Gran parte de la Península se encuentra en la actualidad afectada y colapsada por la nieve que ha dejado la borrasca Filomena a su paso, así como por la ola de frío que acaba de entrar y está provocando temperaturas extremas. Canarias no ha sido ajena a Filomena y, aunque sus efectos no hayan sido tan graves, sí ha dejado importantes lluvias y ha blanqueado las cumbres de las islas de mayor relieve. Sin embargo, más allá de la excepcionalidad de este temporal y aunque Tenerife se venda como un destino de sol y playa, varios de sus municipios están más que acostumbrados a las bajas temperaturas durante el invierno.
Este es el caso de La Laguna, especialmente su centro, así como sus alrededores y la zona de Anaga, conocida históricamente por ser uno de los puntos más invernales de toda la Isla, por sus bajas temperaturas, alta humedad y frecuentes lluvias. Y es que a pesar de los menos de diez kilómetros que separan su centro del de Santa Cruz, la diferencia de clima entre ambas ciudades puede ser abismal, por lo que es fácil ver a más de un turista padeciendo el mal tiempo en pleno casco histórico, despistado con el cambio de temperaturas entre las de las playas del Sur o la capital con las de La Laguna.
Y es que el frío es una parte más del patrimonio y la historia de La Laguna. “Hay unos versos muy conocidos de Viera y Clavijo sobre las inclemencias de La Laguna, y un poeta la llamó “la mensajera de la lluvia”. Y hace poco estaba mirando un texto de 1826 y hablaba de que lo más característico de La Laguna eran sus calles amplias y rectas, pero sin gente y con una gran humedad, y en los tejados, como esperamos que vuelvan a aparecer este año, una cantidad ingente de verodes”, relata Eliseo Izquierdo, cronista oficial de La Laguna.
“Yo recuerdo de muchacho que se pasaban días y días lloviendo y con una bruma intensa -continúa-, poco a poco el clima ha ido cambiando, pero lo de este año nos regresa a los buenos tiempo de La Laguna. El frío de estos días es comparable, o mayor, al de entonces. Hoy [ayer] es un día totalmente lagunero, con mucho frío, encapotado, con la lluvia intermitente que cae”. Y es que cuando nieva en el Teide, el aire corre mucho más frío.
“No solo los habitantes de nuestro municipio, sino cualquiera que haya vivido una temporada en La Laguna puede dar fe de que aquí el frío y la humedad hay que tomárselos muy en serio. Y no son pocas las personas que aseguran que donde más frío han pasado en su vida es en La Laguna. A mí particularmente me parece que el clima invernal forma parte inseparable del paisaje lagunero y de nuestra forma de ser, y añade un encanto especial a nuestro patrimonio”, explica al respecto el alcalde lagunero, Luis Yeray Gutiérrez.
La Esperanza
El Rosario es otro municipio que puede competir con La Laguna, en frío, especialmente su casco en La Esperanza. “En la capital administrativa de El Rosario siempre ha sido normal la lluvia, la bruma y las bajas temperaturas, aunque es cierto que ya no llueve con la asiduidad que lo hacía antes. Yo soy del pueblo y hablo con conocimiento de causa. Nunca pasé tanto frío como cuando iba a entrenar a fútbol al campo del CD Esperanza. Eso era para valientes”, relata su alcalde, Escolástico Gil, quien recuerda que “la última gran helada que vivió La Esperanza fue hace cinco años, cuando en febrero de 2016 amanecieron todas las calles del pueblo con un manto blanco. No es habitual que nieve a tan baja altura. Por eso, muchos vecinos aún lo recuerdan”.
Además, destaca que “la prenda conocida como la manta esperancera, que usaban, y usan aún hoy, los agricultores y ganaderos para resguardarse del frío y que no les enchumbe el agua cuando están a la intemperie, o la fama de nuestros renombrados establecimientos de restauración, provienen, precisamente, de nuestro clima habitualmente frío y húmedo, que, además permite dar las mejores papas de color de Tenerife”.
Vilaflor
Vilaflor es otro municipio que también puede presumir de bajas temperaturas. “Sus 1.500 metros de altitud y su situación casi en el mismo centro de la Isla y orientado al sur, hacen que sea un clima frío, pero seco. De unos 40 años hacia atrás, era difícil que no nevara en el propio pueblo. Las heladas en los inviernos congelaban el agua de las tuberías de exteriores. A veces querías coger agua con la manguera y no salía. Teníamos la suerte de pequeños de no tener que subir a las Cañadas del Teide para ver la nieve”, relata su alcaldesa, Agustina Beltrán.
“Con esta tormenta Filomena ha bajado la temperatura, pero es lo normal cuando hay episodios de lluvia y nieve -añade-. Hoy [ayer] amanecimos con tres grados, luego subió un poco, pero no la sensación térmica, así que si vienen a Vilaflor, no se olviden de las chaquetas, los guantes y los gorros. Aquí les esperamos con chocolate calentito”.