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Juan Carlos Acosta, periodista: “No se puede occidentalizar África”

Con el título 'Oriente (tan) próximo (Marruecos)', y dentro de la XVI edición del Festival de Músicas Mestizas y + (MUMES), el pasado 15 de julio se inauguró oficialmente una muestra fotográfica del periodista tinerfeño
Juan Carlos Acosta, periodista
Juan Carlos Acosta, periodista
Juan Carlos Acosta, periodista. | DA

Con el título Oriente (tan) próximo (Marruecos), y dentro de la XVI edición del Festival de Músicas Mestizas y + (MUMES), el pasado 15 de julio se inauguró oficialmente una muestra fotográfica del periodista tinerfeño Juan Carlos Acosta. Expone sobre su visión de Marruecos, país al que se fue a vivir en 2016, tras finalizar la emisión del programa que creó y dirigió durante diez años, Ahora África, en Canarias Radio La Autonómica.

En esta muestra, que se clausura hoy en el Centro Cultural de Los Cristianos (Arona) comparte una parte de su extenso archivo fotográfico sobre este país del Magreb, que asegura “es el Oriente tan próximo que tenemos los canarios, pero que, no se sabe por qué razón, ignoramos con empeño”.

-¿Cuándo escuchó por primera vez la palabra África?

“Desde muy pequeño, porque hay que tener en cuenta que mi padre estaba en Liberia. Tenía muy pocos años. Nosotros teníamos una relación muy directa por mi padre, por motivos de su trabajo allí”.

-¿Cómo comenzó su amor y pasión por el continente africano?

“Empezó desde la niñez con mi padre y, después, se desarrolló por otros caminos. El inicio fue ese, el familiar”.

-¿Los occidentales seguimos mirando África por encima del hombro?

“Más bien te diría que creo que los occidentales no miramos a África. ¿Qué sea más explícito? Pienso que nosotros minimizamos a África, la hacemos insignificante, la tachamos del mapamundi. A Occidente no le interesa África”.

-¿El capitalismo sigue actuando con miopía con África?

“El capitalismo actúa con miopía con todo el mundo, en el planeta. África es una extensión más del sistema global capitalista neoliberal que hay ahora mismo. Es rabioso, salvaje”.

-¿Con qué se quedaría de África y qué cambiaría de ese continente?

“Es que no cambiaría nada. A mí África me parece demasiado grande para unificarla en un solo país. Son 54 estados. De la misma manera, no me quedaría con nada determinado de Europa, aunque sí cambiaría la política, pero ese es el pan nuestro de cada día para todo”.

-¿Qué es lo que le atrae de Marruecos que no encuentra, por ejemplo, en su tierra, Canarias?

“La humanidad, la espiritualidad, el tiempo, el cariño, la sencillez, la lealtad”.

-¿Se habla más ahora en el mundo desarrollado que hace algunos años de África o no?

“No lo creo. Simplemente, hoy hay más comunicación y se habla más de todo. No creo que se hable más que antes. Evidentemente, es algo que está relacionado con que hay más comunicación, pero África no se sabe dimensionar, ni se sabe contar. Digo esto en líneas generales. Hay buenos periodistas africanistas, pero, insisto, en líneas generales no se conoce África. Y al occidental y a Canarias, si me permites añadir, no le interesa para nada. Ve una nube negra, algo que le asusta, pero no quiere ir más allá. No interesa”.

-¿Canarias sigue dando la espalda a África?

“Evidentemente. Cada vez más. Pienso que debería ser al revés, pero es cada vez más”.

-¿Cree que es prioritario para Canarias reforzar puentes con el continente africano?

“Por supuesto. Creo que hay que reforzar puentes con un vecino que está a cien kilómetros de Fuerteventura, que tiene una cultura e historia antiquísimas. Que hay muchas cosas que podemos apreciar y que es un país muy interesante y único en el mundo, que lo tenemos aquí al lado. Por lo tanto, hay que reforzar todos esos puentes. Empezando por la comunicación, por el periodismo, por normalizar la visibilización de un país y de un continente en el que estamos enclavados”.

-¿Está tardando Canarias en poner en marcha una estrategia potente pro africanista?

“Antes me ofuscaba con la lentitud y la miopía de Canarias respecto a África. Hoy en día pienso que Canarias no tiene dimensión para tener un papel en África. Canarias es una pequeña región, que ni siquiera es industrial, y África es un continente de 1.200 millones de habitantes. Es enorme, tres veces Europa. Y Canarias no tiene talla, ni entidad, ni política empresarial. Es cierto que se hace lo que se puede, pero aquello de la plataforma intercontinental era un farol”.

-Usted es un enamorado de la tradición africana. ¿Es partidario de que se mantenga tal cual o piensa que los africanos deben superar cuestiones tradicionales que podemos considerar, desde nuestra cultura occidental, anacronismo como la negación de la igualdad de la mujer, de la homosexualidad o el castigo de la infidelidad femenina?

