análisis

Esto es la leche

Nada tan triste, en un mundo injusto, como ver tirar la comida

Nada tan triste, en un mundo injusto, como ver tirar la comida. Impactan esas imágenes de ganaderos echando por el sumidero miles de litros de leche que no se van a poder distribuir, en este caso por la huelga de los pequeños transportistas. Siento tener que recordárselo a, entre otros, mi querida presidenta de la Comunidad de Madrid, pero sí hay pobres, personas en riesgo de exclusión, gentes a las que un mínimo incremento en el precio de los alimentos les descalabra el presupuesto del mes. Hay, se crea usted o no las cifras de Cáritas, demasiada gente en dificultades. En Madrid -lo veo todos los días– y en casi todas las partes. Por supuesto, no voy a atacar ahora ni el derecho a la huelga ni al de manifestación: faltaría más. Pero pienso que la huelga de transportistas, a los que el Gobierno califica de ‘ultraderechistas’ creo que sin mucha razón, no es demasiado bien comprendida por una población que teme por sus suministros, ni por unos productores, lácteos, agrícolas o pesqueros, que ven peligrar su supervivencia si la situación se mantuviese, que confío en que no sea así. Ignoro hasta qué punto Vox ha podido manejar los hilos de esta huelga o los de las manifestaciones del pasado fin de semana; me parece que el Gobierno está concediendo demasiada importancia al partido de Abascal, y ello solo conducirá a que alguna gente, harta de la situación que está viviendo por muchos conceptos, acabe dirigiendo sus ojos a los más ‘rupturistas’. Mala táctica la de la ministra del ramo: ver ‘ultras’ agazapados tras todos los conflictos hace pensar en que casi reconoce su incapacidad para resolverlos. Concluyo, en fin, por donde había comenzado: la situación reclama encarar los problemas de otra manera, y eso incluye al Gobierno, a la oposición, a los transportistas, a usted y a mí, como sociedad civil. Y a los lecheros. Esto es, simplemente, la leche, y no será tirándola por los suelos y luego llorando por la leche derramada lanzándonos a gritar en las calles eso de ‘piove, porco Governo’, como encontraremos las soluciones. Lo dicho: esto es la leche, oiga.

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