Sentarse en la mesa de un restaurante, acudir a la peluquería, ir de compras… Son acciones cotidianas que para la mayoría de las personas no suponen un especial esfuerzo. Una visión que cambia radicalmente cuando se carece de ingresos, de un techo o del más mínimo apoyo. Esa es la situación en la que en la mayoría de las personas sin hogar o en exclusión severa se encuentran, y para las que acceder a ese tipo de servicios, aunque solo sea durante unas horas supone una inyección de autoestima que les permite afrontar con algo más de fuerza la situación en la que se encuentran.
Ese es uno de los objetivos de los talleres que la Obra Social La Milagrosa, que dirigen las Hijas de la Caridad, han organizado gracias a la concesión de dos subvenciones del Gobierno de Canarias, a través de la Consejería de Derechos Sociales.
Desde la Obra Social de La Milagrosa se ha apostado por proporcionar ese necesario respiro a 40 personas sin hogar o en exclusión severa a través de la impartición de talleres de higiene e integración social. Concretamente han sido tres los cursos que la ONG Nuevo Futuro, a través de la que la Obra de las Hermanas de la Caridad ha podido llevar a cabo esta actividad, los que ha impartido en su sede de la calle San Sebastián (la Casa verde). Higiene en tiempos de COVID (una para hombres y otro para mujeres), Comer con el corazón y Alfabetización digital, son los talleres que se han desarrollado en los últimos meses. En ellos, estas personas aprendieron a realizar un currículo, a cocinar de forma saludable o cuidarse en su día a día.
Como explica la trabajadora social del comedor de La Milagrosa, Belén Peyró, “solicitamos al Gobierno de Canarias dos subvenciones para organizar talleres de Educación e higiene e Integración Social. Nos la concedieron a través de la Consejería de Derechos Sociales, y con la colaboración de Nuevo Futuro, que se encargó de ceder las instalaciones y poner los profesores, hemos impartido tres cursos en los que han participado unas 40 personas”.
Unos talleres que, además, cuentan con un valor añadido, y es la estrecha colaboración con el tejido comercial local. “Casi todos los talleres llevan aparejado algún tipo de colaboración con los negocios de la ciudad. Por ejemplo, en el de Comer con el corazón dábamos unos vales para que, dentro de la actividad del taller, pudieran acudir a La Recova a determinados puestos para comprar la comida que luego cocinarían. En el de aseo, hicimos uno masculino y otro femenino, y en ambos se les ofreció servicio de peluquería, porque la imagen es muy importante para aumentar su autoestima. En estos talleres también se les proporcionó vales de aseo para ir a Galerías Laguna (uno de los comercios colaboradores) y comprar, según la formación que habían recibido, aquellos productos que necesitaban para su higiene diaria así como mascarillas, hidrogeles…”, explica Peyró.
Otra forma de colaboración fue la que proporción el bar Carbedi, que está al lado de la sede de Nuevo Futuro. “Comían allí a diario un menú, lo que suponía para el bar dar servicio a 10 o 12 personas, y la ayuda que eso suponía para ellos”, detallo la trabajadora social de La Milagrosa.
Todos los usuarios se encontraban en situación de exclusión social severa, la mayoría vivía en la calle, y los que no, compartían habitaciones o infraviviendas. La valoración de los beneficiarios de los talleres, cuenta Peyró, fue muy buena. “Para los alumnos de los cursos de higiene, que están en exclusión severa, acudir a la peluquería, un hecho tan simple como ese, supuso un impacto tremendo, al verse distintos, pero también al ser tratados como cualquier otro cliente. Todo eso les supuso una inyección de autoestima increíble”. “Pero también ir a un restaurante y sentarse a comer, con sus cubiertos, sus platos… Hay que tener en cuenta que nosotros estamos dando picnics, es decir, que se les da una bolsa y comen en la calle”, añadió.
Desde Nuevo Futuro, su director, Alfonso Roque, explica como con los talleres de Alfabetización digital también se logró cambiar la visión que muchos de los alumnos tenían de sí mismos. “En este taller los enseñamos a hacer un currículo, desde qué foto deben colocar, hasta en qué plataformas deben darse de alta para buscar trabajo. Uno de ellos lo envío a una de estas plataformas, y al día siguiente lo llamaron para una entrevista de trabajo. Imagínate el subidón para alguien que no creía que pudiera hacer siquiera un currículo. Y no solo para él, sino también para el resto de sus compañeros, que vieron in situ la aplicación práctica de lo que estaban haciendo”. A la pregunta de si logró el trabajo, la respuesta es que sí.
Aunque los cursos ya han terminado, faltan otros dos por impartir, a la espera de que las restricciones les permitan volver a convocarlos. Una de las alumnas que ya los ha finalizado valoró el aprendizaje obtenido, pero, sobre todo, la experiencia de compartir con otros. “Lo pasamos bien, compartimos durante días diferentes experiencias, y hablamos mucho. Pasamos muchas horas en la calle y no tenemos con quién hablar, y en el curso eso lo hemos podido hacer”, explicó. “Nos reímos mucho -continuó-, por ejemplo, fue mi cumpleaños y traímos una tarta, también nos llevaron a la peluquería que fue un subidón para todos”.