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Los niños de Samaná ya van en guagua al colegio

La Asociación Villa Feliz, creada por varios juristas tinerfeños en septiembre de 2018, logra su objetivo de comprar, mediante donaciones solidarias, un vehículo para que escolares dominicanos no tengan que caminar hasta 10 kilómetros cada día para ir a clase
#Los escolares celebraron por todo lo alto la llegada de la guagua. DA

Las caras de los niños y niñas de Samaná lo decían todo en el momento de ver la guagua. Ninguno podía disimular la expresión de ilusión y emoción en sus rostros al contemplar por primera vez el vehículo que desde esta misma semana los lleva y los trae de la Escuela Primaria Ramón Balbuena de Sección Acosta, en la localidad del Tesón, donde estudian 324 alumnos en una de las zonas más desfavorecidas de República Dominicana. Atrás quedan las caminatas diarias por veredas de tierra y fango los días de lluvia y el peligro de transitar por carreteras sin arcenes, expuestos a ser atropellados a lo largo de los 10 kilómetros de recorrido de ida y vuelta. Sus familias respiran, por fin, aliviadas porque sus hijos, además de no sufrir por el riesgo que suponen los desplazamientos a pie, no tendrán que realizar un denodado esfuerzo físico que en muchos casos traía como consecuencia el abandono de sus estudios.

El milagro que le ha cambiado la vida a los menores y a sus familias ha sido posible gracias al empeño de un grupo de juristas tinerfeños que, bajo la asociación social y humanitaria Villa Feliz, constituida por ellos mismos en septiembre del año pasado, se ha movilizado para devolver la sonrisa a los escolares y la tranquilidad a sus padres. Se propusieron reunir los fondos necesarios para comprar una guagua y lo han conseguido. Para ello resultó clave el almuerzo solidario, en noviembre pasado, que reunió en el hotel Las Casas del Camino Real (Fasnia) a más de 150 comensales, la mayoría jueces, fiscales, abogados, notarios y destacados empresarios. Un encuentro en el que se logró recaudar más de 37.000 euros, cantidad que superaba las expectativas de los organizadores y que permitía acometer la acción solidaria.

Barett y De Lorenzo-Cáceres, junto a la coordinadora de Educación. P. G.

“La satisfacción de ver las sonrisas de felicidad de esos niños compensa cualquier esfuerzo realizado. Esto hay que vivirlo. Solo así nacen y se entienden las ganas de ayudar a pequeños sin oportunidades de futuro”, manifestó a DIARIO DE AVISOS la jueza María de los Ángeles de Lorenzo-Cáceres, madrina de la asociación Villa Feliz, que reconoció la “emoción” que sintió el equipo que viajó desde Tenerife: “Todos los que nos desplazamos en este viaje para garantizar la entrega y el uso de esta guagua nos emocionamos por las sinceras muestras que nos transmitieron y los gestos de agradecimiento que recibió la asociación Villa Feliz”.

El convenio firmado por la asociación con el Distrito de Educación de Samaná reparte los gastos del servicio, de tal forma que Villa Feliz se encarga del mantenimiento del vehículo, la gasolina y el seguro, mientras que las autoridades educativas dominicanas se harán cargo de las retribuciones del chófer y del cuidador que acompaña a los menores en cada trayecto, una figura inexistente en República Dominicana en el transporte escolar.

Los tres miembros de la asociación desplazados (su presidente, Juan Pablo Carlos Barett; su secretario, Alejandro Quintana, y la madrina, María de los Ángeles de Lorenzo-Cáceres), junto a los colaboradores Norberto Díaz Alvarado, Cristina Espinosa Pérez, Gonzalo Hernández Torres y Andrés Piñeiro, participaron con los niños en la ruta inaugural, en la que se han establecido cuatro paradas, y pudieron comprobar cómo les ha cambiado la vida a los pequeños.

Miembros de la asociación Villa Feliz y varios colaboradores, en República Dominicana. Paco González

“Antes salían de sus casas caminando y ahora vienen corriendo para ponerse en fila y ocupar su asiento. En el primer viaje iban callados y quietos, pero desde el segundo ya no podían disimularlo, estaban locos de contentos”, explica De Lorenzo-Cáceres, que se vio obligada a desactivar un cierto recelo inicial en los padres, a los que no les entraba en la cabeza que el proyecto no incluyera contraprestación alguna. “Les costaba asumir que fuera una aportación desinteresada sin dar nada a cambio. Solo les pedí que cuidaran lo que les entregábamos y se mostraron enormemente agradecidos”.

Para los niños, acostumbrados a padecer graves carencias en las aulas, con serias deficiencias de material escolar y sin suministro eléctrico, el vehículo de 50 plazas ha sido todo un acontecimiento. La guagua (término que también se usa en República Dominicana) de Villa Feliz ha irrumpido en sus vidas como un sueño que no podían imaginar y que marcará un antes y un después en su formación. De momento, la ilusión ya la llevan dibujada en sus rostros.

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