la palma

Historia de un retrato: del Sáhara a la Isla Bonita

Un proyecto del área de Cultura de Los Llanos de Aridane hace, por accidente, que un joven saharaui se reencuentre a través de la óptica de Emilio Barrionuevo con su padre, pese a estar a casi 4.000 kilómetros de distancia
Brahim posa con el retrato de su padre junto a sus compañeros de clase, su profesora y los promotores del proyecto. Cedida

El confinamiento obligatorio, al que estamos sometidos como medida de prevención ante la pandemia del coronavirus, nos ha hecho recordar a viejas amistades, con quienes conversamos estos días por teléfono o videollamada para acortar la que podríamos llamar equidistancia cuarentenaria, ya que empleamos las mismas vías de contacto para hablar con el vecino del edificio de al lado y para hacerlo con el colega que tenemos en Londres. Sin embargo, hay comunicaciones que son más difíciles de establecer; situaciones en las que los recuerdos se convierten en una pieza clave para mantener viva la llama del cariño, del amor, del afecto hacia los demás.

En septiembre del pasado año, la concejala de Cultura de Los Llanos de Aridane, Charo González Palmero, que a lo largo de los últimos años ha estrechado lazos de unión entre la Isla Bonita y diversos países africanos, viajó, junto al técnico del área y el fotógrafo Emilio Barrionuevo, a los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf. El objetivo: inmortalizar, en el marco de un nuevo proyecto titulado Mujer Wilaya, a las mujeres luchadoras que se desviven por recuperar la tierra que, por derecho, les pertenece.

Pero la deformación profesional de Barrionuevo, unida al olfato de un ganador de los Premios Lux, hicieron aún más dilatadas las sesiones de fotografía, que durante tres días se prolongaron desde las cinco o seis de la mañana hasta altas horas de la noche. Él quería retratar todo lo que le fuera posible. Mujeres, hombres, niños, niñas, paisajes, escenas cotidianas… todo era objeto de una instantánea.

Uno de los días se desplazaron a una zona muy recóndita, a varios kilómetros de donde se encontraban. Les habían dicho que un señor tenía especial interés en contarles lo que recordaba sobre la guerra. Cuando llegaron, hallaron una especie de oasis en el que varias personas, a las órdenes del individuo, cultivaban algodón con vistas a luego ir implementando nuevas plantaciones. Y de entre los trabajadores, al fotógrafo le llamó la atención el rostro de uno de ellos, el cual accedió amablemente a ser inmortalizado.

Tras disparar la cámara, el jornalero le preguntó a la delegación palmera de dónde procedían. Al decirle que de Canarias, insistió en saber la isla. Y una vez que supo que de La Palma, con una expresión distinta a la de la mera curiosidad, de nuevo preguntó por el municipio. Cuando pronunciaron las palabras “Los Llanos de Aridane”, todo cambió. “Conozco el sitio, mi hijo estudia allí”, espetó ante el asombro de la concejala, el técnico y el fotógrafo. “Por favor, díganle que se porte bien”, añadió.

Se trataba del padre de un alumno que cursa estudios en el IES Eusebio Barreto Lorenzo de la localidad gracias al programa Madrasa, consistente en acoger a los niños saharauis que ya han cumplido su ciclo en el proyecto Vacaciones en Paz, para que así puedan completar su formación en centros españoles.

Posteriormente, en febrero, Charo González y Emilio Barrionuevo fueron a la clase de Brahim -así se llama el chico- para, presuntamente, explicar la historia del pueblo saharaui. Al cuestionar si alguno de los presentes la conocía, él levantó la mano. Entonces subió al estrado y le hicieron entrega del retrato. Un emotivo momento que los unió de nuevo pese a la distancia. ¿No les suena de algo?

El padre de Brahim | FOTO: Emilio Barrionuevo

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