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Tapian el acceso a su hogar a una madre enferma y su hija de 11 años en Tenerife

Una tinerfeña de 35 años sufre su tercer desahucio en Los Campitos sin aviso previo y tras pasar la noche anterior en Urgencias por molestias en el único riñón que le queda
Pilar atendió ayer a DIARIO DE AVISOS en su casa, a la que entró tirando los bloques que pusieron en la ventana, además de una plancha en la puerta. Sergio Méndez
Pilar atendió ayer a DIARIO DE AVISOS en su casa, a la que entró tirando los bloques que pusieron en la ventana, además de una plancha en la puerta. Sergio Méndez
Pilar atendió ayer a DIARIO DE AVISOS en su casa, a la que entró tirando los bloques que pusieron en la ventana, además de una plancha en la puerta. / Sergio Méndez

Pilar pasó la noche anterior en Urgencias por molestias en su riñón derecho, el único que le queda tras serle extirpado el izquierdo en mayo pasado. Salió de allí con la recomendación del doctor de que no coja nervios, que evite ese estrés que tanto tiene que ver con sus males renales. Que no se olvide de que, si falla el otro, está abocada a la diálisis y entonces a ver quién va a cuidar de su hija, una niña preciosa de 11 años a la que, desde que tenía tres, le apreciaron en la escuela sus altas capacidades.

Pero cómo va a mantener la calma Pilar si, a la tarde siguiente, se encontró con que una agencia de mediación bancaria llamada Haya Real Estate le estaba tapiando el acceso a su hogar en Los Campitos (Santa Cruz de Tenerife) en nombre del Banco Santander, propietario de la pequeña vivienda que hasta ahora compartía con la pequeña.

Aunque a sus 35 años Pilar está acostumbrada a sufrir, con su enfermedad y dos desahucios anteriores a sus espaldas, ver cómo los operarios, escoltados por la Policía Nacional, colocaban una puerta de hierro sobre la de su casa y bloques en la ventana le partió el corazón, como ayer reconocía a DIARIO DE AVISOS apenas una hora después de semejante disgusto. “Me veo en todo esto (explicaba entre sollozos), otra vez lo mismo. ¡Si tengo todo ahí dentro!”, clamaba en medio de su primera reacción, naturalmente propia de una persona desesperada.

“Dejé a la niña en el colegio y, al volver, me encuentro esto. Le pregunté a la señora que parecía estar al mando, y pedí ayuda a los policías, pero me dijeron que nada podía hacer, aunque no me enseñaron una orden judicial”, explica Pilar, quien poco a poco va recobrando el coraje que se le supone a quien sigue luchando por salir adelante junto a la niña de sus ojos. Le ayudan dos conocidos activistas sociales, Inma Évora y Lolo Dorta, quienes le aconsejan acudir a comisaría para denunciar estos hechos.

Más recobrada, Pilar se encarga de lo más urgente, que es buscar un techo para su hija (que anoche durmió en casa de gente solidaria), y luego de lo más importante, que es recuperar sus cosas y conseguir un techo propio. Para ello, y dado que la puerta es de hierro y se antoja infranqueable, no duda en empujar los bloques de la ventana para acceder a su hogar, donde tenía previsto dormir. “No sé que haré mañana [hoy para el lector], pero lo que me pide el cuerpo es aguantar aquí como sea, porque es muy injusto”, reflexiona en voz alta esta madre enferma, sí, pero valiente.

Antecedentes

A Pilar nada le apetece más que no acumular desahucios. “El primero fue en la Curva de Gracia, de donde nos tuvimos que ir porque era de unos amigos. Lo que no me pareció correcto es que, cuando pedí ayuda en el Ayuntamiento de La Laguna, solo me ofrecieran irme a vivir con mi hija a un centro para madres solteras. Ojo, que no se me caen los anillos ni nada de eso, pero no creo que sea lo mejor para la niña”, detalla Pilar, ya más tranquila, a este periódico.

“Hace poco que nos vinimos aquí [Los Campitos] porque nos desahuciaron en La Cuesta, y algún sitio teníamos que encontrar”, continúa esta madre a la que lastra, como es obvio, su enfermedad. “Sigo de baja médica. ¿Cómo voy a trabajar si hasta hace no tanto era mi hija quien me tenía que ayudar, cuando me estaba recuperando de la extirpación del riñón”.

Respecto a la planificación social de las autoridades canarias, la respuesta de Pilar resulta, tristemente, habitual en casos como el suyo. “Yo he querido hacer las cosas bien, y hace ya nueve años que solicité una vivienda pública al Gobierno de Canarias, pero nada de nada. También, cuando me comentaron que existía esa posibilidad, hace dos años hice lo mismo pero en Visocan. Supongo que estas cosas es normal que tarden un tiempo, pero en algún sitio tenemos que vivir”, añade con aplastante lógica.

“¿Dónde va esta mujer con su hija, sin alternativa habitacional?”, se preguntaba a su vez Inma Évora, de la Plataforma Antidesahucios. Para la conocida activista, casos tan alarmantes y extremos como el que sufre ahora esta tinerfeña de 35 años son un fiel reflejo de que “vivimos en una sociedad donde políticos y banqueros nos han llevado a la ruina. Malas políticas de empleo, vivienda y demás… pero llaman mafia a quienes tienen necesidad. Quizá si se hubieran preocupado en habilitar un parque de viviendas públicas y de regular alquileres asequibles y empleos dignos, hubiera menos ocupación. ¿Con la tasa de pobreza y desempleo que tenemos, de verdad que los culpables son las personas que sufren ese legado?”, se preguntaba Évora ante el asentimiento del también activista Lolo Dorta, de la Plataforma 29-E.

Ambos son los únicos que, junto a DIARIO DE AVISOS, se interesaron ayer por la suerte de Pilar, la misma a la que le tapiaron la casa la tarde después de que, en Urgencias, le recomendaran evitar el estrés si quiere mantener el riñón que le queda.

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