la laguna

Ángel, el pizzero de las celebridades

El italiano, que regenta un comercio en Los Majuelos, se ha tomado fotos con más de 700 famosos; es su hobby desde hace 27 años
Ángel, propietario de la pizzería Da Angelo, enseña orgulloso las fotografías que decoran las paredes de su negocio; un sueño que tenía desde principios de los 2000 y que pudo cumplir | SERGIO MÉNDEZ

Desde Rocío Durcal hasta Joe Cocker, pasando por Cristiano Ronaldo, Messi, Mick Jagger, Jesús Gil, Stephen Hawking, Maradona, Pavarotti o el rey Felipe VI. En las paredes interiores de la pizzería Da Angelo, situada en la avenida de Los Majuelos, están expuestas multitud de fotografías del propietario del establecimiento, Ángel, junto a personalidades de la música, el deporte, la política, el periodismo, la ciencia… un sinfín de personajes. Y es que el dueño de este comercio lagunero -un italiano que arribó a Tenerife con 14 años de edad- comenzó en la década de los 90 a cazar famosos para inmortalizarse con ellos, y desde entonces no ha parado de hacerlo. Es, de hecho, según confiesa a DIARIO DE AVISOS, su mayor afición. “No me cojo vacaciones ni nada; este es mi único hobby”, admite, mientras hace una visita guiada por su restaurante, orgulloso de poder contar la historia que hay tras cada instantánea.

Explica que la primera de todas fue con Johan Cruyff, quien por aquel entonces entrenaba al Fútbol Club Barcelona. “El sábado llegó la expedición del equipo al hotel Mencey, y el domingo por la mañana salieron todos a dar un paseo por el parque García Sanabria”, indica. Ahí fue donde pudo intercambiar palabras con algunos históricos jugadores del conjunto blaugrana, como Michael Laudrup, Andoni Zubizarreta, José Mari Bakero o Hristo Stoichkov. Eso sí, aclara que, a pesar de haberse curtido en el arte de aproximarse a las estrellas, procura no molestarles: “Tienes que mantener la compostura, porque tampoco puedes salir corriendo detrás de ellos, sino siempre tranquilo, con respeto. Si los veo tomándose algo, espero a que terminen y luego les pido la foto”.

Sobre los orígenes de su particular pasatiempo, recuerda que “cuando mis padres vinieron a España empecé a ver a las personas que salían en la televisión pasar por la Isla”. Ese habría sido el despertar de su interés por conocer a las celebrities de cerca, hasta que, detalla, “sin tenerlo pensado, empezó a gustarme”. Y qué menos que, perteneciendo a una familia italiana, intentar fotografiarse con uno de los mayores iconos del país, cuyo último adiós fue prácticamente un funeral de Estado. “La foto que más me ha costado conseguir es la que tengo con Luciano Pavarotti”, manifiesta, satisfecho de haberla logrado. Corría el año 2003. El astro de la ópera organizaba un concierto benéfico de Pavarotti and Friends en su localidad natal, Módena, y Ángel no estaba dispuesto a dejar pasar su oportunidad. Entonces, pidió una semana de vacaciones a la empresa para la que trabajaba en Tenerife y viajó a la ciudad.

Al llegar, preguntó a todo el mundo dónde vivía el divo, hasta que por fin dio con su mansión. “Había un jardinero chileno que se fijó en que mi acento era un poco raro. Le expliqué que había ido desde Canarias y me dijo que Pavarotti no estaba allí, pero que lo podía encontrar en su restaurante”, cuenta. Así, el pizzero cogió rumbo al local, donde se topó con Adele Venturi y Fernando Pavarotti, los padres del artista, tomando café. “Los saludé y me dijeron que en dos horas llegaría”. En efecto. Poco tiempo más tarde, el cantante del do de pecho por excelencia apareció, acompañado por su secretaria, y accedió a tomarse la foto con un matiz: sin bajarse del coche, dado que “tenía las bermudas puestas y no quería aparecer así”. Listo. Aunque realmente, en el marco de la misma visita hizo un triplete más, pues aprovechó para acudir al hotel Baglioni, en Bolonia, y sumar a Elton John, Liza Minelli y Eric Clapton a su colección.

