entrevista

Norberto Santana: “Nuestro tratamiento con ozono espera prolongar la supervivencia de los pacientes tras un trasplante de pulmón”

El cirujano canario, jefe de Cirugía Torácica y Trasplantes de Pulmón de un hospital en Arabia Saudí, explica en esta entrevista en exclusiva con DIARIO DE AVISOS las claves de sus últimas investigaciones

Al cirujano canario Norberto Santana Rodríguez le ha tocado ser uno de tantos isleños que triunfan fuera de casa. En su caso, en Oriente Medio. Semanas atrás, dio la vuelta al mundo la noticia de que este médico isleño investiga un tratamiento pionero con ozono para prevenir el rechazo en trasplantes pulmonares y evitar los casos de muerte por este motivo.

Tras pasar por distintos centros hospitalarios de las Islas y llevarse más de una decepción por las dificultades que entraña, en ocasiones, investigar en España, decidió emprender una aventura internacional, tal y como explica en esta entrevista en exclusiva con DIARIO DE AVISOS. Primero recaló en el prestigioso hospital Mont Sinaí de Nueva York, donde obtuvo las herramientas necesarias para ahondar en los problemas que afrontan los profesionales sanitarios a la hora de realizar con éxito trasplantes de pulmón, topándose con largas listas de espera -derivadas de la falta de stock- o rechazos crónicos. Más tarde, encontraría su oportunidad en Arabia Saudí, país al que se desplazó hace cuatro años y en el que continúa viviendo con su familia. Desde su llegada al King Faisal Specialist Hospital and Research Centre ha ido escalando puestos hasta ser nombrado jefe de Cirugía Torácica y Trasplantes de Pulmón, liderando además una investigación pionera a nivel mundial para prevenir el rechazo crónico haciendo uso de ozono.

¿Qué diferencias percibe entre los sistemas de salud de Arabia Saudí y España?

“Diría que la mayor es la gestión. Aquí, la cualificación profesional de las personas que lideran los hospitales es incuestionable, mientras que en España la profesionalidad de muchos gerentes sí lo es porque llegan ahí por decisiones políticas, no basadas en méritos o habilidades. En cuanto a la oferta de servicios, son equivalentes. Y en lo que tiene que ver con los recursos humanos, aquí hay mucho personal internacional; en España se está más focalizado a personal nacional. En Arabia se contrata y viene gente de muchas partes del mundo, lo cual hace que se enriquezca más el sistema sanitario”.

¿Cómo ha sido la gestión de la pandemia en el país?

“Creo que ha sido buena en general, aunque tuvimos un cierre de fronteras un poco precoz, desde marzo del año pasado hasta este 19 de mayo, porque cuando Europa comenzaba a quemarse con el virus aquí se asustaron mucho; por eso hubo un confinamiento rápido y se atajó bastante el virus. El problema fue cuando se celebró la fiesta de después del Ramadán, la Eid, que se relajaron las medidas y fue un desmadre. Hubo un pico tremendo de COVID que desde entonces no ha vuelto a haber. Tengamos en cuenta que Arabia tiene 34 millones de habitantes, es un país pequeño, y de momento solo hay 400.000 y pico casos diagnosticados”.

¿Se han relajado medidas con la llegada de la vacunación?

“De momento no. Lo que sí están haciendo es forzando a toda la población a que se vacune y, de hecho, si no estás vacunado el 1 de agosto no puedes incorporarte a tu trabajo, ni ir al colegio o a la universidad. También desde hace mucho tiempo se implantó un sistema que se llama Tawakkalna donde viene tu estado: si estás inmunizado o no, si te has vacunado, si has pasado la enfermedad… y para entrar a cualquier sitio tienes que enseñar esa ficha, bien sea a un restaurante o a un centro comercial. Aparte, te toman la temperatura y comprueban que lleves la mascarilla”.

Y en el Hospital San Roque y el Doctor Negrín, en Canarias, ¿qué tal fue su experiencia?

“Siempre fue buena, lo que pasa es que llega un momento en el que te das cuenta de que cuesta mucho avanzar. Yo siempre había sido una persona con mucha inquietud por innovar, desarrollar nuevas técnicas quirúrgicas e investigar. Incluso pusimos en marcha en Las Palmas el Instituto Canario de Medicina Avanzada, el primer centro de alta resolución privado que se montó en Canarias. Pero también surgieron muchas envidias que hacían más difícil el trabajo, así que decidí moverme e intentar empezar una aventura internacional”.

