la laguna

Solican, la librería solidaria

La ONG se dedica a recoger y vender libros para realizar acciones en favor de las personas más vulnerables de Tenerife
La entidad montó una nueva sede en La Laguna el pasado mes de diciembre. La acogida del público ha sido muy buena. Fran Pallero

La Ciudad de Los Adelantados tiene rincones para todos los gustos, y hay un enclave en particular desde el que nos podemos trasladar al país de Nunca Jamás para volar con Peter Pan, sumergirnos en el mundo de Oz en busca del maravilloso mago, explorar el pueblo de Macondo a través de Gabriel García Márquez, ir a un clásico lugar de La Mancha de la mano de Miguel de Cervantes o viajar en el expreso de Hogwarts del andén nueve y tres cuartos. La librería Solican, situada frente a la plaza de La Milagrosa, no es un establecimiento de comercio al uso. En ella, solidaridad y cultura se entrelazan para dar lugar a acciones en favor de las personas más vulnerables de Tenerife.

Detrás del mostrador de este enclave lagunero se halla Gazmira Rivero, integradora social que, siendo muy pequeña, ya intentaba ayudar a los demás. Como vecina de la calle Azorín, en Santa Cruz, veía constantemente a los sintecho que acuden cada día al Centro Municipal de Acogida, a los que, tal y como relata a DIARIO DE AVISOS, “les llevaba películas para que vieran en la siesta”. Años más tarde, los avatares del destino hicieron que recalara en Lanzarote, donde, tras enrrolarse en una empresa de trabajo temporal, se dio cuenta de que debía seguir a esa vocecita que, en su interior, le decía que continuara contribuyendo a hacer del mundo un lugar mejor.

Tras formarse y ser voluntaria en Cruz Roja para la asistencia a inmigrantes, Gazmira volvió a su isla natal para comenzar a echar una mano a su madre en la sede principal de la ONG Solican, ubicada en la calle Padre Anchieta número 16 de la capital. Allí recogía libros donados para luego venderlos y, con las ganancias, realizar obras benéficas tanto con otras organizaciones como el Club de Leones o la Asociación de Saharahuis, como con dos centros de mayores con los que la entidad lleva colaborando desde hace más de una década. Y vista la gran demanda procedente de la zona Norte, Gazmira planteó al presidente y fundador de la agrupación, Luis de la Cruz, montar una delegación en La Laguna, a lo cual accedió, pues lo tenía en mente desde hacía mucho tiempo.

En diciembre pasado abrieron sus puertas por primera vez en la denominada plaza San Cristóbal, y el público no tardó en reaccionar. Según cuenta Gazmira, allí acuden principalmente universitarios, con especial interés por géneros como la filosofía, el teatro o la poesía, así como personas de avanzada edad, que se decantan más por el arte y la historia de Canarias. Es tal la devoción que, dice, estas últimas demuestran por la lectura y el conocimiento que, de hecho, algunas poseen habitaciones destinadas de manera exclusiva a la preservación de los libros, con deshumidificadores instalados y otros elementos que ayudan a la conservación de estas joyas literarias.

La ONG afirma estar satisfecha con los resultados obtenidos en los primeros meses de andadura, no en vano, reciben una media de cuatro donaciones por semana, entre libros, pañales, medicinas, ropa y material escolar, que hacen llegar a quienes más lo necesitan. Un dato llamativo es que el camino de esta entidad se cruzó en junio con el de los 25 africanos que pernoctaban en las inmediaciones del pabellón Pancho Camurria de Santa Cruz, cuya situación fue revelada por el DIARIO. Gracias a la campaña que inició Solican a raíz del hallazgo, estos recibieron todo tipo de enseres de primera necesidad. La sociedad se volcó con su historia, y hasta “se nos llenaron los almacenes”, dice.

Pero Solican no es únicamente un espacio en el que se alimenta al corazón; también se cultiva la mente. La intención es que “poco a poco seamos más activos”, indica, con la organización de clubes de lectura, talleres de escritura o los llamados cafés literarios, a los que asisten los autores de obras que se venden en la librería. Sin embargo, las restricciones sanitarias derivadas de la COVID-19 han detenido, en cierta medida, la celebración de estas nuevas actividades. Aunque, aclara, no acabará con las acciones solidarias, puesto que en momentos tan convulsos como los actuales son más necesarias que nunca, al igual que la cultura, que nos abstrae de la cruda realidad.

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