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La muerte y las nuevas formas de afrontar el duelo que trajo la Covid

El coronavirus ha cambiado los rituales de despedida de los seres queridos y ha habido que buscar formas alternativas que permitan seguir adelante
El estado de alarma ha cerrado los cementerios y limitado los funerales. / Fran Pallero

Tres. Ese es el número de personas que pueden acudir a un funeral en tiempos de la Covid-19. El estado de alarma impuso el cierre de muchos lugares, entre ellos los cementerios y tanatorios, pero lo que no ha prohibido es la capacidad humana para sufrir, para afrontar la pérdida y para buscar la forma de despedir a los seres queridos. Estos días las redes se llenan de mensajes de despedida, sustituyendo con ello a los funerales en los que mostrar el respeto, el cariño, la empatía con los que sufren. Muchos se preguntan si el virus cambiará la relación de los seres humanos con la muerte. La respuesta a esa pregunta es compleja porque la situación es inédita. La supresión de los funerales ha hecho que esas otras formas se conviertan, a su vez, en nuevos rituales y es que, como explica el doctor en Antropología por la Universidad de La Laguna, licenciado en enfermería y actual vicedecano de la Facultad de Enfermería, Alfonso García, el rito de la muerte y el duelo se afronta de múltiples formas y, aunque se crea que siempre ha sido así, los ritos han cambiado con el mundo y las culturas. Por eso, “si el grupo familiar es capaz de crear un discurso que dé validez al hecho de que el ser querido se ha ido, y si ese nuevo ritual es aceptado, en el que se de trascendencia a la vida de la persona que se fue, será válido como funeral”.

Pone como ejemplo las nuevas formas de despedir a los muertos que la pandemia ha puesto en práctica. “Ahora está pasando que las despedidas se hacen por ejemplo mediante videoconferencia. Gente que ve proyectado el funeral en lugares muy lejos de donde se está celebrando y que ven las imágenes de la despedida a través de una pantalla. Eso está sirviendo”.

Alfonso García es doctor en Antropología por la Universidad de La laguna. / DA

Y eso es precisamente lo que están haciendo las redes sociales en las que muchas familias se despiden de los suyos a la vez que informan a la comunidad de que esa persona se ha ido. “Son tan válidas como cualquier otro rito porque el ritual -explica García- no tiene un único significado sino muchos. Solo en Canarias hay más de 300 religiones y los rituales de cada una en torno a la muerte son completamente distintos”.

Preguntado sobre si el confinamiento puede acrecentar el dolor, García recuerda que “hay muchos estudios sobre el confinamiento y la muerte, pero nadie les prestaba atención porque afecta a colectivos como los presos. Ellos pierden familiares y no pueden ir a un funeral, tienen que vivir su duelo confinados y algunos nunca podrán salir más, y ellos han hechos sus duelos”.

Añade que hay otro tipo de pérdida que también supone un duelo, la distancia social. “No solo perdemos a nuestros seres queridos, perdemos libertad de decidir, de ir a dónde queramos, son otro tipo de pérdidas. A veces, la posibilidad de no poder mantenerse por sí mismo o de perder el empleo, puede que este otro proceso de duelo afecte más a los dolientes que el hecho de perder a un ser querido”.

Lo que toca para este antropólogo es la construcción de ese duelo. “Todo duelo tiene una parte más natural, la biológica, la del dolor por la pérdida del ser querido. Pero tenemos una parte que es construida, más cultural, y que tiene que ver con la forma en la que nos habíamos vinculado con esa persona, en cómo fue la perdida, o cómo influye nuestra edad y género a la hora de afrontarla. Cada sociedad establece una serie de símbolos, pero la experiencia personal de perder es individual, mientras que la colectiva es cómo acompañamos en sociedad”.

Este experto recuerda aislamiento social no es aislamiento emocional. “Confinamiento es estar en un lugar del mundo, pero puedes estar hiperconectado y tejer una red emocional. La ventaja de esto está en que compartimos en la virtualidad”. García añade que, en cualquier caso, “esto es transitorio, volveremos a compartir y narrar, volveremos, con otras fórmulas, no va a haber duelos más difíciles porque no haya funerales”.

Lo que sí ha conseguido esta pandemia es alterar el peso de uno de los tres elementos que él considera como importantes en el desarrollo humano: el amor, lo cotidiano y la muerte. “Ahora mismo, evidentemente la muerte ha quedado en un lugar predominante frente a los demás. Es como si de pronto la gente hubiera descubierto que no hay ninguna certeza y que nos podemos morir en cualquier momento. Se han quitado el velo y visto que hay una fragilidad, que es posible que no vivamos todo lo que creíamos, de forma que se ha desvanecido la sensación de seguridad para implantarse la de que todos podemos morir”.

Por eso, en lo que a los rituales que acompañan a la muerte, se refiere, recuerda García que los funerales están hechos para los vivos, y que, ahora mismo, el comportamiento de los vivos en torno a los muertos, “debe renegociarse ante la nueva situación y hacerlo de tal manera que le sirva a ellos para darle significado”. Afirma que más que la ausencia de un funeral, lo que más afecta es el tipo de muerte, si ha sido imprevista, algo que en tiempos de la Covid-19 es la que más se está produciendo.

