
Investigadores del Hospital Universitario de Canarias (HUC) han logrado, tras varios meses de trabajo, la creación de un test cutáneo capaz de adivinar el estado de la inmunidad celular de una persona, por lo que de un modo rápido identifica si necesita una dosis de refuerzo de la vacuna frente al SARS-CoV-2 o no. Los investigadores principales han sido la especialista en Inmunología Yvelise Barrios y el experto en Alergología Víctor Matheu, que han logrado una prueba pionera en el mundo que denominaron CoviDCELL. Sin embargo, todavía no han logrado comercializar este producto que ahorraría millones de euros al Sistema Nacional de Salud. Barrios, también vocal de la Sociedad Española de Inmunología (SEI), cuestiona la necesidad de una dosis de refuerzo indiscriminada a toda la población y defiende una “estrategia individualizada” de dosis de refuerzo, para “proteger a quien hay que proteger, como la población vulnerable, inmunodeprimida o de riesgo”.
-¿Cómo marcha la investigación del test cutáneo que han ideado?
“Hay avances muy interesantes y seguimos en fase de desarrollo del estudio, lo que nos permitirá contestar a un montón de cuestiones en cuanto a la inmunogenicidad de las vacunas. Ahora estamos con la ronda de seguimiento de un año de los trabajadores sanitarios a los que hicimos el test a las dos semanas de haberse vacunado y a los seis meses. Tenemos una población grande y muy heterogénea, pues hay algunos compañeros que ya se han puesto la dosis de refuerzo y otros no. De esta manera intentaremos ver los resultados del test en función de las pautas que tiene cada uno y seguir trabajando en sacar conclusiones de lo que tenemos entre manos, que es la única prueba a nivel nacional e internacional cuyos resultados se han publicado de una forma abierta en todo este tiempo. Son cientos de personas en seguimiento de todo tipo, sin vacunar, con una dosis, con dos, con refuerzo, así como contagiados sin o con alguna pauta vacunal. El primer estudio fue en contagiados. Ahí fue muy interesante, porque vimos que, respecto al test de anticuerpos, nuestro test en vivo es más representativo de la inmunidad que tienen las personas tras haber pasado la infección. Es mucho más estable. Los anticuerpos van disminuyendo a medida que pasa el tiempo, y el test celular es un test que permite valorar mucho mejor la persistencia de esa respuesta. Como responsables del módulo de inmunodeficiencia primaria del HUC -hay que recordar que estos pacientes no fabrican anticuerpos o su nivel es bajo o nulo-, nos vimos sin ninguna herramienta disponible (solo había test de anticuerpos) para poder saber si estos pacientes habían pasado la COVID-19. Nuestra primera idea fue optimizar un test fácil de hacer (estamos en un laboratorio asistencial, no de investigación) para realizar una evaluación de la respuesta inmunocelular de una manera sencilla, que pudiéramos hacer nosotros e implementarlo en nuestros pacientes. Así se han abierto nuevos grupos para utilizarlo, y tras el seguimiento de sanitarios, el último estudio que estamos realizando lo hemos hecho con enfermos trasplantados renales”.
-Es una pena que no haya despertado el interés de alguna empresa biotecnológica española, cuando en breve podrían salir otros competidores.
“Sabemos que en Canadá hay una empresa farmacéutica que está desarrollando un test que más o menos se parece al nuestro, para comercializarlo. Por eso creemos que será un método que con el paso del tiempo más gente se animará a adoptarlo e intentará una comercialización. Así tendremos una herramienta más para apostar por el estudio de la inmunidad de las personas vacunadas. Podremos entender la inmunidad que generan las vacunas, y cómo hacer una individualización en personas vulnerables. Hemos demostrado que estas pruebas se mantienen más en el tiempo que los tests de anticuerpos que están en laboratorios clínicos. Y es fácil de hacer. La respuesta inmunitaria celular dependiente de linfocitos T solo está desarrollándose en centros y laboratorios muy especializados, que además tienen unos aparatos muy sofisticados, específicos y costosos. Esta prueba democratiza este tipo de test, que hasta ahora únicamente se podían hacer a pequeños grupos de personas”.
-Muchos cuestionan la necesidad de poner una dosis de refuerzo indiscriminadamente a todos los mayores de 18 años.
“Creo que la dosis de refuerzo para este grupo de población de 18 a 39 años y sin patologías previas no es necesaria, porque ya están protegidos. Su propia respuesta celular a la infección genera suficiente cobertura, y no aporta un valor añadido para mejorar la situación. Por tanto, todos los recursos que se invierten en estas inmunizaciones masivas innecesarias en estos momentos se podrían emplear en cuestiones que sí aportan valor a la lucha contra la pandemia, y debería apostarse por una estrategia global de vacunación mundial. Apostamos por realizar una estrategia individualizada del programa de vacunación de dosis de refuerzo, para proteger a quien hay que proteger, los grupos concretos, como la población más vulnerable, inmunodeprimida o de riesgo”.

