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El cierre escolar por la Covid agravó la desigualdad educativa en Santa Cruz

El estudio encargado por el Ayuntamiento capitalino a la Universidad de La Laguna constata la existencia de una brecha digital entre las familias más desfavorecidas, con el 7% de ellas sin acceso a internet y la mitad sin ordenador
El cierre escolar por la Covid agravó la desigualdad educativa en Santa Cruz
El confinamiento obligado de marzo de 2020 influyó negativamente sobre el aprendizaje de los niños. / SERGIO MÉNDEZ
El confinamiento obligado de marzo de 2020 influyó negativamente sobre el aprendizaje de los niños. / SERGIO MÉNDEZ

Justo hace un año la pandemia de la Covid-19 irrumpió en la vida de todos de forma drástica, llevando al cierre de negocios, centros de trabajo, y también de los colegios. De la noche a la mañana, miles de familias se vieron con las clases suspendidas, y con sus hijos en casa tratando de seguir escolarizados a través de las pantallas. Que las familias socioeconómicamente más desfavorecidas son las que lo tuvieron más difícil se podía intuir, pero un informe elaborado por el Centro de Estudios de Desigualdad y Gobernanza de la Universidad de La Laguna, encargado por el área de Juventud del Ayuntamiento de Santa Cruz en 2020, constata esa realidad. Es más, su principal conclusión apunta a la “existencia de una desigualdad educativa importante en el municipio de Santa Cruz, que parece haberse agravado con el cierre escolar por la crisis de la Covid-19”.

El informe, que fue dado a conocer por la ULL a través de las redes, detalla que la muestra incluye la respuesta de 16 directores, 85 maestros y 521 familias de alumnos de Educación Primaria de 25 centros públicos del municipio. Esto representa, aproximadamente, el 70% de los centros educativos públicos, y el 11% del alumnado matriculado en el curso 2018-2019.

En lo referente a las familias, las principales conclusiones muestran como la pandemia empeoró la situación laboral de muchas de ellas, de forma que un tercio de las madres y uno de cada cuatro padres empeoró su situación laboral, pasando a ERTE o desempleo, con lo que también empeoró su situación económica. Según los datos, los hogares que en peor situación económica se encuentran se localizan en el distrito Ofra-Costa Sur, donde también se localizan el mayor número de familias con los dos miembros de la pareja en paro.

El empeoramiento de las condiciones económicas afectó de forma directa a la brecha digital que muestra como el 7% de las familias encuestadas no tienen en casa conexión a internet, y si la tienen es de mala calidad (19%), quedando sólo tres de cuatro hogares con conexión buena para el seguimiento telemático de clases. Las familias más desfavorecidas socioeconómica y culturalmente multiplican por tres la carencia de conexión a internet, según señala el informe.

En lo referente a los dispositivos (ordenadores y tablet), el estudio revela que la brecha digital se agrava aún más, ya que al menos 1 de cada 5 alumnos se encuentra sin dispositivo alguno para seguir la docencia telemática, ni conectar con las páginas web de los centros, ni intercambiar correos electrónicos con su profesorado. Proporción que alcanza a la mitad del alumnado de hogares más desfavorecidos. Ofra-Costa Sur también lidera el número de hogares en los que no hay internet, asi como el de los que carecen de dispositivos electrónicos.

Prueba de estos datos fue la puesta en marcha durante el confinamiento de un programa mediante el cual, el Ayuntamiento imprimía en papel los deberes de los escolares más desfavorecidos y se los acercaba a casa para que pudieran seguir estudiando. Precisamente, el informe llama la atención sobre que se hable de docencia online, cuando, como admiten los encuestados, lo que se vivió en el confinamiento fue una docencia más enfocada a hacer tareas con un feedback individual por parte del docente.
Concluye esta parte, señalando el estudio que, la valoración general de las familias sobre la enseñanza durante el cierre escolar es negativa. La gran mayoría afirma que sus hijos han aprendido menos (85%); que están menos motivados (78%); y que se divierten menos (90%).

