El próximo 14 de septiembre, el exmilitar tinerfeño Agustín Fariña retomará en Madrid su acampada y huelga indefinida (por prescripción médica no puede ser de hambre) que tuvo que se vio interrumpida en su día 43 por el coronavirus.
En esta ocasión no será frente al Congreso de los Diputados, sino ante el Ministerio de Defensa, y en la misma ya no solo reclamará un aumento en el porcentaje de discapacidad que le concedieron y que el Ministerio no quiere reconocerle, así como la reapertura de las denuncias que interpuso a sus supuestos “maltratadores” en su etapa como militar, sino que le devuelvan lo que le han arrebatado por derecho.
La abogada del soldado tinerfeño ha descubierto que dentro de la supuesta persecución sufrida, también habría sido presuntamente engañado por el Ministerio de Defensa, ya que le corresponde una pensión que se la niegan.
El 27 de septiembre de 2018 salió publicado en el Boletín Oficial de Defensa como cesado de las Fuerzas Armadas Españolas. “En este punto quiero aclarar que no he sido expulsado del Ejército, sino que he perdido las condiciones psicofísicas para poder seguir como militar”. Al recibir la documentación que acreditaba su salida definitiva del Ejército, junto con la copia del Boletín se le entregó un certificado, donde se recoge un artículo de la Ley de Clases Pasivas del Estado del año 1999, cuya Ley dice que, con el 25% de discapacidad que me otorga la Sanidad Militar, no tengo derecho a ninguna pensión”.
Fariña que sufrió una persecución y acoso que conllevaron varios ingresos por intento de suicidio, descubrió que “esa Ley en mi caso es errónea. O sea, me deberían aplicar la Ley de Clases Pasivas del Estado, del año 2001, que me permitiría ser considerado en acto de servicio o no, el militar que tenga entre un 25% y el 33% de discapacidad, ambos inclusive, tiene derecho a una pensión del Estado, y yo tengo ese 25% de discapacidad”. “Se me ha quedado una cara de tonto, me han engañado. Hemos enviado escritos para que me den esta pensión con carácter retroactivo”, declaró.