-¿Qué opina de la inmunidad híbrida generada con la vacuna y la posterior infección?
“Los inmunólogos hemos publicado varios artículos científicos hablando del termino de inmunidad híbrida, que trato de diferenciarlo de la superinmunidad, que se consigue cuando nos vacunamos y nos infectamos. Un infectado que luego se vacuna tiene una inmunidad más versátil frente a todas las proteínas del virus que si solo nos vacunamos -que al final exponemos al cuerpo ante una proteína-. En cambio, cuando te infectas te enfrentas a todas las proteínas que forman el virus, siendo una inmunidad más amplia. Además, tiene una inmunidad de mayor efectividad a la hora de protegernos, con lo cual tendrá más éxito en protegernos de los contagios. Por eso las vacunas están siendo un poco menos efectivas, que siguen siéndolo para protegernos contra el desarrollo de la enfermedad grave, en todas las variantes en un buen porcentaje, incluso con ómicron, pero observamos que frente a nuevos contagios la protección de la vacuna es menor. Hay que dejar claro que todas estas personas tienen que vacunarse para protegerse y, sobre todo, formar un escudo alrededor de personas vulnerables, aunque ya debemos apostar por vacunas adaptadas a las nuevas variantes”.
-Las autoridades adelantan la desescalada de medidas restrictivas y hablan de términos como gripalizar o convertir la pandemia en endemia. ¿Cree que con el alto nivel de vacunación en España y el enorme número de personas que se han contagiado con ómicron podemos estar en el comienzo del fin?
“Hay que dar mensajes sensatos. Las personas vulnerables, pese a ponerse tres o cuatro dosis, no van a estar protegidas, y se deberá seguir siendo muy prudentes en la protección y continuar luchando con los mismos medios que hasta ahora. Pero también en la actualidad tenemos un amplio catálogo de tratamientos, como antivirales o monoclorales, y sabemos manejar mejor la enfermedad, por lo que para nada la situación es la misma que antes de las vacunas. Aunque parecen similares, COVID-19 y gripe no son iguales, en un mala temporada de gripe fallecieron en Canarias casi 70 personas. Por eso se recomienda vacunar a todas las personas frágiles ante la gripe, a una persona de 18 años probablemente no le pasa nada si se contagia, a una de 85 años con patologías, como una insuficiencia cardíaca o algún problema respiratorio, posiblemente la mate”.
-Decían que ómicron sería menos letal que las anteriores variantes, pero los registros de fallecidos en Canarias, España y otros países son abundantes.
“El análisis que podemos hacer es que hay muchas personas ingresadas en los hospitales por otras patologías y que además están contagiadas de COVID-19. Es importante diferenciar personas hospitalizadas con COVID o por COVID. En muchos de los fallecimientos que se están produciendo no se hace esa distinción, son personas muy frágiles, con muchas comorbilidades, que ya estaban en una situación complicada, que desgraciadamente se han infectado porque el virus ha circulado de una manera muy masiva, y esto ha llevado a que desgraciadamente tengamos este número de fallecimientos, que ha sido bastante elevado en las últimas semanas. Una persona con algunas patologías y comorbilidades tiene una salud bastante frágil que hace que cualquier infección, como una gripe o la COVID, pueda ser mortal”.
-En el Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, ¿Qué hace falta a la sociedad para fomentar las vocaciones investigadoras?
“Hacen falta muchas cosas. Entre otras, más mujeres referentes en el campo científico. Todo comienza por reconocer el problema y dejar de minimizarlo o ignorar su existencia. Porque ni la ciencia ni el talento tienen género. Hay estudios que señalan que las mujeres científicas e investigadoras son menos escuchadas que sus compañeros varones (60%), son tomadas menos en serio (56%), tienen una mayor falta de reconocimiento (55,3%) y reciben una mayor exigencia laboral (39%)”.

Es muy fácil de hacer: un pinchazo en el brazo y la valoración en 24 o 48 horas
La inmunóloga Yvelise Barrios señala que el CoviDCELL es una adaptación de un test clásico de la inmunología (la reacción de hipersensibilidad retardada), una prueba cutánea que se realiza desde hace años en la tuberculosis (equivalente a la prueba de la tuberculina o Mantoux) o en los 90 se empleó con los pacientes con VIH, a quienes el virus ataca a las células T con el paso del tiempo.
Los resultados de estas pruebas (DTH en inglés) muestran la capacidad que tendrían unos glóbulos blancos específicos, llamados los linfocitos T, para iniciar una respuesta inflamatoria tras la introducción de una proteína similar a una de las proteínas principales de la espiga S del coronavirus SARS-Cov-2.
“Lo bueno es que es muy fácil de hacer, un pinchazo en el brazo, y la valoración es al cabo de 24 o 48 horas, visible y fácil de interpretar, con un coste muy inferior al de los test in vitro y nos da información que nos permite complementar otro tipo de acciones que también son importantes en una población grande”. En la imagen, inmunidad celular meses después de la vacunación medida en el brazo de la doctora Barrios.