Ya es oficial: una nueva variante del virus responsable de la actual pandemia amenaza con arruinar buena parte de los avances logrados contra dicho mal durante los cerca de dos años transcurridos. Así lo reconoció ayer la Organización Mundial de la Salud (OMS), que ha nombrado Ómicron a la B.1.1.529, a la par que advirtió de que este contraataque del virus podría conllevar un “mayor riesgo de reinfección”, según las primeras evidencias preliminares.
Como ocurrió con Delta, los problemas radican en que todo apunta a que Ómicron, detectada por primera vez en Sudáfrica el pasado día 9, se contagia con mayor facilidad que las hasta ahora conocidas. Ante su aparición, los países de la Unión Europea han prohibido de inmediato los vuelos con salida o destino a Sudáfrica y otros seis países africanos por el temor a que se propague a través de esas rutas. Estas restricciones afectarán a Sudáfrica, Botsuana, Esuatini, Lesoto, Namibia, Mozambique y Zimbabue, y se aplicará “durante 14 días”, por el momento. Ayer mismo se conoció el primer caso confirmado en Europa de un paciente contagiado con la nueva variante Ómicron, concretamente unamujer belga con síntomas de coronavirus que regresó de un viaje a Egipto hace 15 días.
Tan pésimas noticias se han dejado sentir en las bolsas, donde ayer cundió el pánico por todo el mundo. Sin ir más lejos, el Ibex-35 registró el mayor descenso en año y medio en apenas cuatro horas. Pero adonde se dirigieron todas las miradas fue hacia los laboratorios, y la primera respuesta ha llegado desde el alemán BioNTech, creador de la vacuna de Pfizer contra la COVID-19. Sus responsables aseguran que en dos semanas sabrán si Ómicron es resistente a su vacuna y que, si así fuera, tendrán preparada otro antídoto modificado en seis semanas.
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