¿Así fue como aterrizó en el Mont Sinaí de Nueva York?

“Sí. Tenía un proyecto, en el que trabajaba con mi equipo en el Negrín, de medicina regenerativa y bioingeniería de pulmón. Era pionero en España y en Europa en aquel momento, sin embargo, no encontré ningún apoyo. El Mont Sinaí sí me dio lo que necesitaba, por eso me fui sin dudarlo. Desafortunadamente, cuando llegué a Nueva York despidieron a todo el equipo del Negrín, y eso hizo que me pensara mucho volver, porque al quedarme sin equipo era como empezar desde cero. Por eso seguí en la esfera internacional, que me permitía moverme más fácilmente en este campo”.

¿No pudo desarrollar su proyecto en las Islas?

“Era una propuesta pionera y en la que teníamos mucha experiencia, porque éramos el único centro hospitalario de Europa que investigaba el trasplante de pulmón en animales pequeños, en ratas. Tenía contratados a veterinarios y a biólogos moleculares e hicimos un trabajo excelente. Habíamos publicado muchos artículos en ese campo, algunos en revistas de mucho índice de impacto. El siguiente paso que queríamos dar era intentar ver si éramos capaces de crear pulmones bioartificiales para el trasplante, porque uno de los problemas que tenemos con los trasplantes en humanos es la lista de espera y la escasez de donantes, de forma que muchos pacientes, entre el 20 y el 25%, fallecen antes de recibir el pulmón. Eso, obviamente, demanda que sigamos investigando y busquemos nuevas alternativas para poder ofertar más pulmones a los pacientes. Pensamos en crear los pulmones bioartificiales, pero en España no encontré el apoyo ni las facilidades necesarias. En este sentido, en el Mont Sinaí me abrieron las puertas”.

¿Y en qué fase se encuentra la investigación sobre los pulmones bioartificiales?

“No se llegó a publicar del todo. Los resultados que conseguimos eran buenos, pero me quedé un poco insatisfecho por el número de animales con lo que hicimos las pruebas; no me pareció un volumen adecuado. Preferí reservar los resultados hasta que pudiera volver a retomarlo, pero se me ha dilatado en el tiempo por la presión asistencial. De todas formas, espero pronto volver a hacerlo, porque nuestro hospital se ha transformado en una entidad privada y todo ha cambiado: tenemos nuestros propios departamentos de investigación y puedo volver a contratar otra vez a equipos como los que tenía en España”.

De completarse el estudio con éxito, ¿esperan dar solución a los problemas de stock?

“Exacto. En otro tipo de estudios podrías pasar directamente al humano si los resultados son favorables, pero un proyecto como este, de bioingeniería, requiere que el siguiente paso sea con animales más grandes, como el cerdo o la oveja. Se necesita mucho tiempo para que sea realmente implantable en la clínica humana”.

Usted también fundó el primer laboratorio de diagnóstico genético de Canarias. ¿Cómo surgió la idea?

“Tenía un amigo con cáncer de colon que me dijo que lo habían operado, que había salido bien, pero que tenía que hacerse un estudio genético en Navarra porque en Canarias no existía la posibilidad de hacérselo. Pensé que en el siglo XXI sí debíamos poder hacerlo. Empecé a madurar la idea e impliqué a mi esposa, que es una gestora magnífica, e intentamos poner el proyecto en marcha junto a la clínica San Roque. La empresa se montó y estuvo funcionando durante cinco o seis años hasta que se la terminamos por traspasar a la clínica, que le ha dado otra dinámica”.

¿Cómo ve la aparición de las nuevas variantes del virus?

“Creo que se ha pronosticado realmente pronto el final de la pandemia. Nosotros en Arabia estamos muy cerca de la India, y aquí se vive con mucha preocupación todo lo que está pasando en el entorno de Oriente Medio. Con el avance de la vacunación habrá menor presión asistencial, pero relajar las medidas en un momento como este creo que a lo único que nos lleva es a nuevas olas. Los fabricantes de las vacunas hablan de porcentajes muy altos en cuanto a prevención de contagios, sin embargo, ahora empieza a salir la experiencia real de algunos países como Israel, que ya están diciendo que no están contentos con los resultados. Hay un artículo publicado en revistas internacionales que dice que la vacuna de Pfizer es capaz de proteger hasta en un 93% la aparición de síntomas severos, pero un 64% el contagio. Es decir, nos seguiremos contagiando. El efecto de las nuevas cepas es realmente una incertidumbre, sobre todo porque este virus muta a una velocidad importante, y eso significa que puede haber muchas más mutaciones con otros tallos distintos que no estén cubiertos por la vacuna”.

