cultura

El cine se reivindica como espacio seguro y pide acabar con el veto de consumir alimentos en sus salas

Los recintos de exhibición cinematográfica de las Islas, golpeados por la pandemia, demandan ayudas al Gobierno regional y reclaman levantar la prohibición de comer y beber en su interior
Las salas de cine se hallan en una compleja encrucijada desde la irrupción de la pandemia del coronavirus. / DA

La experiencia irreemplazable de ir al cine a disfrutar de una película en la oscuridad y el silencio de la sala, frente a una pantalla gigantesca, corre el riesgo de convertirse en un viejo recuerdo. La irrupción del coronavirus en nuestras vidas lo ha trastocado todo. La exhibición cinematográfica no escapa de esta profunda crisis sanitaria y económica, y, en buena medida, ha sido una de las actividades culturales más damnificadas: por la pandemia y por las restricciones de seguridad sanitaria para luchar contra ella.

Ante esta situación, las empresas de exhibición cinematográfica del Archipiélago reclaman dos cuestiones que consideran esenciales para seguir en pie: formar parte del plan extraordinario de ayudas que contempla el Gobierno de Canarias para los subsectores más afectados (el programa regional está dotado con 400,8 millones de euros, de los que 165 corresponden a ayudas y 235,8 a aplazamientos de impuestos) y, no menos importante, que se levante la prohibición de consumir alimentos y bebidas en el interior de las salas, que supone una sustancial fuente de ingresos.
Esta segunda petición viene avalada por datos y estudios que muestran la nula incidencia de la COVID-19 en los cines. Representantes de las salas de Tenerife y de las dos principales asociaciones de exhibidores, FECE (Federación de Cines de España) y Naece (Nueva Asociación de Exhibidores de Cine de España), mantuvieron recientemente un encuentro telemático con la Viceconsejería regional de Cultura para transmitirles sus demandas.

La FECE ha difundido los resultados de un estudio que analiza la emisión de partículas potencialmente infecciosas de acuerdo con el tipo de actividad que realiza una persona. Según dicho informe, comer y beber en una sala de cine es una actividad segura, con una tasa de emisión de partículas inferior a la que se pueda dar en otros establecimientos. A ello se añade, precisa la FECE, la distancia que hay entre los no convivientes, el que los espectadores están orientados en la misma dirección, no hay interacción entre las personas y, por ende, tampoco hablan entre sí.

APAGA Y VÁMONOS

“Estamos cubriendo entre el 18 y el 30% del coste de tener los cines abiertos, la gente aguanta porque el año pasado fue el mejor de los últimos 15 y teníamos una reserva. Pero si esto en marzo no ha levantado, apaga y vámonos, no habrá para pagar las nóminas del mes siguiente”. Esto lo decía en diciembre Enrique González Macho, expresidente de la Academia de Cine y propietario de la cadena Renoir. Han pasado más de dos meses y las salas aún están muy lejos de una desescalada.

INCERTIDUMBRE

La suspensión y aplazamiento de los estrenos de películas, los toques de queda incompatibles con los horarios habituales de las salas, la reducción de aforos y otras restricciones han situado a las empresas en una compleja tesitura. A unas no les ha quedado más remedio que cesar temporalmente su actividad y otras aún resisten, aunque, eso sí, cada vez con mayor incertidumbre. Un buen ejemplo de esto lo tenemos aquí, en Tenerife. Tras el cierre temporal de los cines Yelmo en España, salvo en Madrid y Gran Canaria, quienes residen en la zona comprendida entre el área metropolitana y el norte de la Isla solo cuentan con una opción si desean acudir a un espacio con una programación permanente de proyecciones: Multicines Tenerife, en La Laguna.

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