crisis coronavirus

La Noria, aún lenta, continúa girando

Los establecimientos de esta popular zona de Santa Cruz afrontan la fase 2 de desescalada con relativo optimismo y mucha precaución
FOTO: Fran Pallero

La fase 2 del plan de desconfinamiento no ha supuesto ese aluvión de gente en las calles que se esperaba. Tampoco ha traído consigo, al menos en Canarias, grandes irresponsabilidades, más allá de los de siempre. Y en la calle La Noria, en Santa Cruz, lo que se percibe son unas inmensas ganas de recuperar las estampas típicas del verano, de pasar tardes enteras bajo el paraguas de una terraza, con buena compañía y una bebida bien fría. Eso, entre los clientes; entre los empresarios hay un atisbo de optimismo en lo referente a salvar la temporada estival, si bien todos coinciden en señalar que se echan en falta los cruceristas.

El Bulán y El Lagar de La Noria, dos de los establecimientos emplazados en esta popular zona de la capital, abrieron el pasado día 11. Su regente, José Ignacio Monés, explica a DIARIO DE AVISOS que está aplicando su particular plan de desescalada para sacar de un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) a sus empleados. Preguntado por la conveniencia -principalmente económica- de volver a retomar la actividad, detalla que “es rentable por las ayudas del Gobierno”, mediante las cuales, le es posible regresar de forma progresiva, a medida que va viendo respuesta por parte de los clientes.

Por otra parte, Monés quiso destacar que “gracias al Ayuntamiento hemos podido aumentar el aforo”. En concreto, se refiere a que desde el Consistorio capitalino se ha flexibilizado la norma de ocupación de suelo público, permitiendo así que, siempre que se mantengan los dos metros de seguridad recomendados por las autoridades sanitarias, y dentro de unos márgenes razonables, permitiendo dar cumplimiento a la limitación impuesta a nivel nacional.

Sobre el sol, elemento más representativo de la estación en la que nos estamos adentrando, asegura que, lejos de ser su gran aliado, atractor de clientes deseosos por degustar una cerveza fresca, “es un arma de doble filo”, ya que algunas personas, con las altas temperaturas, optan por trasladarse a la playa en vez de acudir a áreas metropolitanas, y eso se traduce en menos afluencia en los alrededores del local. Aunque matizó, con respecto al turismo, que por lo general, dado que “nuestro público es principalmente local”, la ausencia de visitantes no ha supuesto una pérdida relevante.

Al otro lado de la calle se encuentra La Casa de la Pizza, cuyo propietario, Alberto Marcano, afirma que el pasado fin de semana “se dio muy bien”, con la terraza a reventar -dentro de lo que se puede-, sobre todo, con personas “que venían a picar más que a comer”. Sin embargo, este lunes esas buenas cifras que arrojaron algo de esperanza en la salida del confinamiento para lograr remontar tantos meses de paralización económica, han ido decayendo: “Ayer muy normal, y hoy la calle está bastante muerta”, dice con una expresión de resignación en los ojos, que sobresalen por encima de la mascarilla.

Sobre las medidas de seguridad seguidas por la empresa, que incluyen la aplicación de gel hidroalcohólico al entrar al local, así como la desinfección de las mesas una vez se levantan los comensales, asevera que “el cliente las toma con todo el gusto del mundo”. Y para ilustrar la importancia capital que posee aplicar pautas de prevención de contagios, ejemplifica con un vídeo que le llegó de unos amigos italianos. En el clip, describe que se ve la celebración de una fiesta en una terraza, donde nadie mantiene la distancia, para posteriormente poner imágenes de varios pacientes ingresados en el hospital con un respirador. El mensaje, muy claro: “De una escena a la otra solo hay un paso, y es tu responsabilidad”.

Justo al lado de la pizzería hallamos el restaurante Zokho donde, como le ocurre a sus vecinos, la clientela opta por quedarse en la terraza, no así en el comedor. Arturo San Antonio, encargado del establecimiento, explica que “la cantidad de gente está mermando comparado con la semana pasada”, entendiendo que tiene que ver con “la apertura de los centros comerciales y las playas” en la fase 2.

“Los clientes respetan las medidas”, señala, al tiempo que concreta a este periódico los protocolos que están poniendo en práctica, tanto de desinfección de manos a la entrada al recinto como al salir del lavabo, de igual manera que el distanciamiento social. ¿El momento clave de la jornada? “A partir de las 18.00 horas”, instante en el que el sol beneficia las ventas y deja un ambiente propicio para terracear. ¿Tipo de clientela más habitual? “Grupos de 6 personas para tomar copas (…) se ven muchos reencuentros”, añade.

Y es que estos días son, precisamente, para retomar contactos, para volver a ver a nuestros amigos de toda la vida, a esos con los que hacíamos videollamadas y compartíamos tardes enteras con la cámara encendida, muchas veces, por el simple hecho de pasar tiempo juntos. Ahora, cuando el verano comienza a asomar, es momento de tomar las terrazas, pero con la responsabilidad que requiere un hecho como el que estamos viviendo porque, al final, el único motivo por el que podemos salir de nuevo a la calle es que las unidades de cuidados intensivos (UCI) tienen capacidad para soportar un rebrote que, al parecer, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ve cada vez más improbable.

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