política

Un Parlamento profiláctico con mascarillas, geles y guantes de látex

La Cámara autonómica era ayer un lugar muy diferente al de antes del estado de alarma

Menos el funcionario del servicio de publicaciones del Parlamento canario, que estaba sentado ayer en la misma butaca del palco de siempre, todo parecía muy diferente. Hay a quien no le gustan las metáforas bélicas para hablar de esta crisis porque le parecen muy patriarcales, pero el Parlamento canario, como muchos parlamentos del mundo, tenía ayer ese aire un aire crepuscular. Con solo 25 diputados sentados en el hemiciclo, parecía como si en la calle hubiera una batalla que no dejara llegar a muchos. Y quienes lo hacían, traían sus mascarillas y sus guantes. Algunos se los quitaban y otros no.  Habían desaparecido el café y unos pequeños duces y saladitos que ponen para el desayuno. Ni siquiera podía uno cambiar de silla, no fuera asintomático y empezara a esparcir las miasmas. No había charleta con nadie por los pasillos. Y era increíble pensar que el 10 de marzo, solo cuatro días antes del estado de alarma, aquel Parlamento había estado lleno de gente. Sí, parecía otra vida, anterior al miedo  al virus que se ha ido instalando en estos dos meses. Y que no se olvida, por mucho que algunos se despatarren en las terrazas de los bares.

El primero que habló de no bajar la guardia fue el presidente Torres, que mencionó varias veces las palabras “responsabilidad social”. Recordó que ya solo había 14 camas UCI ocupadas, que La Gomera, El Hierro y La Graciosa probablemente pasaran a la Fase 2, como finalmente ocurrió por la tarde.  También afirmó que el sistema hospitalario, estaba preparado para reactivarse en modo COVID-19 si había algún rebrote, tanto los hospitales públicos, privados y los hoteles preparados para convertirse en centros hospitalarios de la noche a la mañana. También afirmó que la atención primaria sería “protagonista” de la nueva fase. Y volvió a recordarlo: responsabilidad social.

En ese Parlamento desangelado de ayer hubo también algún momento peculiar.  El diputado de Coalición Canaria, Pablo Rodríguez,  iba a preguntar supuestamente por las ventajas de poner énfasis en la ‘Marca Canarias’ frente a la ‘Marca España’, que era algo que circulaba mucho por redes hace un par de semanas, cuando parecía que España era el agujero negro del subdesarrollo, antes de que en Reino Unido se desbocara la pandemia. O en EEUU. Lo cierto es que  Pablo Rodríguez no mencionó nada de eso. Pidió un plan turístico urgente. Recordó que los ingleses y los alemanes no parecían muy dispuestos a  volar fuera de sus países. Y que  Alberto Garzón había dicho que el turismo es una industria con mucho trabajo precario y estacional y poco valor añadido. Lo cual es verdad pero ha enfadado a mucha gente. “A mí me sorprendió la pregunta, pero después de escucharlo, veo que no tiene nada que ver con la misma”, le dijo Torres con esa ironía suave que desarma sin herir.

El otro momento lo protagonizó José Alberto Díaz-Estébanez, que le preguntó a Julio Pérez, consejero en funciones de Sanidad, por qué había tanta diferencia entre la incidencia del COVID en las islas y en otros territorios. Pérez le contestó que no había ninguna “evidencia científica” que lo explicara. Díaz-Estébanez  dijo que era una contestación “raquítica” y le acusó de “condescendencia” y “triunfalismo” a pesar de que el Gobierno cambió a la titular de la Consejería, Teresa Cruz, en medio de la pandemia. Y para evidenciar las carencias del sistema, contó que su padre, de 92 años, con 39,5º de fiebre y síntomas compatibles con COVID-19,  había estado el día anterior esperando muchas horas por una ambulancia que le dijeron que le iban a mandar y nunca llegó. Estaba enfadado. Parecía que Pérez tenía la culpa.

“Lamento mucho la situación de su padre, a quien sabe que respeto, voy a decir,  más que a usted. No quiere decir que a usted no lo respete, sino que a él lo estimo y lo respeto muchísimo”, le respondió Pérez , recordándole las felicitaciones que ha recibido el Servicio Canario de Salud por su actuación frente al virus.

Detrás, Teresa Cruz -”a la que tuve el honor de sustituir”, afirmó el actual consejero-, se sentaba en su nuevo escaño.  Hace dos meses, ella era la que recibía los duros embates de Díaz-Estébanez. Pero eso era otra vida. Para ella. Para todos.

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