Clarisa Figueroa, de 46 años, asesinó a sangre fría Marlen Ochoa, de 19, el pasado 23 de abril en Chicago. Le envolvió un cable en el cuello y la estranguló ante la atenta mirada y complicidad de la hija de esta última, Desiree, de 24 años.
Después de matar a Ochoa, Clarisa rajó el vientre de la víctima con un cuchillo de carnicero y extrajo al bebé que esta llevaba dentro. Según indican los testimonios de AP, los fiscales que llevan este terrible suceso aseguran que el asesinato fue premeditado y planeado desde hace meses.
La relación de Marlen con su asesina se remonta a febrero de este año, cuando la víctima subió una foto de una cuna de bebé en una cuenta de Facebook que presta los enseres necesarios para los recién nacidos de las familias sin recursos. En este punto entró en escena Clarisa, quien se puso en contacto con Marlen para que aceptara su ropa.
Dos meses más tarde llegó el desenlace de esta trágica historia. Marlen se desplazó hasta la casa de Clarisa y Desiree y fue allí donde la madre estranguló hasta dejarla sin vida.
Luego, con total frialdad, la introdujeron en una bolsa de plástico y la dejaron tirado su cuerpo en un cubo de basura. Acto seguido, Clarisa llamó al 911 y les comunicó que acababa de dar a luz. En ese momento, el bebé no respiraba y todavía hoy se encuentra grave en el hospital.
Estas son más de las reacciones de la madre y familiares de la joven Marlen Ochoa-Uriostegui. Denuncian muchos vacios y negigencia durante la investigación. https://t.co/KYxSQMyLnN pic.twitter.com/adNvN9ewoK
— Univision Chicago (@unichicago) 16 de mayo de 2019
Tras comprobar mediante una prueba de ADN que la asesina no era la madre del recién nacido, se procedió a la detención de madre e hija, sobre las que pesa la acusación de asesinato, y un tercero, Piot Bobak, pareja de Clarisa, por ocultar el asesinato, según informó AP.
Ahora, los tres se encuentran en prisión sin fianza, mientras que las investigaciones apuntan a que Clarisa quería tratar al bebé si fuera suyo.