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La Republicana

La imagen de las Angustias, de la iglesia del Pilar, que tradicionalmente procesiona tal día como hoy, Viernes Santo, encierra una de las historias más curiosas de la Semana Santa capitalina
Imagen de Nuestra Señora de las Angustias, que se custodia en la iglesia del Pilar de Santa Cruz. DA
Imagen de Nuestra Señora de las Angustias, que se custodia en la iglesia del Pilar de Santa Cruz. DA
Imagen de Nuestra Señora de las Angustias, que se custodia en la iglesia del Pilar de Santa Cruz. DA

La imagen de Nuestra Señora de las Angustias, que se custodia en el altar homónimo de la iglesia del Pilar de esta capital, es una hermosa talla de candelero -de vestir-, de 1,50 metros de altura, realizada en 1804 por el acreditado artista chicharrero Miguel Arroyo Villalba, clérigo que, por cierto, en 1806 abandonaría el sacerdocio para contraer nupcias con Manuela Castellano, procreando tres hijas. En el pecho de la talla aparece la siguiente inscripción: “Miguel Arroyo la hizo y dio a la Iglesia de El Pilar siendo Beneficiado don Carlos Benavides. Año de 1804”.

Considerada la obra de mayor categoría escultórica de la parroquia del Pilar y una de las mejores tallas de arte religioso de esta capital, llama la atención su atuendo de luto rigoroso, compuesto de túnica y manto de terciopelo negro, donde el blanco tocado rompe con la monotonía cromática. La vestimenta solo deja al descubierto la desgarradora expresión de tristeza y dolor de su rostro, por el que se deslizan las lágrimas, y sus entrelazadas manos.

La imagen salió por primera vez el Viernes Santo de 1805, aunque vestida como una mujer hebrea. En la de 1931, como los nuevos concejales de esta ciudad se negaron a pagar los haberes que le correspondían a la Banda de Música por actuar en la procesión de la Virgen, el alcalde accidental, el republicano Emilio Calzadilla, les abonaría los honorarios de su peculio particular, por lo que estos, en gratitud a su generosidad, acordaron tocar una pieza musical que fuese de las favoritas del caballeroso miembro de las Casas Consistoriales, adaptando a marcha procesional el Adiós a la vida, de la ópera Tosca de Giacomo Puccini.

La fe y la curiosidad de los ciudadanos hacia esta imagen se intensificarían aún más cuando a lo largo de la Segunda República (1931-1936) la procesión hacía tres paradas para que la Banda Municipal interpretara el Adiós a la vida. La primera en la desaparecida librería Delgado Yumar, situada en la esquina de la calle Villalba Hervás con San José, donde un grupo de intelectuales de tendencia republicana tenía una afamada tertulia. La segunda en la calle del Castillo, esquina con José Murphy, frente al domicilio del alcalde Andrés Orozco. Y la tercera en la esquina de la calle Teobaldo Power con Pérez Galdós, donde vivía Ramón Gil Roldán, humanista que supo compaginar su profesión de abogado con la política y la poesía, al que le habían amputado las dos piernas.

Por tanto, la justificación histórica de este sobrenombre se debe a que fue la única imagen que salió en procesión durante la II República española (1931-1936), a pesar de estar prohibido en el artículo 27 de la Carta Magna: “Todas las confesiones podrán ejercer sus cultos privadamente. Las manifestaciones públicas del culto habrán de ser, en cada caso, autorizadas por el Gobierno”.

Desde entonces, la procesión de Nuestra Señora de las Angustias, la Republicana, cada Viernes Santo sale de la iglesia del Pilar, a las 12 del mediodía, y recorre las calles Suárez Guerra, Emilio Calzadilla, San Francisco, Castillo, Valentín Sanz y El Pilar. Es uno de los pasos más esperados de la Semana Santa chicharrera, pues, sin menospreciar el respeto que merece un acto litúrgico de esta naturaleza, su presencia causa gran expectación, a la vez que despierta el interés de unos y la curiosidad de otros, tanto por el recogimiento de los fieles como la connotación política, sobre todo cuando se detiene en la esquina de las calles Villalba Hervás con Bethencourt Alfonso, donde la Banda Sinfónica Municipal interpreta el Adiós a la vida, de la ópera Tosca de Giacomo Puccini.

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