“Estoy absolutamente en contra de la occidentalización de África. Totalmente en contra. África es África y Occidente es Occidente. Además, no sé qué ejemplos les vamos a llevar. África tiene muchos valores humanos, que nosotros hemos perdido hace tiempo. Nuestra sociedad occidental está robotizada y, progresivamente, cada vez más. África, no. Y eso es lo que me gusta ahora mismo. África no es África. África es Marruecos, Argelia, Senegal, Mauritania, Mali y así hasta 54 países. Por lo tanto, pienso que se simplifica mucho sobre el tema de África. No es sólo una costumbre atávica. Este tipo de costumbres son primitivas, que estuvieron también en Europa y que actúan de una manera o de otra. Ayudemos a desarrollar África, no le pongamos murallas, no creemos clubes de ricos y producciones vetadas. Dejemos que todo el mundo pueda vivir y que todo el mundo pueda vender sus productos. De esta forma, África se desarrollará y cambiará, como hemos cambiado nosotros en 40 años desde la iglesia más retrógrada a una sociedad moderna, donde cada uno tiene su propia forma de vivir con libertad y criterio propio”.

-¿Qué tendrá que pasar en el mundo actual occidental para que nos tomemos en serio África?

“Primero, cambiar de mentalidad. Respetar al otro, a quien no es igual, a quien no piensa igual. Respetar las producciones, respetar a cualquier persona del mundo. De esta forma, sin duda, África va a evolucionar sí o sí. Está evolucionando con las nuevas tecnologías. En definitiva, te puedo asegurar que yo me tomo muy en serio África”.

-¿Cuál cree usted que es el sello distintivo de África con respecto a los otros continentes? ¿Qué le hace diferente?

“La cercanía humana, la sonrisa, la naturaleza pacífica, aunque haya excepciones muchas veces por intereses que vienen de fuera, y las esencias de la humanidad. Está para recordarnos de dónde venimos y quiénes somos”.

-¿Qué necesita África para salir adelante?

“Qué es salir adelante. ¿La Casa Blanca, Trump, el brexit? Hace falta respetar a los 54 estados africanos. Es necesario no quitarles sus recursos naturales y pagarles a precio de saldo. Y, además, darles cabida en el mundo que vivimos todos en este Planeta, que es la casa de todos”.

-¿La economía mundial sigue siendo injusta con África? ¿Sigue explotando el continente y sus gentes?

“La economía mundial es injusta con usted y conmigo también. La economía mundial es inhumana, es invivible. En cuanto a la segunda cuestión, evidentemente. África tiene el 70% de los recursos del Planeta. Eso, hoy en día, es el alimento de las grandes fortunas y de las grandes industrias de este sistema capitalista depredador y voraz”.

-¿La democracia es la única solución para África?

“Yo no entiendo la democracia en África. La democracia es un concepto que sirve para Occidente y, además, creo que ya está gastado. Habría que reinventarlo y lo estamos viendo. África tiene sus propias normas y su propia justicia, que hay que respetar y dejar que evolucionen a su manera. No se puede occidentalizar África. África no es Occidente”.

-¿África puede avanzar a partir de sus parámetros tribales?

“Nosotros también venimos de tribus y tenemos reminiscencias de esa temática tribal. Lo que sucede es que, en nuestro caso, vivimos en sociedades deshumanizadas y, al menos, ellos tienen aún esa posibilidad de calidad de vida que es la humanidad. El ser humano, el sentir al otro, el respetarlo, hablar y tener paciencia. Quiero decir que todos los conceptos que se manejan sobre África y sobre la evolución, la democracia y todo este asunto son fundamentalistas, son excesivos, extremos. Hay que respetar al otro y dejar que se desarrolle, según sus costumbres y según su tiempo. Ahora bien, no esquilmarlo, no saquearlo y no explotarlo. Pero, claro, hablamos de hombres inteligentes. De una nueva civilización inteligente, que tendrá que aparecer en algún momento si no queremos irnos al garete con el cambio climático y con un montón de cosas que están ocurriendo y que no son justas, y no hay equilibrio”.

-¿Internet ha beneficiado o perjudicado a África?

“Creo que todos los avances son buenos. El asunto es el uso que se haga luego de ese avance. Los africanos son muy tecnológicos y yo me hago una pregunta: por qué en las universidades, con los avances que hay, no nos dedicamos a formar al africano, para que se desarrollen y que no haya tanta inmigración, ni tanta tragedia en el Mediterráneo; tanta muralla entre México y los Estados Unidos. Por qué no llevamos al sur de África los avances tecnológicos y los utilizamos para hacer crecer al otro y que se desarrolle de una manera digna en el mundo, como está haciendo China. Por qué no lo hacemos, hay medios. Claro que la tecnología puede beneficiar muchísimo a África. No creo que haya en ningún lado del mundo, quizás en Asia, gente tan tecnológica y tan comunicativa como la que hay en África. Son los dos factores que manejan el diálogo, el debate. O sea, la comunicación y las nuevas tecnologías. Cada africano tiene un móvil”.

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