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Diego, dueño de un guachinche en Santa Úrsula: “Se está perdiendo la cultura vitivinícola”

Desde hace 20 años regenta un guachinche en Tamaide, en Santa Úrsula, que solo abre durante cuatro meses al año para la venta del vino de su propia cosecha
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Diego el ‘Chiqui’, dueño de un guachinche: “Se está perdiendo la cultura vitinícola”. DA

Diego Miguel Martín Marrero, más conocido por Chiqui, es de las pocas personas que mantiene el guachinche tradicional en la isla de Tenerife. En concreto, en Tamaide (Santa Úrsula). Natural de La Orotava, casado con Alicia Lima Cruz y padre de dos hijos, regenta desde hace 20 años un auténtico guachinche familiar.

La idea de abrir un guachinche, según cuenta Chiqui, “surgió a través de dos amigos, pero, sobre todo, para poder vender mi vino de propia cosecha”. Tras dos décadas en el negocio, reconoce que la tradición se está desvirtuando: “Desde hace mucho tiempo estoy observando que cada vez quedan menos guachinches tradicionales. Sobre todo, porque hay mucha gente que no saben cuál es el concepto verdadero de un guachinche”.

El vino que produce es de su propia cosecha. “Es un trabajo duro, de muchos años, donde cuidamos la viña con mimo y amor. También, he plantado varias variedades nuevas, con el objetivo de sacar un buen vino. De hecho, hemos ganado varios premios en los concursos de vinos que se celebran cada año en Santa Úrsula. En 2016 gané el segundo de vinos blancos y en 2018, el primero de tintos y tercero de vino blancos”.

En lo que respecta a las recogidas de uvas que cada año consigue en las respectivas vendimias en su finca de Tamaide (Santa Úrsula), el entusiasta Diego Miguel Martín Marrero confesó que “depende mucho de la climatología de cada año, pero normalmente vengo sacando unos 2.000 litros de vino. Sinceramente, podemos sentirnos orgullosos de los caldos que logramos, sobre todo porque tenemos una clientela fiel y sabedora de la buena calidad de nuestros vinos. Tanto tinto como blanco”.

¿Qué es un guachinche?

A la pregunta de qué entiende por un guachinche, Chiqui no duda en manifestar que “es lo que se conoce tradicionalmente por la calidad de sus vinos. Antiguamente, el guachinche era preciado y valorado por sus vinos de propias cosechas, acompañado de una carne fiesta, queso, pescado salado o un rejo de pulpo, pero siempre con la prioridad de degustar un buen vino. Ahora es todo lo contrario, donde muchas personas van a los llamados guachinches modernos para comer y beber agua en su mayoría. No tengo nada contra los restaurantes, casas de comidas, bodegones y tascas, pero me parece desleal que utilicen la falsa publicidad del nombre de guachinches, sobre todo cuando no producen vinos de propia cosecha”.

Ante este panorama, reclama más vigilancia de las autoridades. “El Gobierno de Canarias debería comprometerse más en este asunto y poner en orden, pero sobre todo porque estamos perdiendo una cultura vitivinícola tradicional de lo que eran nuestros verdaderos guachinches. Sin duda, los tiempos han cambiado, pero entiendo que estamos perdiendo una cultura vitivinícola tradicional de lo que eran nuestros verdaderos guachinches”.

Chiqui se confiesa feliz y motivado cuando observa la alegría de sus clientes. “Ese es el mejor premio que nos pueden dar. Pero también cuando logramos ofrecer un excelente vino de propia cosecha. Es bonito recibir en nuestro negocio a clientes de todos los puntos del Archipiélago canario, los cuales vienen para degustar nuestros vinos, acompañado de alguna comida, poca, pero casera. También, para llevarse algunos litros de vino para otras islas”.

Abre solo cuatro meses al año. El resto, lo dedica al cuidado de la viña. “Queremos lo mejor para nuestros clientes, pero especialmente para seguir conservando el verdadero guachinche tradicional”, recalca.

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