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De la “bendita curiosidad” de Einstein a la “humildad”: cómo lidiar con un mundo ‘hostil’ “sin que nos aplaste”

El eminente médico madrileño Mario Alonso Puig da en Tenerife algunas claves para afrontar situaciones de verdadera adversidad propias del último tiempo, como la pandemia de la COVID-19 o la erupción del volcán de Cumbre Vieja, en La Palma

La mente es nuestra principal aliada, pero ante dificultades de gran calado como las que ha traído consigo la pandemia de la COVID-19, con una incertidumbre prolongada a lo largo del tiempo, puede convertirse en un poderoso “enemigo”. Es la tesis con la que el médico Mario Alonso Puig cerró el pasado jueves en Santa Cruz de Tenerife el foro Enciende la Tierra de la Fundación CajaCanarias, apelando a tres valores con los que, a su juicio, se puede exprimir “el potencial del ser humano para buscar soluciones”: “interés, curiosidad y humildad”.

El facultativo, educado en la Universidad de Harvard y miembro de la Academia de Ciencias de Nueva York y de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, también hizo referencia a la erupción volcánica de La Palma, entendiéndola como otra situación que hace aflorar en la población un sentimiento que limita sus capacidades de salir del atolladero: “el miedo”. Se trata de un mecanismo que, si bien es inherente a nuestra especie y segrega sustancias para responder de manera certera a escenarios límite, en exceso -o cronificado- nos empuja a la “desesperanza”.

Con el objetivo de ahondar en los efectos del estrés mal gestionado, Alonso Puig ejemplificó con circunstancias con las que se ha topado durante su trayectoria, tanto con pacientes -es cirujano especialista en el aparato digestivo- como alumnos o colegas de profesión. En este sentido, aludió a estudios realizados por distintas instituciones de prestigio que ponen de relieve la diferencia a la hora de superar una enfermedad en caso de llevar a cabo prácticas de relajación y no hacerlo, dándose en una amplia mayoría de los supuestos que quienes aprendían a dosificar sus temores experimentaban mejoras notables y llegaban a lograr, incluso, reducir el tiempo de sanación.

“El estado de ánimo de los enfermos es importante. Es un factor de suma importancia para hacer frente” a patologías complejas, como las de carácter oncológico, con las que está familiarizado en el ejercicio de la medicina, dijo. Es más, ánimo al público congregado en el Espacio Cultural de la Fundación en la capital tinerfeña a poner en práctica un ejercicio simple que, aplicado al día a día, puede favorecer a un cambio en la forma de afrontar distintas situaciones: sustituir los “es que” por “hay que”. Es decir, que las excusas pasen a ser acciones a completar y, por tanto, encaminadas a dar con una solución, eludiendo los pensamientos que nos enfrascan en el “creo que es imposible”.

Para el también autor de best sellers como Reinventarse (Plataforma Actual, 2010) y Resetea tu mente (Espasa, 2017), es necesario “explorar la capacidad del ser humano para cambiar la realidad”. Y dicho proceso, afirmó, pasa por un concepto ideado por el Ejército de Estados Unidos para describir el mundo tras la Guerra Fría, que suele concordar con la percepción de la sociedad en general: D-VUCA, cuyas siglas en inglés aluden a “Volatilidad, Incertidumbre, Complejidad y Ambigüedad”. El camino a seguir, prosiguió diciendo, es “lidiar con un mundo VUCA sin que nos aplaste; encontrar la oportunidad” en torno a cualquier dificultad.

Aseguró, al hilo de las fases del duelo, que cuando un paciente recibe un diagnóstico poco halagüeño tiene dos opciones: “la aceptación o la resignación”. La primera -explicó- acerca a la persona a sentimientos como la esperanza y dibuja una senda dirigida hacia la resolución del problema, mientras que la segunda es “una rebeldía encubierta”; síntoma de que, en realidad, se ha tirado la toalla antes de que la batalla hubiese dado comienzo. No obstante, aclaró que “todos somos distintos” y debemos centrarnos “en lo que nos une, no en lo que nos separa”.

En la misma línea, subrayó las funciones de los dos hemisferios del cerebro. El izquierdo “es el que controla nuestra cultura”; el responsable de facultades como la escritura, aunque “solo ve en 2 dimensiones: ve los árboles, no el bosque”. Parafraseando a Albert Einstein, señaló que “los problemas que salen de aquí [de esta sección de nuestro órgano más esencial e insustituible] no se pueden solucionar en el mismo sitio”. De ahí el sentido de la parte derecha, “capaz de ver el todo”, y a la que se atribuye “la creatividad”, crucial para no perecer en la adversidad.

“¿Cómo despertar la creatividad”, preguntó Mario Alonso Puig ante un salón de actos abarrotado -cumpliendo, eso sí, la normativa COVID, con registro de aforo y las limitaciones debidas-. A lo que prosiguió afirmando que hay que remontarse a la niñez para hallar la respuesta: “con interés, curiosidad y humildad”. La “bendita curiosidad” de la que hablaba Einstein, que nos hace estar abiertos a nuevos planteamientos, a nuevas formas de pensar y de entender lo que nos rodea, de concebir la mente como moldeable, capaz de adaptarse.

Por otro lado, la “curiosidad” que demostramos en nuestros primeros años de vida, queriendo averiguar cómo funciona nuestro entorno y cómo podemos interactuar con él. Y “humildad” propia de quien, en realidad, no puede estar en posesión de la verdad absoluta, pues esta no existe y depende, en buena parte, de la percepción. Para concluir, en una charla posterior bajo la moderación de la periodista científica Pampa García Molina, el cirujano apuntó a que ante un mundo tan cambiante solo podemos “convertir el miedo en curiosidad”, y eso puede pasar por cometer errores, que no se han de apartar o rehuir, sino “buscar una forma de aprender de ellos”.

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