Cuestionado por la espinita clavada; al que le hubiera gustado saludar pero, por algún motivo, no pudo, señala que le vienen dos a la cabeza: Michael Jackson y Bill Clinton. En 1993, cuando el rey del pop ofreció un multitudinario concierto en el recinto portuario de Santa Cruz de Tenerife como parte del Dangerous Tour, Ángel trabajaba en Madrid, por lo que le fue imposible acercarse al hotel Botánico, en el que descansó durante esos días la estrella de Gary, Indiana. Tampoco en 2005 pudo coincidir por esa misma razón con el expresidente de Estados Unidos, que de nuevo escogió el enclave portuense para pernoctar. Pero, si bien lamenta ambos casos, considera que su experiencia en la capital del Reino fue productiva, ya que estar allí le permitió atesorar más nombres.

En este sentido, menciona a Tom Cruise, que en 2004 asistió a la inauguración de la sede nacional de la Iglesia de la Cienciología en España, polémico movimiento religioso del que el protagonista de Misión Imposible es seguidor ferviente. “Me enteré de que se iba a quedar en el hotel Santo Mauro. Fui, esperé y esperé, y lo vi. Ahí tuve la oportunidad de conocerle y hablar con él; era muy simpático”. Un carisma que, afirma, también derrocha Julio Iglesias, al que pilló en el hotel Villa Magna de Madrid a las dos de la mañana, cuando volvía de ensayar para su actuación en el programa Sorpresa, sorpresa de Antena 3.

Confiesa que su aventura madrileña no hizo sino afianzar sus pensamientos, pues comió un día en Casa Lucio, un restaurante de la ciudad muy frecuentado por famosos, y al ver quiénes le rodeaban se dijo a sí mismo: “Cuando tenga un negocio, voy a poner todas las fotos que me he sacado”. Una aspiración que pudo hacer realidad montando su propia pizzería en La Laguna y que, concreta, “a la gente le llama mucho la atención”. A lo largo de los años, a su mesa se han sentado el extriunfito tinerfeño Agoney, el puertorriqueño Edwin Rivera, la banda de Manuel Carrasco o varios productores de éxito. Pero si hay una experiencia que quedará grabada en su memoria para siempre es la vez en la que, por poco, no comió en Da Angelo el mismísimo Sylvester Stallone.

Rambo rodaba la última película de la saga en distintas localizaciones de Tenerife, y un contacto de Ángel consiguió colar en la agenda del intérprete una velada en su pizzería. “Una de sus asistentes dijo que estaba liado con el maquillaje, pero que vendría”, cuenta. Por eso mantuvo el comedor cerrado esa noche, aguardando por el actor. A los clientes, que no entendían por qué no se les permitía acceder a la sala, “les decíamos que estaba reservada para un cumpleaños; no podíamos hacer otra cosa”, reconoce. Y, una vez transcurridas dos horas, el teléfono sonó: era muy tarde y finalmente comería en el hotel.

Aunque, al parecer, Stallone seguía interesado en probar los platos del pizzero italotinerfeño, por lo que pidió que le llevaran “una pizza margarita, una lasaña de carne y pasta”, a lo que, cortésmente, Ángel y su equipo añadieron “queso camembert y una botella de Lambrusco”. Y, en una mezcla de agradecimiento por el detalle y disculpas por no acudir a su cita en la avenida de Los Majuelos, Stallone bajó de su habitación y, como no podía ser de otra manera, se sacó una foto con Ángel, que con esa instantánea pasaba a tener una anécdota más que contar de sus cerca de 700 fotografías con celebridades.

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