los realejos

Un cumpleaños con altura

Tras descartar un posible caso de Covid-19, Jonás Hernández subió los cuatro picos más altos de España para celebrar sus 40 años
Jonás Hernández en el pico Aneto, el más elevado de los Pirineos, con una altitud de 3.404 metros sobre el nivel del mar, y el que puso el colofón a su peculiar celebración de cumpleaños. DA
Jonás Hernández en el pico Aneto, el más elevado de los Pirineos,          con una altitud de 3.404 metros sobre el nivel del mar, y el que puso el colofón a su peculiar celebración de cumpleaños. DA
Jonás Hernández en el pico Aneto, el más elevado de los Pirineos, con una altitud de 3.404 metros sobre el nivel del mar, y el que puso el colofón a su peculiar celebración de cumpleaños. DA

“Cuando salga de ésta me subo a las cuatro montañas más altas de España para celebrar mis 40 años”, se prometió a sí mismo Jonás Hernández tras descartar en dos ocasiones un posible caso de Covid-19, y tener síntomas que en otro momento no hubieran sido otros que los de una gripe, como fiebre continua y un dolor de cabeza intenso que le obligaba a permanecer acostado. Nunca tuvo problemas respiratorios pero sí un dolor de cabeza muy fuerte, “de esos que tienes que tomar paracetamol por un tubo para que se te pase”, confiesa.

A este vecino de Los Realejos, que fue en dos mandatos concejal de Izquierda Unida Canaria (IUC), le aplicaron el protocolo establecido para estos casos: le programaron dos pruebas PCR ya que seguía teniendo síntomas tras la primera.

Ambas dieron negativo pero significó estar más de una semana en su casa, dos de los cuales permaneció en una habitación, aislado de sus dos hijos y del resto de la familia, en los que le fue inevitable “comerse el coco” ya que le faltaban pocos días para cumplir 40 años y eso conlleva en muchos casos, hacer un clic. Así que se prometió a sí mismo que cuando saliera de esa situación “iba a disfrutar de la vida a tope”. Y como una de las cosas que más le gustan son la naturaleza y la montaña decidió subir los cuatro picos más altos de España para celebrar ‘con altura’ el cambio de década.

Tenía la ventaja de tener el Teide “aquí al lado” y haber programado un viaje con sus dos hermanos a Sierra Nevada, que fue “una auténtica odisea” como consecuencia de la pandemia porque le cambiaron el vuelo en dos ocasiones y eso repercutió en la reserva de los alojamientos. “En otras circunstancias lo hubiéramos suspendido pero como se me había metido en la cabeza subir las cuatro montañas, intentamos como fuera mantenerlo”, cuenta.

Jonás es agente de medio ambiente en el Cabildo de Tenerife y cuando comenzó a sentirse mal estaba trabajando porque durante el confinamiento este servicio fue declarado esencial.

Desde el primer momento que decidió viajar tomó todas las precauciones y cumplió las medidas de distanciamiento social, tanto en el avión como en las subidas a los distintos picos. “Mucha gente puede decir que la situación no estaba para viajar, pero lo cierto es que eran lugares completamente seguros, con datos de Covid-19 que eran mejores que los de aquí”, declara.

A su familia le costó aceptar su decisión. “Hubo mucha preocupación y mucho sermón pero al final me apoyaron porque era lo que yo quería hacer y no les quedó otra alternativa”, apunta.
El primer reto fue la ascensión al Teide el 20 de junio, diez días antes de su cumpleaños. “Fue impresionante porque en el pico no había nadie, el teleférico estaba cerrado. Una de las cosas más maravillosas fue disfrutar de la cumbre prácticamente solo, con un amigo, durante 20 minutos. Y bajamos porque teníamos frío”, bromea.

El 3 de julio partió hacia Granada, en concreto, a Sierra Nevada, y algo similar le sucedió en Mulhacén, el pico más alto de la Península Ibérica, donde también estuvo en la cima acompañado únicamente por una cabra montesa hasta que llegaron sus hermanos.

Ese mismo día, también se atrevió con Veleta, la cuarta cumbre más alta de España “porque es muy fácil de subir”. Allí, curiosamente, se encontró con un matrimonio y sus dos hijas adolescentes que al pedirles que le hiciera una foto descubrió “porque entre canarios nos conocemos por el acento”, que eran de La Orotava.

El último destino -previa parada en Tenerife- fue el Aneto, en Huesca, donde llegó el 3 de agosto. Allí tuvo dificultades en cuanto a la organización, debido a que en Aragón había muchos casos de coronavirus. Hubo cancelaciones de horarios y hostales pero al final lo pudo cuadrar. En este caso sí contrató un guía porque subir bien este pico requiere usar crampones (unos dispositivos metálicos que se pegan al calzado y mejoran la adherencia a superficies heladas o nevadas), y piolet (una herramienta de montañismo que también ayuda en la escalada).

Un colofón genial

Además, añade, hay que pasar casi dos kilómetros de glaciar “y uno es canario y aunque suba al Teide con los ojos cerrados, ésto era otra historia, ya que para los profesionales del alpinismo será fácil pero para los aficionados o la gente que está empezando, es un buen fogueo”. Tuvo suerte porque el hielo no estaba excesivamente duro, subió sin inconvenientes “y como colofón estuvo genial”.

Respecto a los controles en los aeropuertos, asegura que no lo sometieron a ninguno. Solo en Barcelona le preguntaron de dónde venía y al contestar que de Tenerife Norte, “ni siquiera le tomaron la temperatura”.

Lo que más le llamó la atención fue la situación de los aviones “porque pese a que anuncian a cada momento por megafonía que tienes que ponerte la mascarilla, sirven menús y bebidas que no son de primera necesidad, como cerveza, café o bocadillos y menos en un vuelo de tres horas”, sostiene.

Jonás volvió sin ningún síntoma, igual que sus hermanos y no se arrepiente de su decisión ya que cree que fue la mejor para celebrar su cumpleaños “con altura” y salir un poco de lo que llaman “la crisis de los 40”.

Tampoco se plantea nuevos retos, aunque habiendo subido varios picos de más de 3.000 metros no descarta probar suerte con el Montblanc, en los Alpes. No obstante, será a largo plazo -dice- ya que ahora toca disfrutar con la familia.

La política, una parte importante de su vida pero ya no es prioritaria

Jonás Hernández fue en 2007 el candidato más joven al Cabildo de Tenerife en la lista de Los Verdes-IUC y lo mismo ocurrió en 2011, en el Ayuntamiento de Los Realejos, año en el que consiguió que esta formación política volviera a tener representación municipal. Estuvo dos mandatos en la oposición aunque el segundo no lo terminó. Renunció al acta en marzo de 2018 al tener claro que no repetiría en las listas. Sigue siendo militante de base pero ya no tiene ninguna responsabilidad en el partido y por eso puede decir sin tapujos lo que piensa. Ha sido y sigue siendo muy crítico con la situación en la que se encuentra IUC y la entrada de Unidas Podemos en el Gobierno central. En este sentido, cree que el tiempo le está dando la razón y cita como ejemplo más claro el “papel “timorato” que está jugando el partido morado con la situación que atraviesa la monarquía “cuando podría ejercer una presión mayor si estuviera fuera”.

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