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Maradona y Redondo, el día que hubo un ‘desafío de dioses’ en Tenerife

El 3 de enero de 1993 el Sevilla llegaba a la Isla con Maradona al frente, dispuesto a protagonizar su duelo particular con Redondo como escenificación de la confrontación entre bilardistas y menottistas

No corren los mejores tiempos para un CD Tenerife que el próximo viernes recibirá al Sevilla Atlético en el Rodríguez López, pero hace un tiempo, no demasiado si a años futbolísticos nos referimos, el Heliodoro recibía a algunos de los mejores jugadores del planeta. El 3 de enero de 1993 fue algo más allá, porque al recinto deportivo de la avenida de San Sebastián llegó uno de los mejores jugadores de la historia, llamado a verse las caras con uno de sus sucesores.

Expectación y bronca

El Sevilla FC de Diego Armando Maradona llegaba a Tenerife, donde había habido una campaña publicitaria, con anuncios en vallas incluida, en la que el duelo entre ambos equipos se concentraba en la lucha entre Maradona y Redondo, el rey y el príncipe.

Era algo más, fundamentalmente un duelo entre bilardistas y menottistas, la práctica contra el espectáculo y, por si había poco morbo, la participación de numerosos argentinos haría aún más caliente el duelo.

El Sevilla contaba con Maradona y Simeone en sus filas, además de Carlos Salvador Bilardo en su banquillo. El Tenerife, dirigido por Valdano, asistido por Cappa, contaba, además de con Redondo, con Pizzi, Dertycia y Ezequiel Castillo en su plantilla.

Por si fuera poco, el equipo hispalense llegaba de ganar por 2-0 al Real Madrid, y el tinerfeño acumulaba ocho jornadas consecutivas sin conocer la derrota, por lo que en poco tiempo se agotaron las entradas para el encuentro, recaudándose 55 millones de las antiguas pesetas únicamente en concepto de taquilla.

Maradona calienta

“Redondo es un gran jugador, pero fue una puñalada para mí, para el entrenador y para todos que no quisiera ir al Mundial de Italia. Le pediré explicaciones cuando lo vea”, dijo Maradona en la previa, algo que, obviamente, no gustó a nadie en Tenerife.

Redondo no entró al trapo, contestando que no había ido a aquel Mundial “por razones de estudios” y que estaría “encantado” de hablar con alguien “tan grande” como Maradona.

Pero las cortesías por uno y otro lado concluyeron en ese punto. De todos es sabido lo supersticioso que era Bilardo, algo que no era desconocido para Jorge Valdano, por lo que en el banquillo que iba a ocupar el preparador del Sevilla fue esparcida numerosa sal gorda, algo asociado a la mala fortuna.

En aquellos cruces con el Sevilla, Figueroa, utillero tinerfeñista, vivía sus particulares duelos con su homólogo sevillista, ya que, entre otras cosas, en los clubes de la liga se tenía miedo a que pudiera pasar lo mismo que en el Argentina- Brasil de Italia 90, cuando desde el banquillo de la albiceleste se le dio una botella de agua a Branco, que, tras beber de la misma, dijo sentirse mareado. Bilardo entrenaba a aquella Argentina, por lo que uno de los cometidos del utillero blanquiazul era la de “cuidar” que aquello no pasara nuevamente.

El partido fue como el rosario de la aurora. El CD Tenerife fue muy superior, ganando 3-0 gracias a los goles de Pizzi, por partida doble, y Dertycia. Los dos tantos del primero fueron de penalti, muy protestados por su rival, que acabó con 9 jugadores sobre el terreno de juego después de que Maradona viera tarjeta roja directa tras protestar al colegiado González Lecue y que a Marcos le fueran mostradas dos cartulinas amarillas. El bigoleador Pizzi, también por dos amonestaciones, abandonó el terreno de juego.

Con el pitido final no acabó todo. Luis Cuervas, presidente del Sevilla, dijo que aquello había sido “un espectáculo lamentable”, Diego Armando Maradona aseguró que había “predisposición” del árbitro para expulsarlo y Diego Simeone dijo que le había dado “vergüenza” estar sobre el terreno de juego en un día histórico para el CD Tenerife y la afición de la Isla.

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