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La Laguna homenajea a Clemencia Hardisson

El nuevo Recurso de Acogida Municipal llevará el nombre de la histórica vecina, que se involucró en la lucha antifascista y tanto hizo por el barrio de Gracia y sus vecinos
Casa de la familia Hardisson en el barrio de Gracia, de titularidad privada. Fran Pallero

El Ayuntamiento de La Laguna ha querido rendir homenaje a la histórica vecina lagunera Clemencia Hardisson, en coincidencia con el 20 aniversario de su fallecimiento (1908-2000), poniendo su nombre al recientemente anunciado Recurso de Acogida Municipal que estará ubicado en la calle Tabares de Cala. Se trata de la primera instalación pública y permanente para familias sin recurso residencial y personas en situación de sinhogarismo de La Laguna, con capacidad para 30 personas y que comenzará a funcionar a partir de hoy, 4 de enero.

Esta vecina de La Laguna destaca por cómo se involucró en la lucha antifascista desde muy joven. Clemencia Hardisson huyó del país y se estableció en Francia, donde fue condecorada por su labor en la resistencia antinazi por el propio Charles de Gaulle. Regresaría a Tenerife, donde los vecinos del barrio de Gracia aún la recuerdan por su labor social. Además, destinó buena parte de sus propiedades a las familias más necesitadas y a usos públicos, conformando en gran medida lo que hoy es el barrio de Gracia, según información biográfica facilitada por el Ayuntamiento.

Hasta ahora, Clemencia Hardisson solo contaba con una calle con su nombre en este barrio, y otra en Santa Cruz, y en el que los mayores aún la recuerdan con afecto. Con este nuevo reconocimiento, se quiere recordar y poner en valor la labor de esta vecina.

Recuerdos de los vecinos

“Era una bellísima persona y casi todos los terrenos en los que vivimos en el barrio fueron regalados por ella a los vecinos, que solo tuvieron que pagar 5 pesetas de aquella época por las escrituras. Creo que toda la gente antigua del barrio, que mucha ya ha fallecido, tiene sus casas gracias a ella”, rememora Susana María Díaz Pérez, presidenta de la Asociación de Mayores Universo de Gracia, quien la conoció siendo una niña.

“Yo la conocía y estuve en su casa, era una persona muy amable y cariñosa. Fue muy generosa con los vecinos, era muy humanitaria con la gente del barrio”, valora, motivo por el que aún se la sigue recordando con mucho cariño. “Se conocía su historia en el barrio y siempre fue muy nombrada. Es muy recordada en el barrio, y le pusieron su nombre a una calle, pero ella se merece poner su nombre a la plaza de Gracia, por ejemplo, y no a una calle chiquitita”, apunta esta representante vecinal, que aboga, además, por “hacer algo para que la juventud, que no llegó a conocerla, pues conozcan su historia y cómo se creó el barrio”.

Rosa Mari Brito es también integrante de la asociación de mayores del barrio, donde lleva 30 años viviendo, y también conoció a Clemencia Hardisson, a quien recuerda como “una gran señora” que hizo “muchísimo por el barrio”. “Era una bellísima persona, era muy caritativa, cedió el solar donde está ahora la asociación de vecinos y se portaba muy bien con el barrio, ayudó a mucha gente”, recuerda. “Era muy querida, y los mayores todavía la recordamos y hablamos de ella con mucho cariño”, destaca.

Sin embargo, parece que su trayectoria y recuerdo se han diluido entre las generaciones más jóvenes. “No se le recuerda entre la juventud”, apunta Claudia Cairós, presidenta de la Asociación de Vecinos Santa María de Gracia y joven de 28 años, quien lamenta que la casa familiar de Clemencia Hardisson no tenga un uso cultural. “La casa se quemó y se reformó hace muchos años y está vacía, y, por lo que siempre he escuchado, ella quería que tanto el centro ciudadano como su casa fueran lugares de cultura, donde los niños pudieran estudiar, una especie de biblioteca, ludoteca, con salas de exposiciones… Y siempre he escuchado que qué pena que su voluntad no se tuviera en cuenta”, relata.

