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….y al 38º día, Antonio ‘resucitó’

Antonio Saavedra, popular maitre del hotel Taburiente, fue hospitalizado por Covid el 29 de marzo y salió a finales de mayo

Antonio Saavedra Carreño es un superviviente del coronavirus. Tiene 66 años y ha estado siempre ligado a la hostelería. Ha trabajado en algunos bares, también lo ha hecho en la Casa de Venezuela y, desde 1987 lo hace en el hotel Taburiente, en Santa Cruz. Aquí comenzó como camarero, siguió como encargado del bar-cafetería y, hoy en día, ejerce de maitre. Es decir, el jefe de los servicios de bares, cafetería y organización de banquetes. Está casado con Ángeles y tiene cuatro hijos (Elena, la mayor, y tres varones, Francis, Miguel Ángel y Alexis), además de cuatro nietos: Aarón (8 años) y Sheila (13), los hijos de Francis; Omar (15) y Elier (14), los de Alexis.
El calvario de Antonio Saavedra con el coronavirus se inició, como el de tantos y tantos afectados por la pandemia, la noche en la que se decretó el estado de alarma en España, el 14 de marzo. Ese día cerraron el hotel donde lleva ejerciendo su trabajo desde hace 34 años. Entonces, se fue a su casa en El Tablero, al amparo de un ERTE por parte de la empresa. En aquel momento, Antonio tenía un poco de gripe. En uno de aquellos días lluviosos por la zona en la que vive, se había empapado mientras paseaba a su ya vieja perrita Chiripa.
El catarro no se le iba y Antonio estuvo quince días malo. Sin embargo, no quería ir al médico por su ostensible temor a contraer el coronavirus. “No tengo nada. Debe de ser un catarrito”, le dijo en varias ocasiones a su esposa, Ángeles, y a sus hijos. No obstante, dado que su malestar continuaba, su hija Elena llamó al número indicado en su momento para este tipo de contingencias. No hubo suerte en esta intentona y no acudió nadie a su domicilio. Transcurrida una semana después de aquella primera llamada, Antonio comenzó a sentirse “muy mal y sufría escalofríos”, tal como comentó a DIARIO DE AVISOS su hijo Francis.
El domingo 29 de marzo, la familia tomó la decisión de llevarlo al centro de salud de Tíncer e ingresarlo por urgencias. Antonio entró por su propio pie, aunque un poco asfixiado. Una hora después salió una empleada de la seguridad del citado centro y se dirigió a Elena y a Francis, que fueron los encargados de trasladar a su padre desde su domicilio. Les dijo que se quedaran dentro del coche ya que podrían estar contagiados. “Nos quedamos paralizados y sin capacidad de reacción. Me sentí fatal y mi hermana Elena estaba aturdida”, explicó Francis. La empleada de seguridad les comentó que a su padre se lo iban a llevar al Hospital de la Candelaria. La espera se hizo eterna. Además, la ambulancia tardó una hora en aparecer. Cuando lo hizo, las dos personas que iban en su interior seguían el pertinente y obligado protocolo que requiere este tipo de actuaciones, perfectamente equipados.
Antonio Saavedra quedó ingresado esa noche en el centro hospitalario y, desde el primer instante, los médicos poseían todos los datos familiares para que su esposa e hijos tuvieran constancia de cómo iban transcurriendo las horas tras su ingreso. Las primeras pruebas para saber si estaba contagiado por el coronavirus dieron negativo. Pasó esa noche de domingo en planta, concretamente en la habitación 705. Al día siguiente, tras unas gestiones que surtieron efecto, Francis pudo hablar telefónicamente con su padre “durante unos 5-6 minutos, aproximadamente. Los médicos nos dijeron que tenía una neumonía bilateral”. Posteriormente, fue diagnosticado positivo con coronavirus.
Antonio se encontraba con el oxígeno puesto y una saturación muy baja. A las 10.30 se lo llevaron a la UCI y es que no podía respirar bien. Ahí se inició su verdadero vía crucis. “Una vez en la UCI -relató Francis- me llamaban todos los días entre las 2 y las 3 de la tarde, incluyendo festivos y los fines de semana”. Antonio empezó a estar estable, aunque permaneció con el respirador unos veinte días. La alimentación se le suministraba a través de una sonda. A los quince días cogió una infección provocada por dos bacterias en un pulmón. Cinco días después intentaron despertarlo, pero Antonio se ponía nervioso con el respirador y los médicos tomaron la decisión de volverlo a sedar unos días más.
A mediados de abril, los médicos que le atendían llamaron a Francis para solicitarle permiso para realizarle una traqueotomía. Concretamente, fue Miguel Ángel Rodríguez, neumólogo de la UCI, y era para poderlo despertar. Antonio llegó a estar 38 días en Cuidados Intensivos. Empezó a mejorar tras practicársele la traqueotomía. El 4 de mayo salió de la UCI. El doctor Rodríguez había llamado tres días antes a Francis para comunicarle la decisión tomada y el lunes pasaron a Antonio a planta. Su hijo pudo hablar ese día con él. “Yo informaba a mi madre todos los días y, también, a mi hermano pequeño. En la conversación con mi padre, lo noté muy desorientado. El médico me decía que hablaba soñando. Repetía frases como esta: “Dile a Yumilka (empleada en el hotel Taburiente) que me suba las Coca-Cola light y el hielo, que tenemos un evento”. Y lo decía despierto.
Una vez en planta, Francis hablaba con su padre cada 2-3 días. A medida que iban transcurriendo las jornadas, le empezó a notar una evidente mejoría. “De hecho”, recalcó Francis, “le dijo a mi madre que lo llamara todos los días al Hospital a las 7 de la tarde”. Tenían una media hora de conversación. Por las mañanas realizaba una sesión de rehabilitación, puesto que a los 20 días de estar sedado se llega a perder el 40% de masa muscular. Antonio bajó 35 kilos. Antes de salir del Hospital de la Candelaria le hicieron las pruebas, dando negativo. “Mi padre era una maniático con esto del coronavirus”, señaló a DIARIO DE AVISOS su hijo mayor, Francis. “Prefería haberlo cogido él con tal de que no lo sufriera nadie de su familia. Es un muy buen padre, un excelente marido y un gran abuelo”, dijo su emocionado hijo.
Cuando le dieron el alta hospitalaria, Antonio le dijo al médico que él comía en su casa: “Le he pedido a mi mujer lomo y ensaladilla para almorzar”, le espetó al doctor Rodríguez. Antonio tenía las defensas bajas y se encontraba muy cansado. Según Francis, “recuerda cosas de los primeros momentos cuando ingresó en La Candelaria, pero del resto apenas tiene detalles en su memoria. No se acuerda, por ejemplo ,de cuando salió de la UCI”, donde incluso agradeció con unas breves palabras el trato recibido por los médicos, enfermeras, enfermeros y el personal que lo atendió, en un vídeo que llegó a ser viral. No obstante, con el paso de los días, ya va recordando más cosas.
Antonio Saavedra va recuperando las fuerzas y, sobre todo, la ilusión por volver al hotel Taburiente cuanto antes. Les ha dicho a su mujer y a sus hijos que no les va a “dejar colgados en estos momentos, porque se han portado siempre de maravilla conmigo”. En cuanto al personal sanitario que lo atendió durante casi dos meses, Antonio ha comentado que “se merecen todo. Son los mejores y han luchado día a día”.
Bienvenido de nuevo a la vida, Antonio.

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