medio ambiente

Tres voces planetarias

En una isla calcinada, en las profundidades marinas y en una calle sueca, un mismo ideal ecologista afloró hasta nosotros

Dos centenarios y una adolescente comparten la rabia que estos días ha desembocado en las calles como si se hubiera producido un torrente con un hilo conductor entre los tres. César Manrique, Jacques-Yves Cousteau y Greta Thunberg no se conocieron. La niña sueca, por razones de edad; el artista y el explorador, fallecidos en los años 90, habiendo sido coetáneos, no nos consta. Pero la idea es coincidente, idéntica pulsión. El rescate del planeta. La lucha contra el cambio climático. Un eslogan noble y generoso que ahora habita el discurso político y condiciona a las grandes empresas, pero que hace unas pocas décadas resultaba incómodo, como decía Al Gore. Ese mantra que moviliza y vacía las aulas -en otro tiempo, habría sido objeto de escarmiento- hunde sus raíces en voces no tan lejanas, como la de Manrique, que se anticipó en Lanzarote a la noción de desarrollo sostenible y a la Cumbre de Río del 92, y la de Cousteau, que abordó en Tenerife su Carta de los Derechos de las Generaciones Futuras -la Declaración de La Laguna, ciudad donde la Unesco selló su misiva ecologista en el 94-. Cousteau era una estrella de la televisión y tan flaco lo recuerdo que parecía estar en los huesos. Manrique, también hiperactivo como el francés, sonreía afablemente, pero era un volcán. Sobre el fondo calcinado de su isla, desprendía una luz muy potente. Esta niña, en su calma, emite, a su vez, un silencio atronador. ¡Qué tres paladines del planeta!

La pequeña Thunberg emergió hace justo un año frente al Parlamento sueco con un cartel rudimentario contra el cambio climático. La líder de la próxima generación, tituló la revista Time en portada. Es la heredera del espíritu de las generaciones futuras que instituyó en Tenerife el comandante Cousteau, el Capitán Planeta. Veinticino años atrás, el hombre que detuvo, con ayuda de mujeres y niños, un tren cargado con residuos radiactivos con destino al mar Mediterráneo, propugnaba en La Laguna los ideales que este viernes espolearon a jóvenes y adultos en una multitud de países en la huelga climática que inspira la escolar de las trenzas que se fugaba de clase los viernes contra la huella de carbono mundial.

No cuesta nada encontrar una idea fuerza común en estos tres iconos que son distintos y a la vez el mismo. Manrique postulaba sueños que se parecen a los que Greta Thunberg habría concebido también y de los que pidió explicaciones a los gobernantes reunidos esta semana en la ONU. “Me habéis robado los sueños y la infancia, ¿cómo os atrevéis?”, les espetó. En Lanzarote, un canario lanzó una mirada universal como un basilisco en la segunda mitad del siglo pasado contra quienes amenazaban con destruir su isla y el mundo al mismo compás. Era un apóstol solitario del medio ambiente, como Cousteau. Ahora, en la nación de Greta, los jóvenes delfines de ese clamor son legión.

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