¿Qué hay de la vacuna española que lidera Luis Enjuanes?

“Esa sí que es una vacuna realmente esterilizante, porque al ser intranasal lo que hace es que el sistema inmune destine las defensas a las vías de entrada y bloquea la penetración del virus, que no puede multiplicarse para seguir infectando. Creo que la vacuna española, y no es por ser patriota, es sin duda la mejor del mercado y es probablemente la que consiga mejores efectos en cuanto a contagios y síntomas severos”.

¿Cuál es el futuro de la nueva cirugía? ¿Con robots?

“Cada día va a ser menos invasiva. La tendencia de la cirugía es a hacer incisiones más pequeñas, porque eso facilita la recuperación del paciente, disminuye la estancia hospitalaria y los costes y mejora el sistema inmunológico. Eso por un lado, y luego, la otra gran parte del desarrollo va hacia la robotización o la utilización de la inteligencia artificial. Incluso han salido prototipos a los que enseñan a hacer una sutura mejor y más estable que la de un cirujano”.

¿Y qué papel desempeñarán las células madre?

“Nosotros las hemos utilizado en el pulmón para regenerarlo de enfermedades terminales como la fibrosis pulmonar; hemos tenido resultados muy buenos que han sido publicados en artículos científicos. Sin embargo, no se ha conseguido todavía dar el salto al ensayo clínico, porque para uso a nivel humano sigue habiendo mucha traba ética y legal. Pero por ejemplo, hay un kit de una empresa española que se llama Lyposmol que te permite sacar células madre de la grasa abdominal del paciente, centrifugarla, y en 45 minutos o una hora se obtiene una fracción de entre 800.000 y un millón de células madre. Con ese tipo de células madre, que se llaman mesenquimales, se pueden realizar diversos tipos de tratamientos, como la regeneración osteoarticular. El reto es llevarlo a la parte más avanzada de la medicina, como las cirugías mayores o los trasplantes”.

Finalmente ha acabado investigando sobre el uso del ozono para evitar el rechazo crónico de pulmón…

“Tengo un compañero del Hospital Doctor Negrín que ha sido hace poco Premio Can de las Ciencias y dirige la Unidad de Investigación, el oncólogo radioterapeuta Bernardino Clavo. Él ha sido pionero en Canarias en la utilización de la ozonoterapia para el tratamiento de complicaciones del cáncer y fue la persona que me introdujo en el campo del ozono. Hicimos un grupo de investigación conjunto y publicamos mucho. Cuando yo estaba en el Negrín hicimos un estudio de trasplante pulmonar. Los pulmones que se trasplantaron dejaban a los animales vivir tres meses, luego tenían un rechazo crónico importante. Analizamos muchas rutas genéticas y encontramos que la oxidación estaba implicada como una de las rutas más importantes del rechazo crónico. Y fue la primera vez en el mundo que se publicó un paper demostrándolo. Eso nos llamó la atención, y comenzamos a pensar cuál sería el mejor fármaco para luchar contra el estrés oxidativo”.

¿Cómo funciona la técnica?

“El ozono es el fármaco más potente contra el estrés oxidativo. Cuando se administra en dosis bajas, produce estrés oxidativo, pero activa las defensas frente a él, que es lo que hace que te proteja. Basándonos en ese concepto, el doctor Clavo y yo decidimos realizar un nuevo estudio con animales trasplantados, dándoles ozono y viendo qué pasaba a los tres meses. Hicimos un grupo de control sin ozono y todos los animales sufrían rechazo crónico en ese periodo. Por el contrario, los animales a los que se les dio ozono no tuvieron rechazo crónico. Fue impresionante el estudio y se publicó en una revista de muy alto índice de impacto. Llevaba un tiempo trabajando para empezar el ensayo clínico en humanos, pero vino la pandemia y se paralizó todo. Ahora estamos intentando retormalo. Si tiene los mismos efectos que tuvo en animales, vamos a conseguir un gran beneficio para prolongar la supervivencia de nuestros pacientes”.

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