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18.000 gargantas aclaman a los Reyes

Un Estadio abarrotado recibió a Sus Majestades de Oriente que llegaron a bordo de dos helicópteros y entraron en descapotable
Los Reyes Magos en el Heliodoro Rodríguez López. | FOTO: Sergio Méndez

Era difícil distinguir quién irradiaba más ilusión, si los padres o los niños que esperaban en el Heliodoro Rodríguez López la llegada de Sus Majestades de Oriente. Gritos de alegría, bailes y mucha expectación llenó unas gradas que estaban casi hasta la bandera, con muy pocos huecos libres, no en valde se habían agotado las 18.000 entradas que se habían puesto a la venta. También hay que tener en cuenta que las obras que se están realizando en el Estadio han reducido su aforo para este espectáculo. La apertura de las puertas a las 15.30 horas ayudó a que las aglomeraciones en el entorno del Heliodoro Rodríguez López se vieran reducidas. Las carpas para dejar en consigna los carritos para bebés, que por motivos de seguridad no pueden acceder al Estadio, y que ya se usaron el año pasado, también ayudaron a aligerar el acceso al Heliodoro.

Pasadas las cinco de la tarde, los 700 niños que dieron forma al espectáculo previo al recibimiento de los Reyes Magos, saltaron al césped parar iniciar el relato del Reino de los Caramelos, el del ladrón de golosinas que se quería llevar no solo la llave mágica que abre todas las puertas de la ciudad, sino también los caramelos que Melchor, Gaspar y Baltasar tenían que repartir entre los más pequeños.

Lo cierto es que el espectáculo, una vez en marcha, resultó ameno y logró que un público entregado se implicara en cada una de las canciones, pero también en interactuar con el pastelero del Reino de los Caramelos, que pidió que lo despertaran para evitar que robaran la llave de la ciudad. A pesar del ensordecedor ruido de la grada, al final se durmió y el señor don Carbón acabó robando la llave y los caramelos. Tras llamar a información para pedir el teléfono del ladrón de golosinas, finalmente lograron contactarlo por Facebook, lo convencieron de que había otro reino con más golosinas y acabó por devolver la llave y los caramelos. La Reina Dulce hizo entrega de la llave a la alcaldesa, Patricia Hernández, para que la pusiera a buen recaudo hasta que llegaran Melchor, Gaspar y Baltasar.

Fue entonces el momento de llamar a los Reyes. Los niños se emplearon a fondo gritando, y cuando empezó a oirse el ruido de los helicópteros, porque este año han sido dos los aparatos que sobrevolaron el estadio, los gritos de los pequeños casi superaban a los del transporte real. La segunda pasada de Sus Majestades volvió a desatar la locura. Aunque, finalmente, no se pudiera aterrizar, para los más pequeños el solo hecho de saber que a bordo de los helicópteros viajaban los Reyes Magos de Oriente les hizo elevar los niveles de euforia hasta el máximo.

Tras unos minutos de calma, de nuevo los gritos para recibir a los Reyes Magos que hicieron su entrada en el Estadio a bordo de coches descapotables. A diferencia de otros años, los camellos no hicieron acto de presencia tras la decisión de Fiestas de suprimir la presencia de cualquier animal.

La alcaldesa volvió a salir al campo para hacer entrega de la llave de la ciudad a Sus Majestades. Lo hizo acompañada del concejal de Fiestas, Andrés Martín. Tras recibir tan mágico elemento, los Reyes se dirigieron a las gradas donde los niños esperaban ansiosos para entregarles su carta. También muchos adultos saludaron efusivamente a los Reyes magos y se hicieron el pertinente selfie con su Rey favorito. Los más pequeños gritaban el nombre de cada un de ellos y agitaban con fuerza su carta para que fuera recibida. Después de casi media hora recorriendo las gradas, los Reyes se retiraron a coger fuerzas para empezar la Cabalgata, que, pasadas las siete de la tarde, arrancó desde la avenida Bélgica.

Según el Ayuntamiento las 18.000 localidades se completaron y no se produjeron incidentes ni dentro del Estadio ni en sus alrededores. Al igual que otros años, se ha tenido en cuenta la accesibilidad para los espectadores con movilidad reducida, reservando espacios específicos, así como la proyección de imágenes por las pantallas del estadio acompañadas de un intérprete del lenguaje de signos.

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