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El corazón verde de Gran Canaria se quema

Las llamas arrasan ya el Parque Natural de Tamadaba, una zona de enorme diversidad ecológica, parte de la Reserva de la Biosfera
Devastadora imagen de la cumbre del Parque Natural de Tamadaba arrasada por el fuego, que, tal y como confirmaron los técnicos, no se podrá hacer nada por pararlo. Twitter

“El desastre medioambiental ya se ha producido”, afirmaba ayer el presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres, cuando aún el fuego no había entrado en el Parque Natural de Tamadaba, una zona con 7.538 hectáreas en las que se encuentra uno de los pinares naturales mejor conservados de Gran Canaria, un lugar de gran diversidad ecológica. El daño es tal que ya muchos comparan la virulencia de este fuego con la del ocurrido en 2007, el último gran incendio que asoló a la isla vecina y que en aquella ocasión se llevó por delante más de 3.500 hectáreas. Entonces los municipios afectados fueron los de La Aldea de San Nicolás, Tejeda, San Bartolomé de Tirajana, Santa Lucía, Mogán y Santa Brígida. El que inicialmente fue el incendio de Valleseco ya afecta a ocho municipios, entre ellos Tejeda, Artenara, Moya, Galdar, Agaete y La Aldea, todos ellos con vecinos desalojados que están repartidos por distintos albergues.

El pulmón verde de Gran Canaria se quema irremediablemente y, como reconocían ayer los técnicos, a pesar de la tragedia medioambiental que supone este hecho, la prioridad es salvar las casas y proteger las vidas humanas. El director técnico de Emergencias del Cabildo de Gran Canaria, Federico Grillo, fue claro en este punto. Una vez que el fuego ha llegado a Tamadaba, tiene todo el macizo por delante para seguir quemando. “Tamadaba tiene un único acceso que está cerrado por el propio fuego y meter medios allí en esa situación sería un auténtico suicidio”, señaló Grillo.

Una joya medioambiental

El Parque Natural de Tamadaba es uno de los territorios menos alterados por la mano humana de la isla de Gran Canaria. Sus 7.500 hectáreas se extienden de cumbre a costa en el extremo occidental de la isla, dentro de un espacio declarado por la Unesco como Reserva de la Biosfera. El Macizo de Tamadaba y el de Altavista, según la información que ofrece el Gobierno de Canarias y el Cabildo grancanario sobre este lugar, situado en el noroeste de la isla, está constituido por los materiales más antiguos de formación de Gran Canaria, que se emitieron durante el primer ciclo volcánico, hace unos 14 millones de años.

Hacia el mar, el macizo desciende por laderas de fuertes pendientes, encajados barrancos y escarpados acantilados, creando un paisaje de gran belleza, donde destaca el impresionante Roque Faneque, cuyos 1.008 metros de altura caen en vertical sobre el mar, siendo considerado uno de los acantilados activos más altos del mundo. Precisamente, lo escarpado de la zona es lo que más dificulta la extensión del fuego que ahora le afecta, pero también se convierte en la única esperanza para que el fuego acabe por rendirse, al enfrentarse a picos escarpados con escasa vegetación.

Frente a esa posibilidad, la del gran combustible que aportarán los bosques naturales de pino canario autóctono en la cumbre, y que dan paso a los vertiginosos acantilados de su casi inaccesible costa y la rica biodiversidad de sus barrancos.

El daño que el fuego puede hacer en esta zona se refleja en las más de 200 especies, muchas de ellas en riesgo de extinción, que habitan en este pinar, entre ellas el lagarto gigante de Gran Canaria.

En la parte alta del macizo, sobre los 1.000 metros de altitud, aparece una superficie plana ocupada por un denso bosque de pinos canarios, yendo en ascenso hasta su altitud máxima de 1.444 metros en el Pico de la Bandera. Este pinar es uno de los mayores que se encuentran en Gran Canaria y, al contrario que la zona más baja y poblada de Agaete, sí está influenciado por los vientos alisios, que le proporcionan gran cantidad de humedad, producida por la lluvia horizontal que produce la condensación de nubes a estas alturas, descargando toda su humedad en esta zona, y propiciando el desarrollo de un sotobosque con brezos, helechos y fayas; así como abundantes líquenes, musgos y hongos.

Aquí aparece también el endemismo local llamado tomillo de Tamadaba, subarbusto exclusivo de este pinar. Otros biosistemas bien conservados son los de barrancos y los cardonales y tabaibales de zonas bajas, además de los hábitats de escarpes. En los riscos de Guayedra se encuentran varias especies amenazadas, algunas de las cuales son exclusivas de este lugar. Además, determinadas especies de aves endémicas y amenazadas encuentran en los pinares áreas idóneas de nidificación. Desde un punto de vista cultural, también destacan algunos caseríos aislados y semiabandonados, y la importancia arqueológica de zonas como El Risco y el valle de Guayedra.

La fauna es igualmente notable, destacando especialmente las aves y los reptiles. Entre las aves sobresalen dos joyas de la avifauna canaria, como es la presencia del pico picapinos grancanario y del pinzón azul de Gran Canaria, pero en realidad Tamadaba acoge a la mayoría de las aves presentes en la isla.

El presidente del Cabildo de Gran Canaria, Antonio Morales, antes de saberse que el fuego finalmente había alcanzado Tamadaba, reconocía que “es preocupante y anímicamente nos afecta a todos, pero dentro de dos o tres años Tamadaba volverá a ser igual y lo importante es que no haya daños humanos”.

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