“Los medios telemáticos son igual de eficaces, lo importante es sentirnos arropados en el dolor”

May Bernal es psicóloga del centro CPC. / DA

Junto a la visión antropológica de la muerte, el duelo y sus rituales, están las pautas para afrontar el dolor de la pérdida de un ser querido. Como explica la psicóloga Mai Bernal, subdirectora del centro psicológico CPC, “lamentablemente, cada vez es más frecuente que cualquiera de nosotros sufra la pérdida de algún ser querido a causa de la Covid-19. El duelo es un proceso por el que tenemos que pasar. Dadas las circunstancias especiales en las que estamos, puede que este proceso se vea alterado debido a que las pérdidas son repentinas y no podemos hacer ritos de despedida”. Sin embargo, explica la psicóloga, “podemos minimizar el impacto emocional y afrontar esta experiencia permitiéndonos sentir las emociones asociadas a la pérdida y normalizar tanto las emociones (tristeza, culpa, miedo, ira…) como aquellos pensamientos o conductas como consecuencia de la pérdida. Añade que es conveniente evitar tomar decisiones importantes durante este proceso de duelo. “El apoyo social de familiares y amigos es fundamental”.

“Los medios telemáticos -continúa- son igual de eficaces, lo importante es sentirnos arropados y acompañados. Seguir haciendo las actividades agradables que nos proporcionan bienestar puede ayudar en el proceso, es importante concedernos permiso para disfrutar”, añade. Otra de las recomendaciones es que es importante el autocuidado. “No abandonarnos y seguir cuidando nuestra alimentación, higiene y sueño”.

Ritos de despedida

En cuanto a las despedidas, “si no hemos podido despedirnos de la persona, aún así podemos hacer ritos de despedida. Podemos dedicar un espacio para el recuerdo (ver fotos, caja de recuerdos, por ejemplo). Si quedaron cosas por decir, permitirnos decirlas en voz alta o por escrito. Compartir recuerdos o anécdotas con otras personas también puede ayudarnos a crear un espacio para expresar. Estos rituales no tienen que ser inmediatamente después de la pérdida. Se puede tomar su tiempo y realizarlos cuando la persona sienta y quiera hacerlo”.

May Bernal coincide con Alfonso García en que el proceso de duelo ante una muerte súbita es más difícil de elaborar que otras en las que hay aviso previo de inminencia de muerte (enfermedad grave, salud deteriorada, etc…). “Esta dificultad tiene que ver con que la persona no tiene posibilidad de prepararse mental ni emocionalmente ante la pérdida. En estos casos es frecuente que se dé un proceso de shock en el que la persona afectada no pueda creer lo que ha ocurrido. Ese bloqueo, normal al principio, tiene que ver con el proceso de asimilación, en el que se ponen en marcha mecanismos de defensa que nos protegen de la realidad de la muerte”.
En estos casos, “una de las características que va a tener este duelo, junto con el dolor añadido de la muerte, es la posibilidad de desarrollar un estrés postraumático completo o alguno de sus síntomas (re-experimentación del incidente, insomnio, embotamiento emocional, sensación de desapego de la realidad, irritabilidad, hipervigilancia). Para ayudar a la persona afectada, habrá que estar pendiente de la aparición de estos síntomas, al tiempo que se atienden sus necesidades en el duelo inmediato”.

Apoyo

La experta señala que la primera de las ayudas básicas que se puede proporcionar a alguien que está en duelo es “ofrecerle nuestro interés y nuestra apertura a la comunicación. Mostrarnos interesados y abiertos a lo que la persona quiere compartir. Es importante ser conscientes de que nada de lo que podamos decir va a aliviar instantáneamente el dolor de la persona, pero podemos ayudar si evitamos frases huecas donde la persona se pueda sentir incomprendida – “el tiempo lo cura todo”, “es ley de vida”, “sé cómo te sientes”… Si no sabemos qué decir, no hace falta decir nada. Recordemos que el silencio también es terapéutico”.

Tampoco hay recetas que permitan eliminar el dolor, “pero podemos utilizar estrategias o recursos para poder llevar la situación de duelo, de una forma más adaptativa”, explica Bernal y cita como primera estrategia para ello “evitar el aislamiento social. Es importante compartir los sentimientos de tristeza e impotencia con la familia y amistades. En esta situación que estamos viviendo no podemos darnos un abrazo, un beso, cogernos las manos… pero podemos utilizar otras vías. Hoy disponemos de medios audiovisuales como videollamada, WhatsApp y llamadas telefónicas para poder conectar con amistades y familiares”.

Nuestros mayores

Y qué pasa con el miedo, el de los más vulnerables en esta pandemia, el de los mayores. “Nuestros mayores pertenecen al colectivo más vulnerable en esta situación de la Covid-19. Hay muchos fallecimientos, pero también hay casos de personas con avanzada edad que han superado con éxito el coronavirus”. Explica Bernal que “emocionalmente, puede que nuestros mayores sean las personas que más miedo sienten” y que “dejar la expresión libre de sentimientos ayuda a normalizar lo que está sucediendo”. Según la experta, “hay que centrarse en el día a día, vivir el momento, buscar lo positivo, pensar que todo esto pasará”. Para ello recomienda hacer cosas diferentes según el día de la semana.

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