La Coruña.

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