puerto de la cruz

Un hotel tinerfeño cede sus instalaciones para las personas sin hogar durante la alarma por coronavirus

Cáritas gestiona un recurso alojativo de forma temporal en el establecimiento Puerto Azul; el Ayuntamiento también pone a disposición duchas en recintos municipales
EL hotel Puerto Azul ha cedido de forma temporal sus instalaciones para acoger a las personas sin techo durante el Estado de Alarma. DA
EL hotel Puerto Azul ha cedido de forma temporal sus instalaciones para acoger a las personas sin techo durante el Estado de Alarma. DA

En momentos como los actuales, las personas sin hogar son las más vulnerables y necesitan el apoyo de toda la sociedad. Cada gesto, por pequeño que sea, cuenta. El que tuvo el hotel Puerto Azul, de la empresa Zurafa, ubicado en el centro del Puerto de la Cruz, ha sido muy grande, ya que ha cedido de forma temporal sus instalaciones para acoger a las personas que viven en la calle. También la labor diario que realiza el personal técnico de Cáritas Diocesana de Tenerife.

Así lo confirma la coordinadora de acción social, Úrsula Peñate, quien precisa el establecimiento dispone de 18 habitaciones, algunas de las cuales son dobles, con lo cual se puede dar cobertura a más de 20 personas. Actualmente hay 13 instaladas y no se descarta que puedan llegar más en los próximos días.

Estas personas han sido detectadas gracias a la Unidad Móvil de Atención en Calle (UMAC) un proyecto de Cáritas que atiende actualmente a unas cien personas en el Norte de la Isla. La mayoría de ellas está en la ciudad turística y por eso desde que se decretó el Estado de Alarma la atención se focalizó en este municipio.

Peñate diferencia a las personas sin hogar en dos grupos, por un lado, aquellas que lo están “por el sistema”, es decir, que no han elegido esta situación, y quienes lo han adoptado como un estilo de vida y por lo tanto, no son muy demandantes.

En su mayoría, las personas que han pedido a Cáritas que les busque una alternativa de vivienda conforman el primer grupo y son las que están en el hotel. Han firmado un documento mediante el cual se comprometen a respetar el confinamiento y en caso de romperlo no podrán volver a entrar. “Hasta ahora la experiencia está resultando preciosa, muy colaborativa e incluso hay gente que lleva mucho tiempo viviendo en calle y se está adaptando muy bien, más allá de las dificultades cotidianas de cualquier convivencia”, recalca Peñate.

En este sentido, y teniendo en cuenta la gestión de otros recursos alojativos, señala que “hay una diferencia muy grande cuando se respeta la intimidad de las personas y en este caso, al haber habitaciones individuales con baño propio es importante”.

Las comidas también se están realizando en el hotel siguiendo todas las recomendaciones sanitarias, como dejar un metro y medio de distancia entre personas, no sentarse una frente a otra “y son muy conscientes y las están cumpliendo”, subraya.

Por otra parte, quienes no quieren ir a un centro, mantienen el confinamiento en el espacio habitual, ya sea una cueva, un barranco o un edificio abandonado, “porque tienen bastante claro que no pueden estar en la calle y además, la policía se los recuerda si los ve. Hemos tenido algún caso, aunque no el Puerto de la Cruz, en el que los han multado”, apunta la coordinadora.

Para estas personas, en coordinación con la concejalía de Derechos Sociales, se ha fortalecido el reparto de alimentos, agua potable y un kit de aseo dos veces a la semana. Uno de esos días se les entrega comida caliente gracias a la colaboración de la empresa de inserción Buscándome las habichuelas.

A partir del jueves y mientras dure el Estado de Alarma también se habilitarán duchas en instalaciones municipales de 10.00 a 13.00 horas para que puedan asearse, dado que utilizaban las que están ubicadas en las playas, “sobre todo anocheciendo para no llamar la atención, pero ya están cerradas”.

Asimismo, añade que la UMAC ”sigue detectando diferentes asentamientos y personas para hacer un análisis de necesidades y ver la cobertura que les puede dar”. Para ello, ha ampliado el equipo técnico a tres personas que están en la calle y que también coordinan la labor de los voluntarios.

La mayor dificultad en estos momentos es conseguir mascarillas y por eso hay voluntarios de las parroquias que las confeccionan mientras se moviliza a la comunidad cristiana para hacer donativos concretos con el fin de comprar agua y alimentos.

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