guerra en ucrania

“Me avergüenza decir que estoy bien y saber que mueren mujeres y niños”

Oleksandra es una del centenar de ucranianos que están acogidos por Cruz Roja en un hotel del Puerto de la Cruz en calidad de “refugiada”, tras sorprenderle la invasión rusa de vacaciones en la Isla
Oleksandra y sus amigas, a la llegada al mediodía de ayer al hotel Alua Tenerife, en el Puerto de la Cruz. Fran Pallero
Oleksandra y sus amigas, a la llegada al mediodía de ayer al hotel Alua Tenerife, en el Puerto de la Cruz. Fran Pallero

Oleksandra llegó con sus padres a Tenerife dos días antes de que Putin levantara, la madrugada del 24 de febrero, el teléfono y ordenara a su poderoso Ejército invadir Ucrania, un país donde hasta ese momento buena parte de su población sentía cerca los lazos de amistad con sus vecinos rusoparlantes.

Oleksandra, de 22 años, lamentaba ayer, recién llegada al hotel Alua Tenerife (antiguo Turquesa), uno de los dos hoteles que en el Puerto de la Cruz acogen a un centenar largo de ucranianos que se han quedado literalmente “colgados” en la Isla, tras ver cómo el regreso de sus vacaciones colapsó por la invasión militar de su país, con la duda casi permanente de saber si regresar a donde siguen cayendo las bombas o esperar en Tenerife a que sus familias puedan unirse a ellos en la Isla en calidad de refugiados. Esta condición ahora mismo no se descarta para los casi dos centenares de ucranianos en Canarias, la enorme mayoría en Tenerife, que permanecen aquí acogidos en hoteles y en casas de familiares gracias a las gestiones de Cruz Roja, que, con fondos propios, paga los dos hoteles del Puerto de la Cruz, como antes, durante una semana, pagó el Punta del Rey, en Candelaria.

Cruz Roja ha tratado de preservar la intimidad de los acogidos, sin permitir que la prensa (al menos este periódico ayer mostró interés) se pudiera poner en contacto con ellos. Solo a través de un familiar pudimos conocer el nombre de los hoteles donde se encuentran alojados en el Puerto de la Cruz, y, atendiendo a las recomendaciones de la subdirección hotelera y de los propios presidentes regional y provincial de Cruz Roja, desistimos de buscar testimonios dentro de la instalación hotelera, aunque sí pudimos abordar a Oleksandra, justo cuando ayer se bajaba de un furgón de la Cruz Roja junto a unas amigas. “Me da casi vergüenza decir que estoy bien pensando el sufrimiento que está pasando mi familia y mis amigos en Dnipro”, una ciudad fronteriza con el Donbás, esa región que Rusia pretende anexionarse como hizo con Crimea en 2014, una de las razones, si las hay, que esgrime Putin para justificar una invasión militar de un país cuya inmensa población mantiene lazos familiares con el antiguo imperio ruso: “Mi abuelo -dice Oleksandra- nació en Rusia y seguimos teniendo familia en Vorónesh, pero tampoco sabemos nada de ellos; no pueden estar de acuerdo con Putin, como la mayoría de los rusos que conozco, pero no se atreven a decirlo”.

Casi antes de que un voluntario de Cruz Roja la introdujera en el hotel para tomarle la filiación, Oleksandra nos hizo un ruego: “Traten ustedes, que tienen poder, de hacer llegar al mundo que Ucrania quiere vivir en paz, ser un país libre, con gente que trabaja para poder disfrutar de sitios tan ideales como Tenerife”, remarcando que “me entristece estar aquí y pensar que allí están muriendo mujeres y niños”.

Más de un centenar

Tal y como pudimos comprobar ayer, la lista de huéspedes ucranianos en los dos hoteles de la cadena Alua, ambos muy cercanos en Punta Brava, se sigue incrementando. Según Cruz Roja, ayer había alojados 103 ucranianos de unas 30 familias, todos turistas que estaban de vacaciones en el sur de la Isla, mientras que unos 80 están en casas de familiares en Tenerife, donde residen unos 1.500 ucranianos.

Derecho a permanecer y trabajar en España por asilo

Cruz Roja da cobijo a los ucranianos que no quieren o pueden volver a su país, aunque, como explicó su presidenta provincial, Maite Pociello, es el CEAR el que tiene competencias sobre los refugiados, condición que adquieren por asilo por guerra, con derecho a permanecer y trabajar en España durante tres años 

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