El próximo 20 de septiembre era la fecha prevista para el lanzamiento de ExoMars 2022 desde el cosmódromo ruso de Baikonur. La misión, una colaboración entre la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) y Roscosmos, su homóloga rusa, tenía como objetivo la búsqueda de signos de vida en la superficie y el subsuelo de Marte.
La contrapartida europea al Perseverance de la NASA, que actualmente recorre el planeta rojo recolectando muestras, es el róver de ExoMars 2022, bautizado Rosalind Franklin y desarrollado por la ESA. Por su parte, la contribución de Roscosmos se encargaba de la plataforma con la que el róver descendería hasta la superficie marciana y algunos de sus instrumentos, además de proporcionar el cohete Proton-M que llevaría al conjunto hasta su destino en el planeta vecino.
La misión ya había sido postergada en 2020 debido a retrasos en el desarrollo de algunos sistemas del vehículo, lo que imposibilitó aprovechar la ventana de lanzamiento de aquel año. Dicha ventana se produce cada 26 meses, cuando la Tierra y Marte se encuentran en el punto más cercano en sus respectivas órbitas alrededor del Sol, lo que acorta críticamente la duración del viaje. La intención del equipo de la misión era aprovechar la nueva oportunidad que se presenta en septiembre de este año, pero, cuando por fin todo estaba listo, Rusia invadió Ucrania…
La actual situación de la ESA, dependiente en buena medida de los cohetes rusos para poder lanzar sus misiones de exploración espacial, ha sufrido un serio revés debido a la ruptura de las relaciones con Rusia a causa de la invasión.
TIRO DE GRACIA
La ESA anunciaba el pasado jueves, tras la reunión en París de su cúpula directiva, la cancelación de la colaboración con Rusia mediante un comunicado que, como no podía ser de otro modo, aludía a la guerra en Ucrania y a las sanciones impuestas a Rusia.
“Como organización intergubernamental dedicada al desarrollo e implementación de programas espaciales que respeta plenamente los valores europeos, deploramos profundamente las víctimas y las trágicas consecuencias de la agresión a Ucrania”, detallaba el comunicado. “Aunque reconocemos el impacto en la exploración científica del espacio, la ESA se alinea plenamente con las sanciones impuestas a Rusia por sus estados miembros”. Esas palabras daban el tiro de gracia al proyecto.
La respuesta de Dmitry Rogozin, máximo responsable de Roscosmos, quien se ha ganado una rocambolesca popularidad en las últimas semanas debido a sus declaraciones incendiarias en cuanto a lo concerniente a la colaboración de su agencia con la NASA en la Estación Espacial Internacional, no se ha hecho esperar: “Rusia continuará con una misión de exploración marciana sin ningún ‘amigo europeo’ que tenga el rabo entre las piernas por los gritos americanos”, ha declarado en redes sociales.
DEPENDENCIA
Hasta ahora, la ESA ha dependido para muchas de sus misiones de exploración espacial de los cohetes rusos, lanzados desde el puerto espacial europeo de la Guayana Francesa o desde el cosmódromo de Baikonur, en Kazajistán. Sin embargo, en los primeros días de conflicto y tras las sanciones iniciales impuestas por la comunidad internacional, Rusia retiró a su personal de las instalaciones europeas en la Guayana Francesa y suspendió todos los lanzamientos previstos para misiones europeas con sus cohetes.
ExoMars 2022 no es, por tanto, el primer proyecto de la ESA que sufre las consecuencias de la actual situación de conflicto y sus efectos —aunque sí el de mayor calado—, ya que las misiones Galileo M10, Galileo M11, Euclid y EarthCare ya habían sido canceladas debido a la suspensión de los lanzamientos de los lanzadores rusos contratados por Europa.
Cabe la posibilidad de que las relaciones entre Europa y Rusia en el terreno de la colaboración científica vuelvan a su cauce con el tiempo y ExoMars pueda tener una nueva oportunidad en la ventana de lanzamiento de 2024. Esta opción sería probablemente más sencilla —y, definitivamente, más económica— que el desarrollo de una nueva plataforma de descenso por parte de la ESA y adaptar la misión a un lanzador diferente al Proton-M ruso.
Sin embargo, por ahora la única realidad sobre la mesa es la cancelación de ExoMars 2022 y, de momento, el róver Rosalind Franklin se queda en tierra.