Una casa, que es de titularidad privada, de la que su padre, Arturo Cairós, profesor jubilado de Filosofía, guarda buenos recuerdos. “No sé de quién es ahora mismo, pero era preciosa. Cuando era pequeño, había una finca al lado que tenía un algarrobo y al que los chiquillos nos subíamos para ver las fiestas que se hacían allí, era precioso”, rememora este vecino, que cuando la conoció de pequeño, “tenía prácticamente la edad mi abuela”. “Recuerdo también que el camino La Hornera era un camino lleno de piedras y fango y ella mucha veces compraba un camión de picón y los niños nos poníamos a extenderla con unas palas -continúa-. En la última época, un poco más mayor yo, nos tomábamos el té por las tardes y empezábamos a hablar de muchas cosas, de música clásica, cuándo entraron los nazis en Bélgica, yo hablaba de Filosofía…” “Ella tenía un lado intelectual muy interesante, fue luchadora contra el fascismo y que armonizaba con el aspecto humano, si tenía que ponerse un delantal para recoger pencas lo hacía sin problema ninguno. Tenía un aspecto humano muy bueno, dio un montón de fincas casi regaladas a gente humilde para que hicieran su casa”, enfatiza el profesor.

biografía

Clemencia Hardisson nació en La Laguna en 1908, en el seno de una familia de origen francobelga perteneciente a la burguesía comercial en Tenerife, vinculada a importantes consignatarias.

Su familia mantuvo una labor militante en la denuncia de las atrocidades a las que se sometió a la población civil belga durante la ocupación alemana del país durante la primera guerra mundial. Clemencia aparece una y otra vez en los ecos de sociedad de la prensa de los inicios del siglo XX, según información biográfica facilitada por el Ayuntamiento de San Cristóbal de La Laguna.

Su vida acomodada no será ajena a la irrupción de las nuevas ideas que supuso la proclamación de la II República. En 1931, entabla una relación sentimental con el ingeniero anarquista Juan José Luque Argenti, que fue director de la Junta de Obras del Puerto de Santa Cruz de Tenerife, y se vinculó con el Sindicato de Tabaqueros y la CNT. Su entorno personal se relaciona, desde ese momento, con los ideales republicanos, sirviendo de enlace de comunicación con una organización sindical vinculada con el movimiento anarquista.

Cuando Juan José Luque marcha a Barcelona, se convertirá en difusora de los materiales que desde ese lugar le envían, cuestión que será investigada por las autoridades franquistas.
Según esta información aportada por el Ayuntamiento, la dictadura rápidamente señala a esta activa mujer como ‘mujer peligrosa’, tal y como atestigua un informe policial recopilado por Pedro Medina Sanabria.

Clemencia fue detenida tras el golpe fascista, estando como presa gubernativa desde el 31 de diciembre de 1937 hasta el 27 de marzo de 1939, aunque la creciente presión del franquismo la obligará a salir de la Isla. Marchará primero a Bélgica y, posteriormente, a Francia, en donde vive la entrada de las tropas alemanas en el país.

Entre 1939 y 1945 trabajará con la Cruz Roja, prestando paralelamente una intensa actividad de apoyo a la resistencia francesa, una labor que mereció el reconocimiento del propio Gobierno de la Francia liberada en 1945, de las manos del general De Gaulle.

En la década de los 60 vuelve a Tenerife, donde venderá parte de los terrenos familiares ubicados en el barrio de Gracia y donará lotes de tierras a las familias con menos recursos. Su labor en la Isla se mantiene vinculada con sus ideas y formación, siendo una colaboradora en el regreso de personas represaliadas y en su búsqueda de empleo. Los mayores del barrio aún guardan con afecto su recuerdo.

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