Directores

En cuanto a las direcciones de centros, desde ellas se manifiestan insuficiencias para atender a la totalidad de las demandas de las familias que no podían seguir la enseñanza telemática. El estudio detalla que, a pesar del alto grado de implicación de las familias, los estudiantes y el profesorado, el periodo de cierre escolar evidenció las carencias de los centros, tanto en la formación de los docentes para la enseñanza online, como en las familias para su seguimiento en casa con sus hijos.
En cuanto a la participación en las clases, se destaca la presencia de las madres como apoyo docente del alumnado de Primaria de menor edad, y como soporte principal en aquellas familias que no tenían competencias digitales para seguir las enseñanzas virtuales o que carecían de recursos informáticos. El móvil y la mensajería instantánea “han sido el comodín de la comunicación de familias y centros”, detalla el estudio. Según los directores la enseñanza durante el cierre escolar “empeoró en todas las materias, especialmente en idioma extranjero”.

Profesorado

Desde la perspectiva del profesorado, la mitad reconoce no haber recibido previamente formación en recursos y métodos de docencia no presenciales. Igualmente, cerca de la mitad no impartió clases online durante el cierre escolar. En cuanto al tipo de trabajo realizado, los maestros parece que emplearon el tiempo escolar en corregir y supervisar las tareas más que en impartir docencia online.

Los docentes plantean que se produjo una modificación clara en las condiciones de trabajo, de forma que el tiempo dedicado a la preparación de sus clases y materiales educativos aumentó considerablemente durante el cierre escolar. Afirman los encuestados que pasaron de un promedio de 9 horas semanales a casi 20; la mayoría no considera que haya disfrutado de esta experiencia, que por contra sí que les generó mucho estrés.

Los maestros destacan haber aumentado sustancialmente los contactos con las familias. Además, parece que ambos agentes de esta ecuación relacional coinciden en valorar (negativamente) que cerca del 30% del alumnado no cuenta con el apoyo familiar suficiente. El informe constata que, con respecto al alumnado, “parece que es la pieza que más ha perdido en este proceso, ya que, el cierre impidió el uso del espacio escolar como lugar de conexión e interacción entre iguales”.

Medidas a tomar

La primera de las propuestas del informe es la de mejorar la dotación de recursos digitales de los centros educativos y de los hogares de familias desfavorecidas, principalmente las monoparentales y hogares de bajas rentas. “En esta línea, el Consejo Escolar del Municipio podría actuar como dinamizador de esta acción, fortaleciendo sus funciones en la línea de mantener reuniones mensuales con las familias para comprobar las necesidades reales”, apuntan los autores del estudio.

También se hace necesario programas de formación para el profesorado, tanto para el uso de herramientas informáticas, como para la docencia online. Los autores sugieren que debería incorporarse desde ya la docencia telemática y los recursos digitales, como complemento en la enseñanza presencial.

En lo referente a las medidas que puede tomar el municipio de forma directa, se apunta por parte de los autores que se deben generar líneas de actuaciones encaminadas a dar apoyo a las familias en procesos formativo, lo que obliga a que haya personal de apoyo que sirva de enlace entre las escuelas y las familias. Para ello se sugiere que se aprovechen los distritos y los espacios disponibles del Ayuntamiento para dar soporte de ayuda (presencial y/o telemática) al alumnado de Primaria de la zona que lo precise.

Por último, se apunta que diversas concejalías del Ayuntamiento de Santa Cruz han de trabajar paralelamente en políticas de apoyo a las familias de hogares desfavorecidos, más cuando son monoparentales (y con hijos y con trabajos esporádicos o sin trabajo), para sufragar en la medida de sus posibilidades las carencias de recursos y dispositivos informáticos de hogares que siguen sin conectividad e incomunicados con los colegios.

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